En Leeds se encuentra el Museo Médico Thackray, el único de este tipo en el norte de Inglaterra, según se lee en su sitio web. En el mismo se proporciona abundante información sobre su contenido, organización, actividades, visitas organizadas, etc. Está dirigido a los que deseen verlo personalmente o a los que quieran alquilar o disponer de sus instalaciones para organizar alguna actividad.
Al lugar se accede cómodamente mediante el transporte público, pero cuenta también con una zona de aparcamiento. Está alojado en lo que era el Leeds Union Workhouse y destaca por su arquitectura y su gran vestíbulo. El edificio se inauguró en 1861 con el propósito de acoger a gente pobre, sin recursos ni un lugar donde ir. Con el tiempo se añadieron nuevos edificios incluida una enfermería que en 1925 se convirtió en el St James’s Hospital. En 1948 pasó a formar parte del National Health Service. En 1990 se consideró que no reunía las condiciones para desarrollar la medicina actual. Al estar protegido el edificio no se pudo demoler y se dieron los permisos para que albergara el Museo Thacray, que abrió sus puertas en 1997.

Captura de pantalla del sitio web del Museo
El origen del museo está en una pequeña oficina de farmacia de gestión familiar que abrió Charles Thackray en 1902 en la calle Great George, de Leeds. El negocio fue creciendo y se convirtió en una importante firma de suministros médicos a todo el mundo. Uno de los descendientes creó en 1980 un pequeño museo con materiales que había recogido, catálogos comerciales, equipos etc. La compañía se vendió a una multinacional en 1990 y éste se dedicó a la colección. Con alguna que otra ayuda de diferente procedencia, fue creciendo hasta convertirse en lo que hoy es. De su contenido destacan los instrumentos quirúrgicos europeos desde 1600 a la actualidad, los equipos de dentista, materiales de primeros auxilios y de medicina familiar, remedios de charlatanes y medicamentos de patente, monedas y medallas, una extensa colección de audífonos y otra de botes de farmacia de cerámica. Tienen catalogados unos 47.000 objetos.
La colección se organiza en diez grandes secciones que combinan historia de la medicina con temas médicos actuales. La primera muestra las opciones médicas disponibles que tenía un ciudadano en 1842. Había muchos medicamentos pero la mayoría eran ineficaces. Otros eran muy caros y sólo los ricos podían acceder a ellos. Mucha gente no veía la diferencia entre los charlatanes y los médicos de formación. Empezaron a circular drogas de patente de las que se hacía mucha publicidad aunque, por lo general, apenas tenían efecto o, peor aun, eran perjudiciales para quien las tomaba. El visitante podrá ver el “botiquín” personal del príncipe Alberto entre otros objetos.
La segunda reconstruye una calle victoriana de Leeds con sus casas, sus olores y sonidos característicos y los personajes que las habitaban. La reina Victoria accedió al trono en 1837 y con la revolución industrial en pleno apogeo miles de personas acudieron a las ciudades para trabajar en las nuevas fábricas. Las malas condiciones de vida y el hacinamiento condujeron a un saneamiento deficiente y a la aparición de enfermedades infecciosas como la tuberculosis, el cólera y el sarampión. Uno de cada cinco niños moría antes de los cinco años y el parto mataba a una de cada treinta mujeres. Un trabajador de 21 años sólo podía aspirar a vivir hasta los 50 años. El visitante puede elegir una de las casas de esta calle, entrar para conocer quien vive allí, qué enfermedades padecía y qué se hacía para ayudarles.
La tercera muestra la «enfermedad en retirada», es un “antídoto” para la sección anterior. En ella se explica cómo los descubrimientos científicos llevaron de forma progresiva a comprender las enfermedades, a cambiar la práctica médica y a crear nuevos medicamentos útiles. Se hace especial hincapié en el extraordinario desarrollo de la microbiología, las vacunas y la elaboración de antibióticos que condujo a una mejora de la salud y del bienestar de la población.
En la cuarta se formula la pregunta ¿Preferiría ser atendido en un hospital de la época victoriana o en uno actual? Se cuenta la historia de Hannah Dyson, una niña de 11 años cuya pierna fue aplastada por una máquina de la fábrica donde trabajaba y lo que hicieron los médicos para salvarla. La situación en la actualidad sería muy distinta, sobre todo porque el trabajo de los niños está prohibido y los accidentes de este tipo son raros.
La quinta se ha rotulado como “Dolor, pus y sangre” y plantea la pregunta de si se pondría en manos de un cirujano que no tuviera formación regular en una universidad. Los ciudadanos de la época victoriana sólo tenían esta opción. La mitad de los pacientes sometidos a intervenciones de cirugía mayor morían, fuera a causa de las hemorragias, por shock o por infecciones. No sabían nada de gérmenes, no disponían de anestésicos todavía ni de sustancias antisépticas. Los cirujanos se formaban de forma artesanal como aprendices en hospitales o con otro cirujano. Adquirían experiencia en las fuerzas armadas o en los hospitales, y las intervenciones que realizaban eran sencillas. En esta sección el visitante podrá comprobar lo que ha cambiado la cirugía hasta hoy.
A la sexta se le ha dado el nombre de “Zona de vida” y son los niños los que más la disfrutan porque de forma activa aprenden sobre el funcionamiento de su cuerpo. Pueden seguir el progreso de un guisante a través de los intestinos, conocer el cerebro, descubrir lo alto que se puede saltar, averiguar cosas sobre los dientes, la diferencia entre los huesos humanos y de animales, el funcionamiento del corazón, etc. “Zona de vida”, según se lee en la página web, es una de las exposiciones más populares entre las familias
La séptima muestra la transformación de la cirugía desde mediados del siglo XIX a la actualidad, haciendo especial hincapié en lo que supuso la revolución quirúrgica o la superación del dolor, la hemorragia y la infección. La primera operación pública en un paciente anestesiado tuvo lugar en el Hospital General de Massachusetts en 1842. Sin embargo, las tasas de supervivencia no mejoraron hasta la década de 1870, cuando Joseph Lister inventó un espray que lanzaba una niebla de ácido carbólico sobre la superficie que se estaba interviniendo y sobre los cirujanos. Es lo que se conoce como “etapa antiséptica” a la que siguió la asepsia. Las tasas de mortalidad por infección disminuyeron mucho y los cirujanos pudieron intentar intervenciones más ambiciosas. De esta forma se allanó el camino para los trasplantes de órganos, que han transformado la vida de muchas personas: córnea, hígado, corazón, válvulas cardíacas, páncreas, riñones, piel y médula ósea. También se muestra la cirugía láser y la microcirugía.
La sección octava se titula “Tener un bebé”. Toma como base historias de la vida real para explorar el proceso del embarazo y del parto desde la década de 1890 hasta el presente. Tener un bebé en esta época era muy peligroso y era frecuente que las mujeres murieran durante el parto. Por otro lado, uno de cada siete recién nacidos morían antes de cumplir un año. Las mujeres solían tener en torno a seis hijos, parían en sus casas ayudadas por un pariente o vecino sin apenas cualificación. También se muestran los cambios y mejoras que se han producido hasta la actualidad: las mujeres tienen como mucho dos hijos, los partos tienen lugar en los hospitales y la mortalidad materna e infantil prácticamente ha desaparecido.
La Wilkinson Apothecary Gallery constituye la sección novena. Se muestra una colección de 600 albarelos, quizás la más grande del mundo. Incluye ejemplares de 1500 hasta 1800 de diferente procedencia. Fue donada por el Dr. John Frederick Wilkinson, un médico de Manchester que murió en 1998 a la edad de 101 años.
La décima y última, “¿Recuperación? De Flandes a Afganistán”, es una exposición en la que se conmemora el centenario de la primera guerra mundial. En la misma se reflexiona sobre la relación medicina y guerras y de cómo éstas la han hecho avanzar. Desarrollada con la ayuda de militares, la exposición se centra en la pérdida de miembros, de la audición y el shock desde la primera guerra mundial a los conflictos actuales. ¿Puede la medicina lograr una recuperación plena de estas personas?
Hasta junio se suma a lo anterior otra exposición que muestra cómo varios artistas han reinterpretado objetos de la colección permanente.
En la página de inicio del sitio web se accede fácilmente a “Planifique su visita” con enlaces a los horarios de apertura, precios, amigos del museo, actos especiales, etc. Debajo está el acceso a “Eventos que no deberían perderse” que contiene información sobre acontecimientos futuros, aspectos recomendables, etc.
El menú horizontal principal proporciona acceso a las siguientes secciones: “Visitar”, “¿Quién hay en…?”, “Educación”, “Reuniones”, “Biblioteca y colecciones”, y “Tienda en línea”.
La primera conduce a lo que ya se ha visto más i o menos en “Visítanos”: planificar una visita, contenidos, visitas en grupo, fiestas de cumpleaños y cafetería. La segunda sección muestra las posibilidades que ofrece el museo a los visitantes: talleres familiares, conferencias sobre medicina e historia, mañanas tranquilas y eventos especiales. En “Mañanas tranquilas” se proporcionan propuestas como resolver un crimen, los supersentidos, un “laboratorio corporal”, el uso de animales que mejoran a los pacientes, los detectives de enfermedades, etc. También se informa de su calendario, precio, etc.
En la sección “Educación” se informa de que el museo dispone de actividades para todo tipo de estudiantes, desde los de primaria a los universitarios. Se refieren a diversos tipos de talleres y visitas dirigidas, de eventos para educadores, de equipos o packs de recursos docentes, de juegos disponibles en línea, de una visita virtual, etc.
En “Reuniones” se ofrecen los espacios para eventos que organicen particulares, empresas, sociedades u otras instituciones así como de los servicios correspondientes.
En “Biblioteca y colecciones” se proporciona información sobre la Biblioteca, que cuenta con más de 23.000 libros incluidos los catálogos relacionados con la historia de la medicina y de la asistencia sanitaria. Muchos de estos están accesibles en línea y también disponen de los de otras bibliotecas en formato de microficha.
El museo tiene una colección de 15.000 volúmenes sobre farmacopeas, historia de las instituciones médicas, biografías, directorios locales y comerciales, etc. Cuentan también con una gran cantidad de libros de texto que ilustran los equipos y las técnicas desde 1500 hasta la actualidad. Conservan asimismo literatura comercial, es decir, de empresas de suministros médicos (medicamentos, instrumentos, material de laboratorio, etc.). Cuentan además con un archivo donde se conservan materiales de este tipo de empresas, y una colección de fotografías de 1800 que ilustran los problemas de salud pública en Leeds.
En esta sección también se mencionan las oportunidades que ofrece el centro para los investigadores. Aparte de los materiales expuestos conservan miles de piezas que están disponibles para su estudio. Se refieren asimismo a una red de personas y organizaciones interesadas en la medicina y las colecciones sobre la salud que se creó en 2005, que comparten e intercambian información y llevan a cabo proyectos conjuntos. Finalmente también se aborda el tema de las donaciones para el museo.
La última sección es la dedicada a la “Tienda”, que ofrece una amplia gama de regalos seleccionados para personas de cualquier edad. Los tienen de tipo educativo, extravagante, divertido y poco vistos, etc. Existe la posibilidad de compras online.
Sin lugar a dudas un museo que merece ser visitado. Sin embargo, no estaría de más que dispusiera de una muestra o de alguna exposición en red para aquellos que no puedan desplazarse.
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