Aceite de hígado de bacalao. Emulsión Scott

Los tratados de materia médica de finales del siglo XIX dedicaban buen espacio al aceite de hígado de bacalao. Señalan que los hipocráticos lo aconsejaban contra la histeria y los romanos contra la hidropesía y, por vía externa, contra varias dermatosis. En algunos países como Inglaterra, Alemania, Holanda, etc. desde tiempo inmemorial lo han empleado para curar los dolores reumáticos.

En el cambio de siglo se recomendaba en todos los periodos y formas de tisis pulmonar exceptuando las febriles; en los catarros crónicos; en la escrofulosis, acompañada o no de lesiones diversas; en el raquitismo; hemeralopia epidémica; clorosis; reumatismo crónico; estados de caquexia; y convalecencias. Por vía externa en la lepra y diversas dermatosis.

Estos mismos textos describen los tres o cuatro tipos de aceite: el blanco o ambarino claro, trasparente, casi sin olor ni sabor que recuerdan al pescado fresco, se derrama de los hígados frescos por presión en frío, al aire o en la atmósfera de hidrógeno; el amarillo dorado que resulta de mayor calefacción o como viraje que ocurre con el tiempo al anterior, de sabor dulzón y más ácido; el rojo o moreno con fuerte olor a pescado, más ácido, de sabor acre y nauseabundo; finalmente el negro, verdoso oscuro, más consistente, que se obtiene por efecto del calor más intenso sobre los hígados en plena fermentación. El aceite de hígado de bacalao se encuentraba en el comercio muchas veces adulterado con otro tipo de aceites.

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Tarjeta publicitaria de Emulsión Scott (Colección Fresquet)

En 1841 John Hughes Bennet (1812-1875) publicó un tratado sobre el uso terapéutico del aceite de hígado de bacalao: Treatise on the Oleum Jecoris Aselli, or Cod Liver Oil. Fue un anatomopatólogo inglés que describió la leucemia en 1845 a la vez que lo hizo Virchow, considerándola un trastorno de la sangre. Se dice también que fue el primero en describir la aspergilosis como consecuencia del hongo Aspergilus que puede crecer en el tejido pulmonar de los humanos. Estudió en Edimburgo, estuvo después en París y más tarde en Alemania. Bennet recomendó el aceite para el raquitismo, el reumatismo, la gota y la escrófula. Este texto estimuló los estudios y el consumo sobre este tipo de aceite.

Hacia mediados del siglo XIX se realizaron análisis químicos de los distintos tipos de aceite, determinando que el de color marrón claro era más terapéutico. De forma especial nos referimos a Ludovicus J. De Jongh que dio a conocer sus hallazgos en el libro Disquisitio comparativa chemico-medica de tribus olei jecoris aselli speciebus, quam, annuente summo numine, ex auctoritate rectoris magnifici…. Halló yodo, fosfato de cal, ácidos volátiles y elementos de la bilis.

Jongh viajó a Noruega con el fin de poder obtener el aceite más puro posible. De esta forma comenzó a comercializarse en toda Europa y a exportarse a los Estados Unidos el “Dr. Johngh’s light-brown Cod Liver Oil”. The most efficacious remedy for diseases of the chest, throat, debility, gout, rheimatism, rickets…”.

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Publicidad troquelada de Emulsión Scott (Colección Fresquet)

Sin embargo no pudo evitar el sabor y olor nauseabundo del preparado. En 1873 Alfred B. Scott vio la oportunidad de un nuevo negocio con la creciente demanda del aceite. En Nueva York comenzó a buscar con su socio Samuel Bowne una versión que tuviera mejor sabor. Mediante emulsión lograron un nuevo producto que cumplía con estos requisitos y que bautizaron como “Emulsión Scott”. La imagen de la marca era un hombre que llevaba un pez colgando en la parte posterior. En los ochenta ya se distribuía en toda América, Europa y Asia. En los primeros años del siglo XX era habitual que los niños tomaran una cucharada diaria de este aceite para tener un crecimiento saludable.

En 1879 la marca Scott y Bowne incluía las inciales PPP: perfecto, permanente y agradable al paladar. Las pequeñas gotas de aceite se cubrían con la glicerina que les confería el sabor dulce de ésta. Se vendía como un producto con el mismo paladar que la leche.

El hombre con el pez en la espalda apareció por vez primera en 1884 y se convirtió en marca registrada «Scott & Bowne» en 1890. En 1885 ya aparece publicidad de la Emulsión Scott en la prensa española:

«Emulsión de Scott de Aceite puro de hígado de bacalao con hipofosfitos de cal y de sosa. Es tan agradable al paladar como la leche. Posee todas las virtudes del aceite crudo de hígado de bacalao, más las de los hipofosfitos. Nutre y fortifica mucho. Además cura la tisis, cura la escrófula, cura la demacración, cura la debilidad general, cura el reumatismo, cura la tos y resfriados, cura el raquitismo en los niños. Es recetada por los médicos, es de olor y sabor agradable, de fácil digestión, y la soportan los estómagos más delicados. De venta en todas las boticas y droguerías. Scott & Bowne, Químicos.–Nueva York. Depósito general en España para la venta al por mayor, sres. Vicente Ferrer y Cía.– Barcelona» (La Ilusración Española y Americana, 8 de enero de 1885, p. 20).

Por estas fechas, en 1890, los franceses Armand Gautier y Louis Mourgues publicaron su trabajo Les alkaloides de l’huile de foie de morue. Lograron aislar la butilamina, amilamina, hexilamina, la dihidrolutidina, asellina y la morrhuina.

En la década de los noventa del siglo XIX Scott y Bowne poseían fábricas en Canadá, Inglaterra, España, Portugal, Italia y Francia. Su aceite procedía de las islas Lofoten, situadas por encima del círculo polar ártico.

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Tarjeta publicitaria de Emulsión Scott (Colección Fresquet)

Algún texto de materia médica de los mencionados al principio, como el de Peset Cervera, señalaban que Heyerdahl había encontrado ácidos grasos terápico y jecoleico. En 1912 el bioquímico Casimer Funk (1884-19678) acuñó el término vitamina para referirse a algún nutriente que faltaba en ciertas enfermedades como el beriberi, la pelagra, el escorbuto y el raquitismo. Se investigó entre otras sustancias el aceite de hígado de bacalao. Elmer McCollum y Marguerite Davis, en la Universidad de Wisconsin, demostraron la existencia de un nutriente esencial en este aceite: la vitamina liposoluble A. Más tarde la vitamina liposoluble D. El descubrimiento de las vitaminas supuso un nuevo empuje para la venta de este producto. En 1927 Casimir Funk y Harry Dubin cuando trabajaban para los laboratorios HA Metz patentaron un procedimiento de extracción de las vitaminas A y D del aceite. Se fabricaron así las tabletas «Oscodal».

Más tarde se aisló el ergosterol, sustancia extraída del hongo ergot, como precursor de la vitamina D. Su exposición a los rayos solares la convierte en vitamina D. Sin embargo la emulsión Scott resistió y en los años cuarenta del siglo XX se anunciaba como fuente de vitaminas A y D naturales. La síntesis química de sustancia volvió a poner en peligro el mantenimiento en el mercado de la emulsión, pero ésta sobrevivió. No obstante, se constató que uno de los riesgos del excesivo consumo de este aceite podía conducir a la hipervitaminosis. La vitamina A no se procesa adecuadamente y se acumula en el hígado. pudiendo ser peligroso su uso en mujeres embarazadas y durante la lactancia.

En 1970 el médico danés Jorn Dyerburg estudió las dietas de los Inuit de Groenlandia y observó la baja incidencia en ellos de enfermedades coronarias. Se relacionó con el consumo de pescado. Esto abrió el camino a futuros estudios sobre los beneficios de los ácidos grasos omega 3. Los laboratorios Glaxo-Smith-Kleine, propietarios actuales de la patente de la Emulsión de Scott, volvieron a la ofensiva destacando las bondades de su producto en especial en lo que se refería a los efectos de los ácidos grasos Omega 3.

La emulsión Scott, pues, ha sobrevivido a sus creadores Scott y Beane que fallecieron en 1908 y 1910 respectivamente.

Bibliografía

–Bennett, J.H. (1841). Treatise on the Oleum jecoris aselli or Cod Ilver Oil. London: S. Highley

–De Jongh, L.J. (1843) Disquisitio comparativa chemico-medica de tribus olei jecoris aselli speciebus, quam, annuente summo numine, ex auctoritate rectoris magnifici…. Trajecti ad Rhenum, Eduard Fuhrl.

–Gautier, A.; Mourgues, L. (1890). Les alkaloides de l’huile de foie de morue. Paris, G. Masson.

–Peset Cervera, V. (1906), Terapéutica, materia médica y arte de recetar con hidrología médica. 2ª ed., 2 vols. Valencia, Imprenta de Francisco Vives Mora.

–Semba R.D. (2012). On the ‘Discovery’ of Vitamin A. Annals of Nutrition & Metabolism, vol. 61 (3): 192–198.  

Scott’s. About Scotts. Our story. Disponible en: https://www.scottskids.com/ph/our-story.html. Consultado el 15/2/2017.          

–Wendt, D. (2010). The Man with a Fish on his Back. Distillations. Chemical Heritage Foundation. Disponible en:https://www.chemheritage.org/distillations/magazine/the-man-with-a-fish-on-his-back. Consultado el 15/2/2017.

Noticias

***Usan como almacén auditorio de la Diresa de Puno declarado patrimonio. Allí se encuentra el mural «Historia de la medicina del Perú».

Fuente: Pachamama, radio en vivo

***La medicina paraguaya en cuatro paredes: El Museo de las mil almas. «El Museo del Hospital de Clínicas, ubicado en el antiguo edificio del nosocomio del barrio Sajonia, alberga objetos que cuentan la historia de la medicina paraguaya, desde sus inicios con los guaraníes hasta su traslado a San Lorenzo».

Fuente: Ultimahora.com

***Armenia y su aporte a la historia de la medicina. «La medicina, practicada primero como arte, comenzó en Armenia en el siglo XI a.C., fue enriqueciendo sus conocimientos a medida que se incrementaba el intercambio cultural con Grecia y Roma».

Fuente: Diario Armenia

***Dr. Hugo Rafael Cantisano Arias. Presidente de honor de la Sociedad Dominicana de Historia de la Medicina… Autor de Santiago y sus servicios médicos desde la colonización hasta 1930.

Fuente: almomento.net (Santo Domingo, República Dominicana)

***¿Importa conocer la historia de la medicina?… Se inaugura la cátedra de Historia y Filosofía de la Medicina en la Escuela de Medicina de la Universidad Cuauhtémoc Plantel Aguasclientes (México).

Fuente: El Heraldo

Aklilu Lemma (1934-1997)

Se ha incluido en la sección de Biografías y epónimos de historiadelamedicina.org la de Aklilu Lemma (1934-1997).

Se trata de un científico etíope que estudió ciencias en su país, un máster en Wisconsin y realizó el doctorado en la John Hopkins University de los Estados Unidos. Por entonces ya estaba preocupado por una enfermedad muy frecuente en su país, la esquistosomiasis. A su regreso observó a unas mujeres que lavaban la ropa en cursos de agua dulce con bayas de endod como sustituto de jabón. Se trata de una planta popular en África que crece en las zonas montañosas cuyo nombre científico es la Phytolacca dodecandra. También advirtió que en el lugar flotaban caracoles muertos. Relacionó ambos hechos: el uso de endod y los caracoles muertos. Dedicó gran parte de su vida a investigar el tema y en 1989 compartió con Wolde-Yohannes el llamado premio nobel alternativo (Right Livelihood Award. También trabajó en las Naciones UNidas y en UNICEF. Creó en su país un centro de Patobiología que lleva su nombre, ligado a la Universidad de Addis Abeba.

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Rosalind Franklin (1920-1958)

Se ha añadido a la sección de biografías y epónimos de historiadelamedicina.org la de Rosalind Franklin (1920-1958). Nacida en Londres, estudió física y química en la Universidad de Cambridge cuando esta institución no otorgaba todavía títulos de licenciado a las mujeres. Lo haría en 1947, dos años después de que ella presentara su tesis de doctorado. Durante la guerra trabajó para la Bristish Coal Utilisation Research Association. En 1947 marchó a París como becaria postdoctoral al Laboratoire Central des Services Chimiques donde perfeccionó sus técnicas de cristalografía. Cuando regresó a Londres lo hizo con una beca en el King’s College. Fue allí donde investigó el ADN y obtuvo la conocida fotografía número 51 que Wilkins, sin ella saberlo, mostró a Watson. Esto proporcionó pruebas para que él y Crick llegaran a la construcción de un modelo de la estructura del ADN que fuese válida.

En 1962 se concedió el premio nobel de fisiología y medicina a Wilkins, Watson y Crick por sus descubrimientos acerca de la estructura molecular de los ácidos nucleicos y su importancia para la transferencia de información en la materia viva. Nada se dijo de la obra de Franklin, como si no hubiera existido. Luego se arguyó que no podía concederse el premio a alguien que había fallecido. Sin lugar a dudas, influyó entonces el hecho de ser mujer.

Franklin trabajó después en el Birbeck College sobre el virus del mosaico del tabaco y el poliovirus. Sin embargo, un cáncer la llevó a la muerte a la temprana edad de 37 años. Desde entonces, varios libros han reivindicado la importancia de su obra para la historia de la ciencia.

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