Albert Hofmann (1906-2008) y el estudio de las sustancias alucinógenas

El  29 de abril de 2008 falleció en Burg im Leimental, cerca de Basilea, el químico suizo Albert Hofmann a los 102 años de edad. Había nacido en Badem el 11 de enero de 1906. Hacía dos años, en el 2006, se había celebrado un simposio en su honor al cumplir cien años. Por sus aficiones e inquietudes de niño parecía que a la hora de estudiar una carrera se hubiera tenido que inclinar por las humanidades. Sin embargo, llegado el momento, él mismo se sorprendió optando por la química.

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Albert Hofmann, Lugano, Switzerland, at the 50th Anniversary of LSD Conference sponsored by Sandoz Pharmaceuticals and the Swiss Psycholitic Association of Analysts
Imagen de Philip H. Bailey, CC BY-SA 2.5

Estudió en la Universidad de Zurich y su tesis doctoral trató sobre la quitina, sustancia presente en hongos y animales. Ingresó en 1929 en los Laboratorios Sandoz (ahora Novartis), de Basilea, para la búsqueda de principios activos de productos naturales con propiedades terapéuticas. Estudió la escila y los alcaloides del cornezuelo de centeno.

Trataba de encontrar derivados del ácido lisérgico. Entre las diferentes sustancia, estaba la número 25 a la que, en un principio, no le vio utilidad práctica. En 1943 decidió volver sobre ella y absorbió una pequeña cantidad de forma accidental (o voluntaria, según algunos). Mientras volvía a casa en bicicleta experimentó sus potentes efectos: “Sentí angustia, vértigo y visiones sobrenaturales, al mismo tiempo que un profundo sentimiento de paz y libertad”. Tres días después se administró una dosis de 250 microgramos. Sus colaboradores hicieron otro tanto y durante un tiempo estuvieron recogiendo información de los efectos de esta nueva sustancia.

Más tarde dirigió el departamento de productos naturales de los Laboratorios Sandoz. Estudió sustancias alucinógenas como las que proceden de algunos hongos mexicanos que consumían los indígenas. Pudo sintetizar la psilocibina, alcaloide psicodélico procedente de las triptaminas que está presente en algunos hongos como la Psilocybe cubensis y la P. semilanceata. En 1962 marchó a México con su esposa para conocer la Salvia divinorum, o “hierba de la pastora”, planta psicoactiva relacionada con los cultos indígenas de los hongos y que parece que ya era utilizado en tiempos prehispánicos. Los hombres y mujeres chamanes mazatecos de Oaxaca la utilizan en rituales adivinatorios y curativos. En muchos sitios se usa como sustituto de los hongos.

Por entonces ya era conocida María Sabina, curandera de Huautla de Jiménez, en la sierra de Oaxaca, que sabía todo sobre los “honguitos”, “angelitos” o “niñitos”, nombres con los que designaba a los hongos sagrados como el Teonanacatl, de la familia Psilocibe. Fue dada a conocer por el investigador Robert Gordon Wasson y su esposa Valentina Pavlovna. En poco tiempo fue visitada por los Beatles, Bob Marley, los Rolling Stones, Aldous Huxley y hasta por Walt Disney. Se publicó mucho sobre ella y se hicieron documentales.

El LSD fue probado en psiquiatría durante unos años y de él se apropiaron los movimientos reivinticativos juveniles de los sesenta. Fue la sustancia de culto entre los hippies y los movimientos antiguerra de Vietnam. No es de extrañar que pronto fuera prohibida y pasara a la clandestinidad ya que molestaba al poder establecido, según Hofmann. La prohibición se produjo en el emblemático año 1968. No obstante, siempre señaló que la sustancia era peligrosa si se utilizaba mal y no era partidario del uso popular del LSD. Tenía claro que las drogas no podían usarse fuera de contexto. Sandoz la fabricó en forma de tabletas y de ampollas para ensayos médicos entre 1947 y 1966.

El LSD posee poderosos efectos alucinógenos, lo que pronto llamó la atención de artistas e intelectuales. No es descabellado decir que influyó significativamente en la moda, la música, el arte, así como en los estudios sobre la consciencia y la terapéutica psiquiátrica durante los últimos sesenta años. Hofmann es autor de numerosos trabajos. Entre éstos, en castellano:

—Hofmann, A.; Wasson, R.G.; Ruck, C.A., El camino a Eleusis, México, FCE, 1993.
—Hofmann, A., La historia del LSD. Balance crítico de sus aplicaciones y efectos realizados por su descubridor, Barcelona, Gedisa, 1997. [Hay edición de 2006].
—Hofmann, A., Mundo interior, mundo exterior, Madrid, Liebre de marzo, 1997.
—Schultes, R.E.; Hofmann, A., Plantas de los dioses. Orígenes del uso de los alucinógenos, 2ª ed., México, FCE, 2000.

Sobre Hofmann Gnoli, A.; Volpi, F., El dios de los ácidos: conversaciones con Albert Hofmann, Madrid, Siruela, 2008.

Historia de la medicina. Noticias de interés en español (abril, 2020 #4)

Epidemias, apocalipsis y el anhelo de un orden nuevo: lecciones desde el medievo. Por María Ángeles Martín Romera.
Fuente: eldiario.es

María Tifoidea, la primera paciente asintomática de la historia.
Fuente: BBC News

20 libros excelentes sobre médicos.Por Dolors Massot.
Fuente: Aleteia

Los médicos en la Roma antigua Roma y en México. Por José Óscar Valdés Ramírez.
Fuente: El Heraldo de México

Sobre pandemias y epidemias. Por Rafael Albiol Molné.
Fuente: Diari de Tarragona

Medicina tradicional africana gana adeptos en lucha contra nuevo coronavirus.
Fuente: Infobae

Historia oculta de los inmigrantes del NHS: héroes y arquitectos de la sanidad de UK. Por Celia Maza.
Fuente: El Confidencial

Balmis, el cirujano militar que llevó la vacuna de la viruela a América. Por Carlos Calvo.
Fuente: infodefensa.com

El «cocoliztli», la epidemia que mató a millones de indígenas mesoamericanos en 1545 y aún es un misterio. Por Rosemarié Mixco.
Fuente: elsalvador.com

Edward Jenner y los niños que transportaron la vacuna de la viruela. Por Paula Peña.
Fuente: Vanity Fair

Retazos de historia en Águilas. El Doctor Luis Prieto y su hijo Antonio.
Fuente: La Actualidad

Ramón y Cajal, Galileo y Bacon, los brillantes científicos que acabaron entre rejas. Por Pedro Gargantilla.
Fuente: ABC Ciencia

El Archivo Municipal rinde homenaje a los médicos toledanos. Por Valle Sánchez.
Fuente: ABC Toledo

La historia de los coronavirus, de los siete, desde el primero detectado en humanos.
Fuente: Bohemia (Cuba)

‘¡No es la peste!’, la exposición colaborativa sobre pandemias de ayer y hoy. Por Alejandra Restrepo.
Fuente: Radio Nacional de Colombia

Un poco de historia en torno a las pandemias. Por Manuel Ajenjo.
Fuente: El Economista

El hospital que se enfrentó a la fiebre amarilla, el cólera, el sida, el ébola y ahora el COVID-19.
Fuente: T13 (Teletrece)

Tres pandemias que marcan la historia de la humanidad. Por Francisco Martín León.
Fuente: Tiempo.com

Incertidumbres que produce el fantasma de la peste. Por Camila Perochena
Fuente: La Nación (Argentina)

De matasanos a héroes del coronavirus: los cinco libros ‘de médicos’ más fascinantes. Por Daniel Arjona.
Fuente: El Confidencial

«El arte de curar», un paseo entre libros de medicina de la Biblioteca de la Universidad de Sevilla.
Fuente: ABCdesevilla

Anestesia. Inhalador de Ombrédanne

Como hemos subido un nuevo vídeo al canal de Youtube “Medicina, historia y sociedad”, insertamos a continuación el guión del penúltimo, «Anestesia. El inhalador de Ombrédanne» con su correspondiente bibliografía.

 

Guión

En otro vídeo hablamos del paso de la antisepsia a la asepsia, procedimientos que sirvieron para derribar una de las tres barreras con las que se enfrentaba la cirugía en el siglo XIX: la infección.

En esta ocasión nos ocuparemos de la que quizás fue la primera barrera, el dolor. Lo vamos a hacer utilizando como excusa el inhalador de Ombrédanne, que gozó de gran popularidad en Europa y Latinoamérica. En otro vídeo abordaremos el estudio de otros instrumentos y de otras técnicas.

[Intro]

Desde finales del siglo XVIII la química experimentó un extraordinario desarrollo que permitió crear y probar numerosas sustancias entre las que se encontraban diferentes gases, que pronto llamaron la atención de los médicos. En la Pneumatic Institution de Clifton (Inglaterra), se buscaron aplicaciones para el oxígeno, el éter y el óxido nitroso. A este último, descubierto por Joseph Priestley (1733-36 – 1804), otro químico, Humphry Davy (1778-1829), lo bautizó con el nombre de gas hilarante o gas de la risa que llegó a utilizarse en espectáculos. Su uso médico como anestésico, sin embargo, igual que pasó con el éter, no recibió la atención necesaria.

En Francia H. Hill Hickmann (1799-1829) propuso a la Academia el empleo del éter como anestésico, pero entonces, el poderoso Velpeau, redactó un informe negativo sobre su uso.

En los Estados Unidos Wiliamson Long (1815-1878) intervino en 1842 a varios enfermos con el empleo de la narcosis etérea.  Dos años más tarde Horace Wells (1815-1848) usó el gas de la risa en su práctica odontológica tras probarlo en un espectáculo. No intentó patentarlo para este fin porque pensaba que algo que libraba del dolor debía ser “tan gratuito como el aire”. Solicitó hacer una demostración en el Hospital General de Massachussetts que no funcionó y el público lo abucheó. A partir de aquí su vida fue una sucesión de fracasos que le llevaron al suicidio.

El estadounidense Charles Thomas Jackson (1805-1880) experimentó varios gases, incluso en sí mismo, como el éter. Lo recomendó al dentista William Thomas Morton (1819-1868) quien lo introdujo en su práctica. También hizo una demostración pública en el Hospital general de Massachusetts. El hecho convenció al cirujano John Collins Warren (1778-1856), profesor en Boston, para que interviniera a uno de sus pacientes con el procedimiento. Tuvo lugar el 16 de octubre de 1846 y el éxito logrado fue la mejor publicidad para la divulgación del método. Se patentó la sustancia como Letheon, aunque se supo que era éter.

El nombre de “anestesia” procede de Oliver Wendell Holmes. Varios cirujanos norteamericanos siguieron el camino y en Europa a finales del año sucedía lo mismo: Robert Liston (1794-1847) y Jobert Lamballe (1799-1867). Alfred Armand Velpeau (1795-1867) reconoció su error. La técnica se propagó por el resto de países. En España fue Diego de Argumosa (1792-1865) quien en febrero de 1847 lo utilizó.

Otro hallazgo importante fue el descubrimiento del cloroformo por parte de Eugène Soubeiran (1793-1858), redescubierto en Estados Unidos por Samuel Guthrie (1782-1848) y en Alemania por Justus von Liebig. Fue el médico M.J.P. Flourens quien comunicó a la Academia de París sus propiedades anestésicas en 1847. Ese mismo año el obstetra James Young Simpson (1811-1870) lo utilizó en su práctica obstétrica (todo un logro). Él ya había introducido el éter en Edimburgo.

Comenzó la lucha entre los partidarios del éter y del cloroformo y también aparecieron los que probaron multitud de mezclas. El primero irritaba las vías respiratorias, resultaba desagradable y tardaba mucho en metabolizarse y eliminarse. El segundo tenía más ventajas hasta que empezaron a producirse fallecimientos por su administración. Finalmente la Segunda Comisión Inglesa del Cloroformo, vistas las estadísticas proporcionadas por Ernst Julius Gurlt (1825-1899) en 1897, arrinconaron su uso.

Los sencillos aparatos o instrumentos utilizados al principio (abiertos) para administrar la anestesia, pronto se tornaron más complejos. Con algunos surgían complicaciones como la asfixia, y al final solamente permanecieron los que utilizaban procedimientos llamados abiertos o semiabiertos. Fue muy popular el “gota a gota” y, sobre todo, el de Ombrédanne (parecido al de Clover), que desplazó a una gran cantidad de aparatos. Era sencillo, fácil de transportar, permitía la dosificación adecuada de éter, y también la estimulación del centro respiratorio con el CO2 refluyente. Fue entonces el aparato perfecto de narcosis. Hoy se descartaría por proporcionar mezclas de gases hipóxicas (pobres de oxígeno) e hipercápnicas (con el aumento de la presión parcial del dióxido de carbono).

Vinieron otros anestésicos, como el cloruro de etilo, se revalorizó a principios del siglo XX el óxido nitroso, se inventaron aparatos que insuflaban además oxígeno (Cotton), también se añadió la insuflación intratraqueal, y surgieron otras vías de anestesia, pero nosotros nos detendremos aquí para mostrar y explicar el Aparato de Ombrédanne.

El inhalador de Ombrédanne
El inhalador de Ombrédanne llegó a ser un aparato que, entre otros muchos, llegó a triunfar por su buen funcionamiento, su fácil manejo y sus resultados. Entonces la anestesia la aplicaba el propio cirujano, un alumno interno, enfermera o ayudante. Su simplicidad y fácil aprendizaje quizás influyó en el retraso de la aparición de la especialidad de anestesiología en Europa.

Ombrédanne buscaba un dispositivo diferente a los inhaladores cerrados. Con éstos había que levantar la mascarilla de vez en cuando para que entrara aire fresco.

Algunos dicen que en 1907 fue el cirujano Auguste Nélaton (1807-1873) quien, tras dos accidentes fatales, encargó a su alumno Louis Ombredanne, que ideara un aparato más seguro.

Ombredanne trabajó con el conocido constructor de instrumentos Collin hasta llegar al diseño definitivo.

En el artículo que publicó en la Gazette des hôpitaux en 1908 muestra estos prototipos y describe minuciosamente el que finalmente se fabricó. Imaginó un instrumento con el que el enfermo pudiera aspirar aire en cada respiración junto con cantidades crecientes de vapor de éter de forma gradual.

Se trata de una esfera que a un lado se enrosca una bolsa de reinhalación o de confinamiento. Al otro lado, una entrada en escalera con un regulador o controlador con puntero que se mueve sobre una escala grabada en la esfera. La escala va del 0 al 8.

En la parte superior se encuentra una abertura con tapa por donde se introducía el éter. La cantidad de 150 gramos daba para hora y media. En la parte inferior se sitúa la máscara con dos anillos para los pulgares del anestesista o el ayudante mientras que con los otros dedos levanta la barbilla. Dentro hay un canal con dos amplias chimeneas en la parte superior. Un tubo con ventanas recorre este canal. Éstas giran según el regulador antes mencionado que es empírico. El resto está relleno de guata que se empapa de éter.

Funcionamiento
Estos son nuestros esquemas. Aquí con la aguja en la posición 0, la entrada K está totalmente abierta. Por la misma entra aire atmosférico o fresco. Las ventanas G y G1 que dan a las chimeneas están cerradas y la entrada O1 del tubo de aire respirado está abierta. En esta posición el aire que respira el paciente es aire fresco y una pequeña proporción de aire de la bolsa de confinamiento.

En la posición 8, el otro extremo de la escala, que se usa sólo en algunos casos para la inducción, K está abierta al mínimo, G y G1 abiertas al máximo y O1 cerrada. De esta forma todos los compartimentos del aparato y los pulmones del paciente se van cargando progresivamente de éter, vapor de agua y anhídrido carbónico.

En la posición 4, intermedia o de mantenimiento, la ventana K está semicerrada, G y G1 están semiabiertas y O1 también semiabierta. El aire inspirado se carga con vapores de éter que proceden de la cámara de vaporización así como de la bolsa de confinamiento.

Final
Ya hemos visto cómo funciona el inhalador de Ombredanne, instrumento que ideó con la ayuda de la conocida casa de instrumentos médicos de París Collin. También hemos revisado su funcionamiento. En resumen, se trataba de aumentar la concentración de éter señalado en un índice del 0 al 8, aumentando un punto cada minuto aproximadamente hasta llegar a la posición 4 o de mantenimiento. En algunos pacientes, a veces era necesario seguir hasta la posición 8. Conseguida la anestesia, se descendía de nuevo al número 4. El aparato producía una retención importante de anhídrido carbónico con lo que se conseguía una hipernea.

Su fácil manejo hizo que se vendieran miles de unidades que se utilizaron hasta final de los años treinta del siglo XX, por un lado, y que pudiera ser utilizado por personal de enfermería, alumnos internos o ayudantes. Esto último quizás influyó en que la especialidad de anestesiología se retrasara en muchos lugares.

Louis Ombredanne nació en París en 1871 y murió en la misma ciudad en 1956. Fue ayudante de anatomía, cirujano de los hospitales Ténon, Saint-Louis y Boucicaut. Más tarde fue profesor de clínica quirúrgica infantil y ortopedia en el Hospital de los Niños enfermos. Tras jubilarse fue nombrado profesor honorario. Fue miembro de la Academia de Medicina y de la Academia de Cirugía. Fue premiado con la La Orden Nacional de la Legión de Honor.

Bibliografía
–Armando Nesi, J. (2000). La paradoja del aparato de Ombrédanne. Revista Argentina de Anestesiología, vol. 58, nº 2, pp. 99-106.

–Barry, C.T. (1961). The Ombredanne inhaler. Anaesthesia, vol. 16, nº 2, pp. 184-187

–Cazalaà, J.B. (2012). Ombrédanne Inhaler 1908-1982(¿). Anesthesiology, vol. 117, pp. 1162-1164.

–Duncum, B.M. (1946). Ether anaesthesia 1842-1900.. Postgraduate Medical Journal, vol. 22, nº 252, pp. 280-290.

–Franco Grande, A. (2003).  Los orígenes de la moderna anestesia en España. Madrid, Sociedad Española de Anestesiología, Reanimación y Terapéutica del Dolor (SEDAR)

–Glicenstein, J. (2015). Louis Ombredanne (1871-1956), chirurgien pediatre et plasticien. Annales de Chirurgie Plastique Esthétique, vol. 60, nº 2, pp. 87-93.

–Nei, J.A. (2000). La paradoja del aparato de Ombredanne. Rev. Arg. Anest, vol. 58, nº 2, pp. 99-106.

–Ombredanne Inhaler (1908-1982). Anestesiology Reflections from the Pierre Viars Museum (2012). Anesthesiology, vol. 117, pp. 1162-4.

–Ombredanne, L. (1905). Un appareil pour l’anesthésie par l’éther. Gazette des hôpitaux civils et militaires, vol. 81, pp. 1095-1100.

–Peset, J.L. (1974). El saber quirúrgico. En: Pedro Laín (dir.). Historia universal de la medicina. Barcelona, Salvat, vol. 6, pp. 298-305.

–Zimmer, M. (2008). Histoire de l’anesthésie. Méthodes et techniques au XIXe siècle. Paris, EDP Sciences.

Historia de la medicina. Noticias de interés en español (abril, 2020 #3)

Noticias
Foto de Juliana Malta en Unsplash

Noticias de interés en español sobre Historia de la medicina

La salud pública como motor de la historia. Por Gemma Tramullas
Fuente: La Opinión A Coruña

Las enfermedades en la historia. Por Pablo La Madrid Vivar
Fuente: El Peruano

Historia de los hospitales y clínicas en Vitoria: 200 años de evolución.
Fuente: Gazteiz hoy

Lo que nos enseñó la gripe española de 1918 para enfrentarnos al coronavirus. Por David Yagüe.
Fuente: 20 Minutos

Las pandemias que vivió Uruguay y cómo cambió la sociedad
Fuente: El País Salud(Uruguay)

Benito Pérez Galdós, un gran apasionado de Darwin y la Medicina. Por Pedro Gargantilla.
Fuente: ABC Ciencia

Conrado Rodríguez-Maffiotte: «La peste, el cólera o la fiebre amarilla fueron más graves que el coronavirus». Por Amalia García-Alcaide
Fuente: El Día(Tenerife)

Elizabeth Blackwell: La pionera que abrióla medicina a las mujeres. Por Carlos Salas.
Fuente: La Razón Cataluña

10 cómics y mangas sobre medicina y salud. Porque, a veces, leer un cómic también es cuidarse. Por Antonio López
Fuente: El Español

Sistemas de salud: inercias, crisis y oportunidades. Por Paloma Fernández Pérez
Fuente: eldiario.es

La primera pandemia universal. Por Valentina Raffio
Fuente: El Periódico

Grandes médicos de la historia argentina. Felipe Pigna con Claudio Destefano
Fuente: ECO Medios

La gran epidemia de viruela en Paraguay. Por David Velázquez Seiferheld
Fuente: La Nación (Paraguay)

La mascarilla protectora que se utilizaba contra la peste. Por Carlos Sala
Fuente: La Razón Cataluña

La peste negra: cómo Europa sobrevivió a la mayor pandemia de la historia
Fuente: Sputniknews

La historia de la epidemia de la Polioy una vacuna que salvó a la humanidad
Fuente: Noticias (Argentina)

El enemigo de las pandemias fue ejecutado por Franco. Por Salvador Enguix
Fuente: La Vanguardia

Contagio, confinamiento y control: tres cosas que nos recuerda la historia de la medicina. Por Ricardo Ayala.
Fuente: CIPER(Chile)

Hubo tiempos peores: esta es la historia de la terrible peste negra.
Fuente: El Confidencial

La peste negra. Por Edmundo Fayanas Escuder
Fuente: Nuevatribuna

La enfermera que ayudó a extender la vacuna de la viruela por medio mundo. Por Sandra Ferrer.
Fuente: Aleteia

«Una epidemia como viene se va, pero siempre hay otra enfermedad que la sustituye». Entrevista a Anton Erkoreka, Por Teresa Flaño.
Fuente: El Diario Vasco

Peter Safar (1929-2003), padre de la moderna reanimación

El 12 de abril, pero de 1929, nació en Viena Peter Safar, conocido como el “padre de la moderna reanimación”. Su padre, Karl Safar, era oftalmólogo y su madre, Vinca, era pediatra. Su infancia estuvo influida por el clima de desastre económico y político de los años treinta.

En 1938 Hitler invadió Austria. Sus padres fueron separados de sus puestos de trabajo porque su madre no fue considerada aria. Peter fue enviado a un campo de trabajo. En 1942 fue llamado a filas e hizo lo posible para evitar que le mandaran a Stalingrado; ni quería matar ni quería que le mataran. Sus conocimientos le sirvieron para simular una enfermedad. Trabajó como paramédico y enfermero de cuidados intensivos atendiendo a soldados quemados que provenían del frente. Gracias a un oficial que decidió ignorar su origen, en 1943 fue admitido en la Facultad de medicina de Viena y fue declarado “inútil” para el ejército en 1944. Se graduó en Viena en 1948.

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Foto de Jair Lázaro en Unsplash

Conoció a Eva Kyzivaty. En 1949 se trasladó a Harfordd, Connecticut, Estados Unidos. Ganó una beca para estudiar cirugía en la Universidad de Yale. Regresó por poco tiempo a Viena donde se casó con Eva. Después marcharon juntos a los Estados Unidos. También hizo anestesiología en la Universidad de Pensilvania en 1952, especialidad que cultivó hasta el final de sus días. Por problemas con el visado estuvo después en Lima, Perú, donde fundó el primer departamento de anestesiología en 1952.

Más tarde, de nuevo en los Estados Unidos, llegó a ser jefe de anestesiología en el Baltimore City Hospital. Se interesó primero en conseguir una vía aérea eficaz en los pacientes inconscientes. Demostró que la inclinación de la cabeza, la elevación de la barbilla, o, si era necesario, empujar la mandíbula, conseguían una vía aérea en casi la totalidad de los casos. Con James Elan llegó a realizar una serie de comprobaciones. Desarrollaron experimentos con voluntarios a los que se les inyectaba curare y después se les resucitaba. Publicó los resultados en el Journal of the American Medical Association in 1958 y 1961. En la Johns Hopkins University William Kouwenhoven descubrió durante sus estudios sobre la desfibrilación que una serie de compresiones externas en el pecho producían una circulación artificial válida en el caso de paradas cardíacas en animales. Con Guy Knickerbocker y James Jude demostró que esta situación se reproducía en humanos. Safar cogió la idea y la puso junto a la suya, creando así el ABC de la resucitación o CPR, práctica que fue extendiéndose por todo el mundo. Safar señaló que las maniobras de resucitación serían eficaces sólo en el caso de que se hicieran populares y de que pudieran enseñarse a miles de personas. Convenció así a Laerdal, de una compañía noruega de juguetes, para que fabricara un maniquí para la enseñanza de las maniobras de resucitación.

Sensibilizado por los brotes de poliomielitis, Safar se interesó en proporcionar ventilación y circulación adecuadas para mejorar las funciones cerebrales. En 1961 marchó a la Universidad de Pittsburgh, donde estableció el primer departamento de anestesiología y el primer programa educativo de medicina intensiva del mundo. También creó los estándares de formación para los equipos de resucitación. Se centró de forma especial en las profesiones paramédicas y, con Nancy Carolina, creó un proyecto piloto para gente de color de los barrios más desfavorecidos. Recibió el apoyo de la Falk Foundation, y recibió el nombre de Freedom House Ambulance Service. Era consciente de que los cuidados prehospitalarios son el punto de enlace entre la resucitación por el testigo y los cuidados intensivos hospitalarios. En 1966, mientras Peter se encontraba en una conferencia en Chicago, su hija Elizabeth, que padecía asma, murió de un paro cardíaco durante un ataque de esta enfermedad a la edad de 12 años. Este episodio contribuyó, sin duda, a diversificar sus esfuerzos: elevar su interés en la resucitación, especialmente la cerebral, a seguir investigando en cuidados intensivos, la donación de órganos y el diagnóstico de muerte cerebral. Junto con Ake Grenvik elaboró una serie de pautas para evaluar la muerte cerebral que fueron utilizadas por una comisión presidencial de los Estados Unidos y por la Universidad de Harvard.

En 1979 decidió abandonar sus cargos y dedicarse exclusivamente a la investigación. Fundó el International Resuscitation Research Center en el solar de una antigua empresa de pompas fúnebres. Con su equipo estudió el efecto de los hipertensivos, del bypass cardiopulmonar, de los barbitúricos, y de la hipotermia, entre otros. Desde 1994, este centro se denomina Safar Center for Resuscitation Research, de acuerdo con la propuesta honorífica de su amigo y colaborador Pat Kochanek. Colaboró con equipos desconocidos de Rusia y de otros países de su órbita, que entonces eran desconocidos porque no publicaban en revistas occidentales.

Safar también se preocupó de las situaciones de desastre y estudió las lesiones de víctimas de terremotos en Perú, Italia y Armenia. Con Miroslav Klain y Ernesto Pretto comprobó que los primeros auxilios prestados por víctimas ilesas eran de fundamentales. Fue un pacifista convencido y se movilizó contra las guerras nucleares. No obstante, siempre mantuvo relaciones cordiales con el ejército. Recibió honores, reconocimientos y premios de instituciones de todo 71 el mundo. Fue miembro honorario del European Resuscitation Council y colaboró siempre en su revista. Fue uno de los tres fundadores de la Society of Critical Care Medicine. Llegó a publicar más de mil artículos. Fue nominado en tres ocasiones para el Nobel de Medicina.

En el año 2002 le diagnosticaron un gran tumor en la pelvis que fue tratado con cirugía y quimioterapia. Murió el 2 de agosto de 2003 en Mt. Lebanon, Estados Unidos. Le sobrevivieron su esposa y sus dos hijos. En pocas horas la noticia se difundió a través del correo electrónico, medio por el que circularon también de forma rápida las condolencias y los agradecimientos a su obra.

[Reedición del post de 12 abril 2007]

Incorporación de nuevas fuentes iconográficas de historia de la medicina

Se han incorporado varias fuentes de tipo iconográfico que han pasado a engrosar nuestra colección de Fuentes iconográficas y materiales de Historia de la Medicina. Se han adquirido en mercadillos, subastas, venta directa, etc. tanto del extranjero como de España. Son las siguientes:

  1. Enfermeras poniendo a los niños al sol en el tejado del West London Hospital (años 30 siglo XX) en una plataforma giratoria. (Procede de agencia de prensa).

Enfermeras-poniendo-a-los-nilos-al-sol

2. Fotografía-tarjeta postal de la antigua Facultad de Medicina de Valencia, en la calle Guillén de Castro (principios del siglo XX).

3. Tarjeta postal circulada de la antigua escultura dedicada a Pelletier y Caventou (1901) en París que fue destruida durante la segunda guerra mundial. Después fue sustituida por otra completamente distinta.

4. Tarjeta postal circulada que muestra la ubicación de la escultura dedicada a los farmacéuticos Pelletier y Caventou (1907).

Escultura_Pelletier_Caventou

5. Fotografía que muestra a unos médicos pesando a un bebé en lo que debió ser la Gota de leche situada en la esquina de la calle Vallehermoso con Aguilera, en Madrid.

6. Fotografía del urólogo valenciano Nicasio Benlloch Giner (1888-1957) con su equipo del Hospital Provincial de Valencia en 1848.

Equipo_Nicasio_Benlloch

7. Tarjeta postal Dr. Mariano Pérez Feliu. Iniciador del Sanatorio Malvarrosa de Valencia y Director del mismo el año 1931.

8. Fotografía del oftalmólogo Ramón Castroviejo Briones (1904-1987).

9. Tarjeta postal del Real Sanatorio de «Nuestra Señora de las Mercedes» (Húmera)

10. Fotografía que muestra la Publicidad de un aparato de masaje sónico por las calles de Madrid

11. Fotografía que muestra la revisión médica en la enfermería de un cuartel militar de Melilla (1955).

Revision_medica_cuartel

12. Fotografía de Gregorio Marañón (1887-1960) en un oficio religioso

13. Fotografía. «Hija de la nueva España». Niña huérfana de la guerra civil que es medida por una enfermera (procedente de agencia de prensa) (1940).

 

 

 

 

Louis Ombrédanne (1871-1956)

Hemos añadido a la sección de Biografías y epónimos médicos de historiadelamedicina.org la de Louis Ombrédanne.

Ombredanne

Nació en París en 1871 y murió en la misma ciudad en 1956. Estudió medicina y se formó en cirugía sobre todo con Auguste Nélaton. Sus áreas de trabajo fueron la cirugía general, la anestesia, la cirugía pediátrica y la cirugía plástica y reconstructora. Entre otros hospitales, dirigió uno de los servicios de cirugía pediátrica y ortopedia del Hôpital des Enfants malades-Necker, de París. También fue profesor de la Facultad de Medicina.

Conocido, sobre todo, por la invención de un inhalador de éter que lleva su nombre. Por su facilidad de uso se hizo popular en toda Europa continental y Latinoamérica entre 1908 y finales de los años treinta del siglo XX.

Describió, junto con Armingeat, el síndrome de palidez-hipertermia que lleva el nombre de los dos y que se caracteriza «por su aparición gradual, en una o dos etapas, con una palidez impresionante, con ojeras, una enorme aceleración del pulso que se vuelve incontable, mientras que la temperatura alcanza los 42º y la muerte ocurre repentinamente por síncope cardíaco».

También hay otra intervención que lleva el nombre de Ombrédanne: la orquidopexia transcrotal en el niño. Por otro lado dedicó gran parte de sus investigaciones a la cirugía plástica y reconstructora, campo en el que también investigó. Buena parte de sus hallazgos los aplicó a la cirugía pediátrica, especialmente a la corrección de las malformaciones congénitas y adquiridas.

Autor de numerosos libros, artículos y comunicaciones a congresos, academias y sociedades científicas.

Cajal y la medalla Benlliure

Como hemos subido un nuevo vídeo al canal de Youtube “Medicina, historia y sociedad”, insertamos a continuación el guión del penúltimo, Cajal y la medalla Benlliure con su correspondiente bibliografía.

 

En su Historia de mi labor científica, Cajal dice que en el bienio 1905-1906 se vio favorecido por la medalla de oro Helmholtz y el premio Nobel y que por ello recibió “felicitaciones y premios a granel”, “…telegramas de felicitación; cartas y mensajes congratulatorios; homenajes de alumnos y profesores; diplomas conmemorativos; nombramientos honoríficos de corporaciones científicas y literarias; calles bautizadas con mi nombre en ciudades y hasta en villorrios; chocolates, anisetes y otras pócimas, dudosamente higiénicas, rotuladas con mi apellido; ofertas de pingüe participación en empresas arriesgadas o quiméricas; demanda apremiante de pensamientos para álbumes y colecciones de autógrafos; petición de destinos y sinecuras…; de todo hubo y a todo debí resignarme, agradeciéndolo y deplorándolo a un tiempo, con la sonrisa en los labios y la tristeza en el alma”.

Tomando como excusa la medalla que se le regaló con motivo de la concesión del Nobel, realizada por Mariano Benlliure, trataremos de hacer una síntesis de lo que le sucedió a Cajal durante ese periodo visto desde la prensa diaria.

[Intro]

1905
Cajal ya era un personaje público conocido y un científico respetado desde hacía tiempo.

Entre 1905 y 1907, aparte de desarrollar su trabajo cotidiano como profesor e investigador, tuvo que hacer frente a una serie de acontecimientos importantes:

–Le fue concedida en febrero de 1905 el premio Helmholtz por parte de la Academia Imperial de Ciencias de Berlín. A pesar de que no iba acompañado de una compensación económica, le proporcionó gran prestigio. Este premio se unía, además , al Premio Moscú que había recibido en 1900. Recibió una medalla de oro y una copia de cobre.

–Participó en el homenaje que se le tributó a nuestro primer premio Nobel, en este caso de literatura, José Echegaray, que se le otorgó en 1904. Su contribución destacó sus aptitudes científicas y de divulgación mas que las literarias. Hay que señalar que algunos jóvenes de la generación del 98 criticaron mucho la concesión de este premio. Cajal sorteó el tema.

Dos éxitos, el de Echegaray y Cajal, que de alguna manera contribuyeron a reducir la sensación de derrota, de abatimiento y de desesperanza que produjo la tan traída “catástrofe del 98”. Es más, la Clark University de los Estados Unidos invitó a Cajal. El país que contribuyó a esa derrota española, reconocía a nuestro histólogo como un héroe de la ciencia”. Este hecho no pasó desapercibido en la prensa diaria. Se llegó a ver como una “revancha” tanto por el gobierno como por la población.

–Ese año Cajal también participó en la celebración del aniversario del nacimiento de Manuel García, inventor del laringoscopio, que moriría en Londres al año siguiente. Muy comentado fue, además, el gran homenaje que se le tributó en aquella ciudad.

–¡Cómo no! Cajal se vio implicado en el aniversario de la publicación de El ingenioso hidalgo Don Quijote, idea que lanzó dos años antes el conocido e influyente periodista Mariano de Cavia.

Aprovechó la obra de Cervantes de forma muy inteligente en la conferencia que le tocó impartir. La tituló Psicología de don Quijote y el quijotismo. Usó el quijotismo como recurso para conseguir lo que muchos perseguían, la regeneración del país y eso se conseguía cultivando la ciencia y la técnica. “El quijotismo de buena ley –dijo–, tiene en España ancho campo en que ejercitarse”.

No creamos que sólo España actuaba de esta forma. Otros países europeos se lanzaron desde principios del siglo XX a ensalzar sus “glorias pasadas”.

En 1906 Cajal fue elegido miembro de la Real Academia de la Lengua para cubrir el sillón I mayúscula que había dejado Juan Valera. Sin embargo, no tomó posesión jamás. Se dice que su desinterés procedía de la actitud de la Academia de no apoyar a Galdós para el Nóbel (interesante recordar esto en el Año Galdós que estamos celebrando) y todas las resistencias que ofreció para que se nombrara a Emilia Pardo Bazán como académica.

1906
Como es sabido, en esta etapa los políticos preparaban con cierta antelación la próxima caída del gobierno. Éstas se sucedían a veces en cuestión de unos pocos meses. Segismundo Moret ya preparaba su gabinete y se entrevistó con Cajal a quién poco después, ya en el poder, le ofreció el ministerio de instrucción. Ambos hablaron de las reformas que necesitaba el país y Cajal se sintió seducido y convencido. Sin embargo, no contestó de inmediato y reflexionó durante un viaje que hizo a Lisboa para rechazar finalmente el ofrecimiento que sí aceptó otro médico, Alejandro San Martín, el 6 de junio de 1906.

Como decía Cajal, “Transcurridos algunos meses, y cuando el ánimo reposado y tranquilo volvía a saborear las cautivadoras sorpresas del trabajo concentrado y tácito, cierta mañana de octubre de 1906 sorprendióme, casi de noche, cierto lacónico telegrama expedido en Estocolmo y redactado en alemán… Carolinische Institut verleihen Sie Nobelpreiss…” Se trataba de la concesión del premio Nóbel.

Hacía años que varios colectivos especialmente de médicos, manifestaron la necesidad de homenajear al “sabio español”. Tras difundirse la noticia del Nóbel por los medios, esa necesidad se hizo imperiosa. Cajal se estaba convirtiendo en un mito.

Como siempre, los primeros en reaccionar fueron los estudiantes de los que surgieron varias ideas: regalarle un álbum con todas las firmas de los estudiantes españoles, organizar una velada conmemorativa en el Ateneo, regalarle un busto, proponer al ayuntamiento de la capital que sustituyera el nombre de la calle de Atocha por el de Cajal, fundar un hospital o clínica con su nombre dedicado a las enfermedades nerviosas por suscripción popular, entre otras iniciativas. Invitaban, también, a unirse a todos los escolares de España.

Por su lado el Colegio de Médicos de Madrid se reunió y se sumó a la idea. El busto lo realizó el escultor Agustín Querol Subirats de forma gratuita. Mientras tanto seguían surgiendo nuevas ideas y languideciendo otras.

Por su lado, en Valencia, como había sido profesor de su Universidad, el Ayuntamiento, la Universidad y los estudiantes se unieron para homenajear a Cajal con iniciativas como crear una beca para que un médico recién terminada la licenciatura ampliara estudios de bacteriología y microbiología en el Instituto Alfonso XIII dirigido por Cajal, nombrar a Cajal decano honorario, poner su nombre al anfiteatro anatómico, colocar una placa recordando que había impartido allí sus lecciones, crear un álbum de firmas, entre otras.

El Colegio de Médicos de Madrid iba mientras tanto integrando asociaciones y sociedades que se querían unir a los homenajes (un total de 78). Decidieron asimismo abrir una suscripción para sufragar los gastos.

Cajal salía de Madrid hacia Estocolmo en tren el día 1 de diciembre. Llegó a su destino el día 8. La entrega del premio tuvo lugar el día 10.

1907
A finales de año empezaron a hacerse realidad los homenajes en diferentes ciudades: Zaragoza, en diciembre de 1906, y Palma de Mallorca y Córdoba a principios de 1907. Mención especial merece el acto que se celebró en Valencia en el Teatro Principal el 28 de enero en el que habló Juan Bartual, discípulo valenciano de Cajal.

En enero de 1907 se hablaba ya en la prensa de la Junta de Ampliación de Estudios, su composición y de que Cajal había sido elegido presidente. Era entonces ministro de Instrucción pública el conocido médico y político Amalio Gimeno Cabañas.

En Madrid seguían organizando actividades. Una comisión visitó a Maura para solicitar una senaduría vitalicia para Cajal. También se abrió una suscripción para una medalla. A principios de marzo se habían recogido 6.809 pesetas. Se acordó prorrogar la colecta y encargar la obra a Benlliure, amigo de Cajal.

Las acciones en Madrid fueron disipándose y las que quedaron se distribuyeron en el tiempo debido, quizás, al exceso de participantes, a los cambios en la dirección del Colegio de médicos y a la imposibilidad de llegar a acuerdos. Unas se hicieron realidad y otras no.

Sin embargo, el día 14 de mayo llegó a Madrid una comitiva de estudiantes de Valencia en el tren Correo de Aragón. Le llevaban a Cajal el libro de firmas que dejarían en el Centro Regional Valenciano, situado entonces en la calle Bolsa, para que los valencianos que se encontraran en Madrid pudieran firmar. Se le entregó en una velada que tuvo lugar en el mismo Centro el día 22.

Intervino el presidente del Centro Regional, Luis Cerveró, el conocido estudiante Uxó, quien expuso los trabajos llevados a cabo y el entusiasmo que despertó en Valencia la iniciativa. Después, al son de la marcha de Valencia, le fue entregado a Cajal el álbum. Éste, emocionado, rindió homenaje de gratitud a Valencia. Abelardo Vidal (secretario del centro) le entregó el título de socio de mérito. El diputado Eduardo Vilar y el ministro Rodríguez-San Pedro cerraron los discursos.

Ese mismo año, el 30 de junio, Cajal ingresó también en la Real Academia de Medicina.

Volvamos a la medalla. La idea surgió del ámbito del Colegio de Médicos como hemos visto, pero la materialización del homenaje fue bastante tardía. La mención en el reverso de los que dedican, los españoles amantes del progreso, viene a indicar la heterogeneidad final de los participantes más allá de los colegas médicos.

Probablemente la medalla se acuñó en la Fábrica Nacional de la Moneda y Timbre con cierto retraso en 1908. Finalmente, se entregó a Cajal el 28 de mayo de 1908 y no en un acto público, circunstancia que fue lamentada, sino en una visita de la comisión a su propio domicilio. Como se puede observar en la medalla se mantuvo la fecha de 1907, errónea por otra parte ya que el premio se había concebido en 1906.

La medalla es una de las más conocidas de Mariano Benlliure. Leo ahora la descripción que hace el Museo del Pardo de la misma (Texto extractado de una obra de J. Gimeno Pascual): “La naturalidad expresiva y el desplazamiento de la centralidad en la composición del anverso se completan con el marcado decorativismo de la simbología, por otra parte rotundamente clásica, tanto de la Ciencia como de la Medicina. La caligrafía de la dedicación, que adquiere relieve protagonista en relación con la simbología iconográfica, apoya asimismo el marcado carácter decorativo. Es la manifestación más plenamente modernista de Benlliure y uno de los ejemplos más significativos de la medalla modernista española”.

[Final]

La lectura de los artículos y noticias publicadas en este periodo ofrecen dos visiones complementarias: en una los españoles no conocen la obra de sus sabios y tienen que ser los extranjeros los que nos las descubre, y en otra, que en el extranjero tenían que ir abandonando la idea de una España de toreros, de señoras con mantilla, de conspiradores, pobres y leprosos.

Sin embargo, a diferencia de lo que sucedió con el logro del salvarsán por parte de Ehrlich en 1910, no hemos hallado un solo artículo, información o noticia que contara con algo de detalle los logros que habían hecho a Cajal merecedor del Premio.

Bibliografía
Todos estos acontecimientos los analizo con detalle en este artículo:

–Fresquet Febrer, J.L. (2019). The image of Santiago Ramón y Cajal through the daily press. The awarding of the Nobel Prize. European Journal of Anatomy, vol. 23, Supplement 1, pp. 15-28. [Disponible en: http://www.eurjanat.com/web/paper.php?id=23s10001], donde se puede consultar toda la bibliografía utilizada.

En cuanto a la Medalla Benlliure: Medalla dedicada a Santiago Ramón y Cajal por la concesión del Premio Nobel de Medicina (1907). Museo del Pardo. Disponible en https://www.museodelprado.es/coleccion/obra-de-arte/medalla-dedicada-a-santiago-ramon-y-cajal-por-la/d89e2b09-7edb-49c8-b8f0-94017fdeedc2 Consultado el 8 de enero de 2010. Especialmente el texto extractado de Gimeno Pascual, J. (2013), en: Mariano Benlliure. El dominio de la materia, p. 328.

 

Noticias de interés, (Abril 2020 #2)

El caso de Mary la Tifoidea y lo que enseña sobre el ingenio maligno del coronavirus.
Fuente: El Confidencial

La historia de Emil von Behring, ‘El salvador de los soldados y los niños’. Por Paula Peña.
Fuente: Vanity Fair

La mal llamada «Gripe Española» de 1918-19: Una pandemia que nos resulta cercana. Por Jorge Magasich.
Fuente: diarioUChile (Chile)

El sorprendente tratado médico del siglo XIV con medidas todavía vigentes para combatir una pandemia. Por Pau Echauz.
Fuente: La Vanguardia

Sanitarios en la Guerra civil que cambiaron la aproximación a la medicina.
Fuente: Radiocable.com

«Las calles solo estaban llenas de funerales»: la dramática historia de la gripe española y sus millones de víctimas. Por Matías Bauso
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Experto en Historia de la Medicina: «Muchos virus ‘antiguos’ siguen matando». Por Lara Malvesí
Fuente: La Vanguardia

El asesinato de Canalejas, sueño roto del liberalismo español. Por Alfredo Valenzuela
Fuente: La Vanguardia

Sanidad en los tiempos del cólera. Por Carlos Benito.
Fuente: El Correo

Cuando la peste Antonina asoló el Imperio Romano.
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¿Cuáles fueron las epidemias del Mundo Antiguo? Por Antonio Puente Mayor.
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La historia del lavado de manos: de los cirujanos que afilaban su bisturí en las botas a la decisión de usar agua y jabón. Por Matías Bauso.
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La otra pandemia que vino de China y que rompió la Liga en un otoño funesto.
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El coronavirus abre un nuevo capítulo en la historia de las plagas, pestes y epidemias. Por Omar López Mato
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Noticias de interés (Abril 2020 #1)

Angel Soto: Las pandemias en la historia
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Recorre algunos museos de la ciudad sin salir de casa. Por Romané Paredes Jaldín
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Epidemias o pandemias.
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¿Quién descubrió el cannabis medicinal? Por Janet Gómez
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Epidemia en el Perú: plagas que nos hicieron más fuertes. Por Enrique Planas
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Las epidemias y el miedo a morir. Por Pierr Adrianzén Román
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Operación Balmis: la primera vacunación masiva de la historia fue española y da nombre a la lucha contra el coronavirus.
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La epidemia como una obra teatral. Por Luis Muñoz Fernández
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Culpas, plagas y epidemias. Por José Carlos Bermejo
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Lo que la historia nos enseña sobre las consecuencias económicas de grandes epidemia como la peste. Por Marina Estévez Torreblanca
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La pandemia de 1918 dejó más de 60 fallecidos y muchos aislados en el ‘pabellón de infecciosos’. Por J. Unanua
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Carlos Malbrán: el médico que luchó contra las epidemias, impulsó la vacunación obligatoria y vivió obsesionado por la salud pública. Por Adrián Pignatelli
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Las epidemias que han moldeado el mundo
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Las pandemias en la historia de la humanidad
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Por qué mayoría de epidemias se inician en Asia y África
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