Voy a reproducir a continuación una entrevista que hizo Iturmendi, el que a sí mismo se llama Reporter, a Amalio Gimeno Cabañas en el mes de mayo de 1907. Apareció en Las Provincias el 10 de mayo. El texto nos proporciona información sobre la génesis del actual edificio de la Facultad de Medicina de Valencia, de lo que fue Facultad de Ciencias —ahora Rectorado— y del Hospital clínico. Por otro lado, nos acerca un poco a la persona de Amalio Gimeno.
Hablando con Amalio Gimeno
Las Facultades de Ciencias y Medicina
…Ya en la puerta, a donde la cortesía del ilustre visitado le obligó a acompañarme, exclamó:
—”De esto, por ahora, ni una palabra, que antes de las elecciones aparecería como reclamo… Le suplico guarde silencio sobre ello hasta el lunes…”
Y pasó este día, y el siguiente y el otro, hasta hoy en que el “reporter” va a hacer pública una conversación que el viernes pasado sostuvo con D. Amalio Gimeno. La exquisita delicadeza de este eximio amigo nuestro, nos ha obligado a tener inéditas las manifestaciones con que nos honró… y aún ahora, al insertarlas, lo hacemos con recelo de disgustarle, ya que —perdón— desoímos su ruego de callar, cuanto pudiera parecer elogio.
Habían publicado los periódicos las noticias del resultado del concurso de proyectos para la edificación de las dos Facultades de Ciencias y Medicina y de un Hospital clínico, de la prfesentación de dos proyectos y de la gran impresión que estos habían producido al Sr. Gimeno, y me creí obligado por deberes de información, en cuanto llegase a Valencia el ilustre exministro, a pedirle que me hablase de ese asunto, de tan gran importancia para nuestra ciudad, a fin de que la opinión conociera su verdadero estado y palpase su viviente realidad.
Y al llegar aquí, el “reporter”, discretamente, queda en la penumbra, y deja hablar al exministro y digno representante de nuestra Universidad en Cortes, dejando a un lado cortesías y preámbulos:
—”El edificio que a espaldas del Hospital provincial tiene hace tiempo la Facultad de Medicina, Vd. bien lo sabe, es insuficiente para las necesidades actuales de la enseñanza. Las cátedras no están bien instaladas, falta capacidad a las dependencias, las salas de operaciones carecen de las condiciones exigidas por la cirugía moderna, no hay locales para todos los laboratorios indispensables, consultorios, gabinetes de exploración radiológica, etc., etc.”
Yo asentía con inclinaciones de cabeza a todas estas afirmaciones.
—”La Facultad de Ciencias, que cuenta ya con una sección completa desde 1897, debido a gestiones que hice, está aún peor instalada en la Universidad, habiendo sido preciso improvisar pabellones acristalados, inutilizando parte de la galería, a fin de poder disponer de laboratorios, y el local destinado a cátedras es insuficiente, dado el número de alumnos.
Se imponía la realización de una idea hace tiempo concebida: la de construir un edificio nuevo para alojar las dos Facultades con toda la amplitud conveniente, a semejanza de lo hecho acertadamente en otras capitales de distrito universitario como Zaragoza, Valladolid y Barcelona.
La idea, pues, de construir los edificios para dichas Facultades no es de ahora. Ya hace algunos años, apenas elegido yo por vez primera senador por esta Universidad, se pensó en aprovechar el Jardín Botánico, que quizás hubiera podido trasladarse a otro sitio, a fin de aplicar el importe de la venta del terreno que actualmente ocupa a la compra de solares más baratos para su instalación en unión del edificio necesario a las dos Facultades de Ciencias y Medicina”.
—Sí, sí, recuerdo; pero se tropezó con graves dificultades.
—”Verdaderamente, prosiguió mi interlocutor, y el pensamiento no llegó a tener vida en la realidad. Entre tanto terminaba de construirse la nueva Facultad de Medicina de Barcelona con su Hospital clínico, cuya edificación ha costado al Estado siete millones de pesetas; habíanse levantado antes las de Zaragoza, cuyo importe excedía de la cantidad de cuatro millones, y se destinaban sumas de consideración a reformar la Universidad de Santiago, a la Facultad de Medicina de Madrid, que cuenta desde este año con un Hospital clínico independiente, para el que se ha aprovechado un ala del antiguo Hospital provincial, cedida al Estado por aquella Diputación, etc. etc.
¿Pero qué remedio? Habíamos de tener paciencia y esperar ocasión a que la influencia de nuestra ciudad pesara bastante para realizar obra tan necesaria. Y así las cosas, fui llamado a los Consejos de la Corona, ocupando el Departamento de Instrucción pública. Ni tardo, ni perezoso, al día siguiente de tomar posesión, llamé a uno de los arquitectos del ministerio, al Sr. Zabala, y le encargué inmediatamente por real orden la misión de venir a Valencia, y ponerse de acuerdo con el rector, decanos de las Facultades interesadas, y Ayuntamiento y Diputación, para estudiar el modo de contar con el solar necesario. Todos me ayudaron con entusiasmo en aquella ocasión; El Dr. Machí; el alcalde entonces Sr. Sanchís Bergón, antiguo discípulo mío; otros cocejales celosos, como el Dr. Aguilar, a quién tambiéntuve el honor de hace años de contar entre mis alumnos, y el presidente que era de la Diputación Sr. Santonja.
Hubo dificultades que pudieron vencerse al cabo, y en el mes de octubre tuve la satisfacción de recibir el acta de las dos corporaciones populares valencianas, ofreciendo al Estado un extenso solar, situado detrás de la Alameda, junto a los huertos de la condesa de Ripalda, y en el arranque del hermoso paseo o calle que ha de conducir al mar.
En el acto hice que dicho documento sirviera de base al expediente para la edificación de las dos Facultades de Ciencias y Medicina y de un Hospital clínico a costa del Estado, y anuncié concurso de proyectos con seis meses de plazo y dentro de las condiciones que debiera exigirse a edificios dedicados a enseñanza experimentales en nuestros tiempos. El plazo ha terminado hace pocos días, y durante él sólo se han presentado dos proyectos: uno del Sr. Oriol, fechado en Barcelona, y otro del Sr. Ferriol, firmado en Madrid. Los dos tienen un presupuesto próximo a cuatro millones y medio de pesetas.
—Dijo la prensa que ha visto Vd. los proyectos.
—”Verlos, sí; pero no he tenido tiempo para hacer un examen detenido de ellos. La primera impresión que pudo darme el otro día una rápida ojeada en los planos expuestos en uno de los patios cubiertos del ministerio de Instrucción pública, fue satisfactoria. La disposición de los edificios, especialmente el destinado al Hospital clínico, está pensado y calculado, de acuerdo con lo que la enseñanza y la higiene aconsejan; las exigencias de todo orden están atendidas en lo que se refiere a cátedras, anfiteatros, laboratorios, Museos, gabinetes, biblioteca, salas de profesores, galerías, salón de actos, observatorios meteorológico y astronómico, capilla, salas de operaciones, enfermerías, departamento de infecciosos, etc., etc. Quizás alguno de los proyectos peque de sobrado monumental”.
—Y ahora…
—”Ya sé lo que Vd. quiere preguntarme. Ahora pasarán los proyectos a informe de la junta de construcciones civiles, y una vez aprobado aquel de los dos proyectos que lo merezca, se habrá dado el primer paso de importancia. Yo trabajaré con el mismo entusiasmo con que hasta aquí he perseguido la realización de este empeño, a fin de que la inauguración de las obras no se demore, y espero que en lo sucesivo me ayuden en esta tarea todos los representantes de la provincia en el Congreso y en el Senado, animados del amor a la enseñanza y con todo el celo que el prestigio de nuestra antigua Universidad requiere”.
He aquí, lector, lo que hablamos en aquella visita, y que muy a pesar mío, y no sin grandes violencias, he venido callando algunos días, tortura durísima para un “reporter” que cifra todas sus ilusiones en acortar, en suprimir si fuera posible, el lazo entre las fuentes de información y el público.
Iturmendi
Facultad de Ciencias y Facultad de Medicina, de Valencia, en una imagen de mediados de los años cincuenta.
Proyecto de investigación HAR2008-04023 (La Medicina a través de la prensa diaria: El Imparcial y Las Provincias, 1898-1930)