Albert Hustin (1882-1967) y el citrato de sodio

Hemos incluido en la sección de «Epónimos y biografías médicas» la de Albert Hustin (1882-1967).

Se atribuye a este médico haber introducido la anticoagulación más potente, el citrato sódico, aunque alguienafirma que fue el argentino Luis Agote (1868-1954), el primero en usar esta sustancia en Buenos Aires en noviembre de 1914. Los estudios de Richard Weil (1876- 1917), tercer presidente de la Asociación Estadounidense de Inmunólogos, investigó la posibilidad de refrigerar la sangre tratada con citrato. Esto permitió conservarla durante dos o tres días.

Albert Hustin nació en Ethe (Bélgica) el 15 de julio de 1882. Realizó los primeros estudios en Virton Royal Atheneum. En la Universidad Libre de Bruselas cursó Medicina.

Uno de sus mentores fue Antoine Depage (1862-1925), fundador y presidente de la Cruz Roja de Bélgica. Una vez graduado completó su formación en París y Heilderberg. En 1906 fue a los Estados Unidos. Quedó prendado del alto desarrollo de la medicina norteamericana. A su regreso publicó “Algunas notas sobre los hospitales de Filadelfia”   Siguió después su carrera quirúrgica en el Departamento de Cirugía del Hospital St. Jean de Bruselas, que dirigía Depage.

Elaboró diferentes trabajos. Publicó un folleto sobre las reformas que creía que debían aplicarse a los estudios de medicina. Se preocupó por el bienestar de los estudiantes y llegó a fundar un servicio de detección de tuberculosis para ellos y un sanatorio. Entre 1908 y 1913 realizó treinta y nueve estudios que recogió en un volumen de 400 páginas que apareció en 1922.

En 1913 redactó su tesis de doctorado que trataba de la secreción externa del páncreas: Contribution à l’étude de la sécrétion externe du pancréas. Ya en 1907 publicó un trabajo sobre la anatomía, la histología y la fisiología del páncreas (“Anatomie et histologie du pancréas”), y en 1908, otro sobre su exploración clínica (“Exploration fonctionnelle du pancréas”) [18]. Estudió asimismo el páncreas aislado y con circulación artificial. Demostró que la secreción externa de este órgano era independiente de cualquier intervención nerviosa. Para ello era necesario irrigar este órgano con sangre que pudiera conservarse sin coagular durante un tiempo. Probó la glucosa, pero no funcionó. Conocidos los trabajos de Jules Bordet (1870-1961) y de Octave Gengou (1875-1957), eligió el citrato de sodio, que era conocido por usarse para estabilizar soluciones, entre otras sustancias. Después repitió con éxito sus experimentos en animales en el Departamento de Fisiología del Instituto Solvay.

La acción anticoagulante del citrato de sodio había sido descrita por C.A. Pekelharing y por L. Sabattini, diez años antes, pero en ese momento no llamó la atención.

Un día Hustin examinó a una persona que había sido envenenada con CO procedente de gas de la iluminación. Se le ocurrió que se podía extraer su sangre porción a porción y exponerla al oxígeno a presión y volverla a reinyectar. Otro día, mientras sangraba a un enfermo hipertenso, le preguntó si quería ver cómo su sangre se utilizaba para curar a otra persona. La oportunidad se presentó con un paciente anémico tras sufrir hemorragias intestinales. Así, el 27 de marzo de 1914, extrajo 150 ml de sangre del hipertenso, le añadió una solución glucosada de citrato de sodio y en el hospital St. Jean de Bruselas se la infundió. Publicó los resultados positivos un mes después en el Bulletin des Sciences médicales et Naturelles de Bruxelles y en el Journal Médical de Bruxelles, nº 32, de 6 de agosto de 1914.

Cuando estalló la Guerra, Antoine Depage (1862-1925), director del Hospital Océan de Le Panne, permitió la transfusión de sangre con citrato en el Hospital Militar Océan, y en 1915, en plena Guerra, Georges Debaisieux (1882-1956) y Carl Janssen recurrieron a la transfusión de sangre con citrato para contrarrestar la pérdida grave de sangre en los soldados heridos.

Durante este periodo Hustin investigó aspectos relacionados con la inmunidad y la anafilaxia. Con Bouché demostró que las reacciones en estos campos se producían tanto en el nivel local como general.

En el periodo de entreguerras Hustin trabajó en el Departamento quirúrgico de Robert Danis, conocido por sus aportaciones en traumatología y ortopedia y por sus intervenciones de cáncer de mama. Fue profesor de Cirugía clínica en la Universidad Libre de Bruselas y después en el Hospital Brugmann y en el Hospital St. Pierre.

Cuando estallaron la Guerra Española y posteriormente la Segunda Guerra Mundial, el método de almacenamiento de la sangre citratada de Hustin se volvió definitivamente el método de elección.

En 1934 Hustin participó en la apertura del primer servicio de transfusión de la Cruz Roja en Bélgica. No fue el primero, ya que Inglaterra lo creó en 1921. Siguieron el de Holanda y Alicante en 1930.

En Bélgica se creó una comisión de expertos para crear un Servicio de transfusión. Entre los que constituían la misma se encontraban Hustin, Pierre Nolf (1873-1953), entonces presidente de la Cruz Roja Belga y que llegó a ser ministro de Artes y Ciencias, y Moreau, que fue uno de los descubridores del factor Rhesus. En 1934 se puso en marcha el Centro Albert Hustin, anexo al Instituto Médico-quirúrgico del Hospital Brugmann de Bruselas.

Hustin también fundó en 1938 un Instituto de Educación Física que dirigió entre 1945 y 1948. Asimismo, propuso la creación de un doctorado de esta disciplina.

Al terminar la Segunda Guerra Mundial, se le encomendó la tarea de evaluar las discapacidades relacionadas con la misma. En dos años cerró más de 200.000 expedientes.

Hustin se casó con Mathilde Houyoux, doctora en Medicina. Tuvieron tres hijos: Paul, Albert y Jean-Louis. En 1964 se le concedió la distinción de Comandante de la Orden de Leopoldo.

Hustin se interesó también por las ciencias humanas. Escribió dos libros dedicados a las costumbres y al habla de la Lorena.

Hustin también fue muy aficionado a la mecánica, la electricidad y la electrónica. Con sus conocimientos desarrolló sus propios instrumentos. Adaptó un termómetro industrial que registraba las temperaturas para uso clínico; ideó un cardiotaquígrafo; con Dumont creó una bomba rotativa con rodamiento de bolas para transfusión [29].

Falleció en Bruselas el 12 de septiembre de 1967. Fue enterrado en su pueblo natal.

Se evidencia cómo un orangután se cura una herida

Hoy nos ha llamado la atención la noticia aparecida en los periódicos sobre Raku, el primer orangután al que se ha visto como se curaba una herida de la cara con una planta medicinal.

En un estudio observacional llevado a cabo en Sumatra, un equipo de investigadores presenció cómo Raku, un orangután joven, sufrió una herida. En lugar de ignorarla, Raku mostró un comportamiento del que muchos hablamos en nuestras clases sin tener evidencia científica. Se dirigió a una planta específica, la Fibraurea tinctoria, conocida localmente por sus propiedades medicinales y que se extiende por los bosques tropicales del sudeste asiático. Con cuidado y precisión, el orangután arrancó algunas hojas de la planta y comenzó a masticarlas. Luego aplicó la pasta resultante directamente sobre la herida. A lo largo de varios días, los investigadores observaron cómo Raku repetía este proceso, mientras que la herida parecía sanar notablemente más rápido que las heridas similares observadas en otros individuos de su especie.

Imagen de un orangután de Sumatra en Hagenbeck’s Tierpark. Procede de Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Pongo_abelii#/media/Archivo:Pongo_abelii_m2.JPG

La planta es conocida por uso popular contra la malaria, la diabetes o los problemas digestivos. La farmacognosia ha hallado en la misma furanos dipertenoides que poseen propiedades antiinflamatorias, antibacterianas, antioxidantes y fungicidas. Contiene, además, el alcaloide protoberberina, origen de la berberina, que se ha generalizado en las parafarmacias occidentales como sustancia que podría ayudar a regular la diabetes tipo 2.

El orangután se hirió, posiblemente, en una pela con otros orangutanes en defensa de su territorio. Al tratamiento con la Fibraurea tinctoria, se sumó un aumento del descanso o del reposo en un 30 por ciento mientras curaba la herida. El hecho se observó en junio de 2022. A los pocos días sólo quedaba una pequeña cicatriz.

Este tipo de hechos (automedicación en animales) son difíciles de documentar de forma sistemática. El trabajo se ha publicado en Scientific Reports (2 de mayo de 2024) con el título “Active self-treatment of a facial wound with a biologically active plant by a male Sumatran orangután”. Sus autoras son Isabell B. Laumer, Arif Rahman, Tri Rahmaeti, Ulil Azhari, Hermansyah, Sri Suci Utami Atmoko y Caroline Schuppli.

El artículo se refiere a las cinco formas o categorías reconocidas de la automedicación en animales, entre ellas la ingestión de plantas de forma preventiva o su uso de forma curativa. Lo que pasa es que estas conductas son muy difíciles de observar.

Este descubrimiento plantea preguntas fascinantes. Qué peso tiene el instinto, el aprendizaje o los dos en este tipo de comportamientos en animales. Cómo conectarlo con lo que solemos afirmar cuando hablamos de los humanos de la Prehistoria en su lucha contra la enfermedad y su prevención. También con el uso popular de plantas medicinales en sociedades indígenas o aborígenes y en sociedades urbanas como la nuestra.

El trabajo contiene muchos datos e imágenes que, sin duda, agradarán al estudioso y al curioso.

¡Explora la riqueza del conocimiento médico en la Exposición en línea «Greatest Medical Library in America» de la National Library of Medicine (NLM)!

La National Library of Medicine, la conocida institución del mundo del conocimiento médico, ha abierto sus puertas de manera virtual para invitar a todos a un viaje fascinante a través de la historia y la innovación en la atención de la salud. Se trata de la exposición en línea Greatest Medical Library in America.

Captura de pantalla del sitio web de la exposición

Sumérgete en la historia y Descubre tesoros ocultos: En 1878, el Dr. John Shaw Billings, cirujano del Ejército y coleccionista de libros, adquirió una colección de unos 300 folletos científicos de la biblioteca privada del renombrado fisiólogo francés Claude Bernard. En aquel momento, la biblioteca constaba de unos pocos miles de volúmenes. Ahora, conocida como Biblioteca Nacional de Medicina (NLM), esta colección se ha ampliado desde entonces a casi 30 millones de ejemplares.

El personal de catalogación ha trabajado y trabaja para garantizar que las colecciones se puedan encontrar, acceder y recuperar en el catálogo en línea. Para esta exposición se han creado o actualizado los registros de cada uno de los folletos de Bernard utilizando una variedad de herramientas que proporcionan información precisa sobre el título, el autor y la publicación, así como también los encabezados de temas y descripciones, de modo que los usuarios puedan descubrir y acceder rápidamente a la colección del «padre de la fisiología moderna».

En otoño de 1878 Billings exhibió esta colección en la primera exposición de la Biblioteca.

También se proporciona información sobre la conservación y la digitalización de los ejemplares.

Conecta con el presente: Pero la NLM no es solo un museo del pasado; es una institución que sigue marcando el ritmo en la era digital. A través de sus iniciativas en línea, como PubMed, MedlinePlus y ClinicalTrials.gov, la NLM brinda acceso a una vasta cantidad de recursos médicos que impulsan la investigación, la educación y la práctica clínica en todo el mundo. Esta exposición también pone de manifiesto cómo la NLM continúa innovando y adaptándose para satisfacer las necesidades cambiantes de la comunidad médica y científica.

¡No te pierdas la oportunidad de explorar la «Greatest Medical Library in America» desde la comodidad de tu casa! Visita la exposición en línea de la NLM y descubre por qué es un tesoro de valor incalculable para la comunidad médica y para la sociedad en general.

[Enlace a la exposición: https://www.nlm.nih.gov/exhibition/gmla/index.html]

Misión malaria: un recorrido por la historia de la enfermedad

Entre las variadas exposiciones que he visitado estos días pasados en Madrid, se encuentra «Misión malaria: una mirada histórica», en el Museo de Ciencias Naturales, comisariada por Alain-Paul Mallard y Matiana González Silva.

Elementos de la exposición «Misión malaria. Una mirada histórica» en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, de Madrid

El Museo está algo anticuado. Sin lugar a dudas debe tener un presupuesto que está a años luz de lo que disponen los grandes espacios de arte. Sin embargo, estimula la gran cantidad de escolares y bachilleres, sentados en el suelo formando corros, tratando de rellenar los formularios que les han pasado sus profesores, y a estos explicando con pasión cuestiones de biología o de ciencias naturales.

En estos momentos conviven dos exposiciones temporales, «Alfred Russel Wallace (1823-1913). Biogeografía y evolución» y «Misión malaria. Una mirada histórica», que se podrá visitar hasta el 22 de septiembre. Esta última está organizada por el Museo y por el Instituto Global de Barcelona (ISGlobal), centro que impulsa la Caixa.

Paneles, objetos, imágenes, planos, carteles, mapas, libros y folletos integran esta exposición. Muchos de ellos proceden de la colección personal del epidemiólogo Dr. Quique Bassat. Compuesta por varios módulos, pretende visibilizar una enfermedad que ha tenido y tiene un gran impacto sobre la salud de la humanidad. Se recorre su historia destacando campañas de salud pública y la evolución de la lucha contra la misma. Se habla de la quina, del descubrimiento del origen parasitario de la enfermedad y del papel del mosquito.

Hoy la malaria se distribuye por casi un centenar de países que están expuestos al contagio, fundamentalmente regiones de África, Asia y América situadas entre los trópicos de Cáncer y Capricornio. En 2015 la OMS registró 214 millones de casos en todo el mundo.

Elementos de la exposición «Misión malaria. Una mirada histórica» en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, de Madrid

Todavía recuerdo el encuentro que tuvimos con Manuel Elkin Patarroyo en la Facultad de Medicina de Valencia, en el que habló de su vacuna. Conocida como SPf66, es eficaz en el 30 y 60 por ciento de los casos (unos 100 millones de personas). Hoy se recomiendan la RTS,S/AS01 y la R21/Matrix-M para prevenir la enfermedad en los niños. No debemos olvidar tampoco los problemas que causó el paludismo en varias zonas de España, en concreto en Valencia durante el siglo XVIII en relación con los cultivos de arroz.

En 2009 la Biblioteca Nacional también organizó una exposición sobre la Malaria en cinco espacios: Las fiebres intermitentes, la quinina, el descubrimiento del parásito y el vector, estrategias de lucha, las campañas antipalúdicas españolas, y la malaria en tiempos recientes.

Exposiciones en Fundación Telefónica (Madrid)

Procuro visitar todas las exposiciones de la Fundación Telefónica, en la calle Fuencarral, de Madrid; impactan y enriquecen. Hace unos días pude recorrer “Ventanas al futuro” (planta 3ª, espacio 9). Forma parte de una trilogía que se inició con “La gran imaginación. Historias de futuro” y “Liam Young. Construir mundos”. Todas ellas proyectan escenarios de ficción y mundos construidos a partir de la tecnología.

“Ventanas al futuro” muestra el trabajo de seis creadores que nos acercan a lo que podría ser el futuro y en donde la tecnología juega un papel esencial. Se trata de imágenes generadas completamente por ordenador o por Inteligencia artificial (IA), eso de lo que se habla mucho últimamente.

«Imagen de «Mundos futuros». Fundación Telefónica

Los artistas son Paul Trillo, artista multidisciplinar, escritor y autor de películas experimentales altamente técnicas; GMUNK, Bradley Grosh, que es un prolífico director, diseñador y artista afincado en Berkley; Inferstudio, que es un estudio de diseño digital que crea mundos, videografía, efectos visuales y visualización de datos, y colabora con otros profesionales; Boldtron, que está constituido por los hermanos Xavier y Daniel Cardona, artistas de Barcelona especialistas en 3D, CGI, RV e IA; Lifeforms, que es un estudio de diseño que trabaja en un área entre los videojuegos y el diseño; y fuse*, que es un estudio multidisciplinar que investiga las posibilidades expresivas de las tecnologías emergentes tratando de interpretar fenómenos humanos, sociales y naturales.

Esta exposición estará disponible hasta el mes de julio.

Otra exposición que pude contemplar lleva como título “Mundo expandido. Entre lo físico y lo virtual”, que “explora los mundos simulados, sus antecedentes, implicaciones éticas y filosóficas, legales, sociales y económicas a través de ochenta piezas que abarcan desde los cicloramas del siglo XIX hasta la realizadad aumentada o fenómenos sociales como SecondLife”. Estará disponible hasta el mes de mayo en la 4ª planta.

Imagen de la Exposición «Mundo expandido. Entre lo físico y lo virtual”, en Fundación Telefónica.

Muchos pertenecemos a una generación que ha visto nacer Internet, una red que cubre el mundo y que ha llegado a formar en pocos años un espacio virtual sin existencia física donde entramos cada día para informarnos, enviar y recibir correo, usar las redes sociales, aprender, entretenernos, escuchar música, compartir archivos, etc. Con el comienzo de siglo los nuevos teléfonos móviles han permitido poner todo esto en la palma de nuestras manos.

La evolución de Internet continúa con fenómenos como la Inteligencia Artificial, la inclusión del mundo virtual en el mundo físico… en definitiva se está creando un mundo que podemos denominar “expandido”. Artistas como Marc Lee, Cao Fei, Solimán López, Eva y Franco Mattes, Theo Triantafyllidis, Johanna Jaskowska e Ines Alpha, entre otros, junto a las instalaciones de ScanLAB Projects o el Barcelona Supercomupting Center, abordan cuestiones en torno a la migración de nuestra identidad a un espacio donde no existe la corporeidad, la repercusión de crear alter egos digitales o el impacto en el trabajo, la salud, el ocio y la cultura; retos e inquietudes de una sociedad que habita entre lo físico y lo virtual, y que nos invitan a reflexionar sobre las normas y códigos éticos que deben regular la ciudadanía digital”.

Puede completar el visitante esta exposición con la que actualmente se puede ver en el espacio 16 de Matadero, de Madrid, “Arde Pompeya”. Una experiencia inmersiva que recomiendo. Emociona e instruye de forma novedosa que poco a poco se irá imponiendo.

Imagen de la Exposición «Arde Pompeya». Matadero. Madrid.

Otoscopio de Brunton

Ofrecemos a continuación el guión del vídeo «Otoscopio de Brunton» que se encuentra en el Canal «Medicina, historia y sociedad» de Youtube.

Hoy vamos a conocer el otoscopio de Brunton, pero antes sepamos qué es un otoscopio.

Es un dispositivo o instrumento que permite examinar los conductos nasales y auditivos. El desarrollo de instrumentos para otoscopia y rinoscopia se desarrollaron en paralelo y condujeron temporalmente a soluciones casi idénticas, por lo que a veces cuesta identificar para qué fueron utilizados los más antiguos.

Estos instrumentos debían tener un efecto de expansión y extensión y a ser posible que se manejaran con una sola mano para que, con la otra, se pudiera intervenir (por ejemplo, extraer un cuerpo extraño). La iluminación no se tomó en cuenta hasta el siglo XIX.

[INTRO]

Se suele decir que el primero que lo inventó fue Guy de Chauliac en 1363. En su Collectorium cyrurgiae habla de un instrumento que llamó Speculum ad solem para examinar, inspeccionar y expandir la nariz y el canal auditivo. Atribuye su creación al médico Ali-Abbas, aunque este aspecto no está claro.

Desde  el siglo XVII hubo varias propuestas que analizaremos en un próximo vídeo.

Al principio predominaron dos tipos de formas, los otoscopios de valvas o ramas, que se adaptaban a las dimensiones de cualquier canal auditivo, la presión ejercida no era dolorosa, siendo regulables y controlables (por ejemplo, el de Bonnafont). Un inconveniente es que requerían una mano del observador. Alguien introdujo una especie de cremallera que lo mantenía sujeto una vez adaptado, lo que liberaba ambas manos.

El otro tipo fueron los espéculos de forma cilíndrica, de botella, embudo o cónicos, según el diseñador. Los había de varios tamaños y sus superficies reflejaban bien la luz. Podían encajarse entre sí y transportarse fácilmente. Los hubo de goma, pero no reflejaban bien la luz.

Vamos a analizar el otoscopio que diseñó Brunton, uno de los más utilizados, pero acerquémonos antes a su biografía.

Brunton nació en Campbeltown, Kintyre, el 16 de mayo de 1835, hijo de William Brunton, hombre muy conocido y respetado en el oeste de Escocia. Su hijo mayor, John, recibió su educación en la Universidad de Glasgow, donde obtuvo el Bachelor degree en 1855, el Master degree 1856 y el de Medical Doctor en 1860.

Ocupó puestos de cirujano interno y médico interno en la Royal Infirmary de Glasgow. Después de ampliar estudios en el Continente, se instaló en Londres en 1862. Llegó a consolidar una buena clientela por su carácter y su competencia. Fue admirado tanto por ricos como por pobres.

Fue cirujano de la Maternity Charity, médico de las compañías ferroviarias Midland y Great Northern, médico del Presbyterian College; y Cirujano consultor del Royal Caledonian Asylum.

Fue vicepresidente de la Sociedad de Obstetricia (Obstetrical Society) y de la Sociedad Médica de Londres (Medical Society of London). La estima que le tenía la Universidad de Glasgow quedó demostrada por el hecho de que continuó como examinador de títulos de medicina durante un período de no menos de doce años.

Brunton contribuyó con numerosos artículos a la literatura médica y prestó especial atención a las enfermedades del oído.  Poseía amplios conocimientos y práctica al respecto, pero también mucho sentido común que supo aplicar a su trabajo.

El 23 de marzo de 1899 fue confinado en cama porque no se encontraba bien, pero a la mañana siguiente regresó a su trabajo. Después de cenar perdió el conocimiento (había sufrido una hemorragia cerebral) y murió al día siguiente, 25 de marzo.

Esta es la descripción original que dio a conocer Brunton en la revista The Lancet en 1865

“En la primavera de 1861, al examinar los oídos de un paciente con los instrumentos auditivos ordinarios, me encontré con dos serias dificultades para formar un diagnóstico correcto; a saber: 1. la cabeza del observador obstruía en gran medida la luz. 2. El ojo no podía acercarse lo suficiente al objeto para permitir el examen y, más aún, si se utilizaba la luz del sol en lugar de luz artificial. Esto me llevó a diseñar este aparato:

El instrumento consta de un tubo de latón (A), de dos pulgadas de largo y tres cuartos de pulgada de diámetro, en uno de cuyos extremos (B) se hace encajar, deslizándolo, un auricular similar al espéculo auditivo de Toynbee. En el otro extremo (D) hay un ocular (E), con una lente (F) de poder de aumento moderado; el ocular se desliza para permitir una disposición focal que se adapte al ojo del observador. En el cuerpo del instrumento, cerca del extremo del auricular, y colocado en un ángulo de 45º, hay un espejo cóncavo (G) con un agujero en el centro (H). Esta abertura está en la línea del eje del tubo y del espejo.

En ángulo recto con respecto al cuerpo del instrumento, y frente al espejo, está adaptado un reflector deslizante de plata pulida (K) en forma de embudo para recoger y concentrar los rayos de luz, de modo que los rayos (rr) entren en el costado y, al caer sobre el espejo (H), se reflejan y se concentran en el oído y se llevan de regreso (r’r’) al ojo del observador (O) a través de (H), el agujero en el espejo, y se magnifican mediante la lente del ocular (E, F).

También hay un mango unido al reflector de luz, que funciona con una banda deslizante y que puede girarse para adaptarse a cualquier mano del observador, según lo desee, cuando mira al oído derecho o izquierdo».

Aquí podemos observar el tubo. En su parte superior se coloca la lente que puede acomodarse al ojo del observador.

[MOSTRANDO EL INSTRUMENTO REAL]

En la parte inferior se acoplan los espéculos de distintas formas o medidas. Es la parte que se introduce por el Canal auditivo externo.

Perpendicular al tubo desemboca esta especie de embudo por donde penetra la luz, que encara directamente con un espejo que forma 45º con el diámetro del tubo. Esto concentra los rayos lumínicos hacia el oído.

El espejo tiene una abertura o agujero central que permitirá que veamos el oído y explorarlo, llegando, incluso a la membrana timpánica

Fue el primer dispositivo que incorporó simultáneamente un espéculo auricular, una lupa u ocular y una abertura ampliada en la base que, al permitir la entrada de luz, permitía la entrada a la membrana timpánica.

Fue utilizado fundamentalmente por los médicos generales. Los otólogos siguieron prefiriendo la combinación de un espejo frontal y el espéculo auricular, ya que permitía la liberación de ambas manos.

Es fácil de utilizar y fácil de fabricar. Permite examinar el oído con precisión y minuciosidad. Puede usarse con luz natural y artificial, con lente de aumento o no.

Emile Ménière en su Manuel d’Otologie clinique (1895) dijo:

«El otoscopio de Brunton es preferible a los demás, según mi parecer. Yo lo empleo desde hace veinticinco años. Las aberturas de los tubos de los espéculos permiten introducir todos los instrumentos que deben estar necesariamente un poco acodados. Una sola mano, la derecha o la izquierda, según el lado, es suficiente para operar en todos los casos, excepto cuando se trata de quitar una exostosis con la gubia y el mazo.

Este otoscopio, cuyo ocular puede proporcionar un aumento notable es, según mi opinión, el más simple y el más cómodo. No dudo que algún día estará en todas las manos. En la actualidad, aunque tiene mucho tiempo, se le conoce poco o mal».

Otros otólogos lo rechazaron o recomendaron sólo para examen.

Por último decir que, como muchos instrumentos, se fabricaron otoscopios de Brunton con pequeñas variaciones.

Bueno, ya sabemos qué es y cómo funciona el Otoscopio de Brunton. Para el próximo vídeo ofreceremos una pequeña historia de los otoscopios.

Nos vemos en el próximo vídeo.

Bibliografía

–Brunton, J. (1865). A new otoscope or speculum auris. The Lancet, vol. 86, pp. 617-618
–Ménière, E. (1895). Manuel d’Otologie Clinique. Paris, Rueff et Cie.
–Politzer, A. (1913). Geschichte der Ohrenheilkunde. Vol 2. Verlag von Ferdinand Enke

Péan y las pinzas hemostáticas

Insertamos en esta ocasión el guión del vídeo del Canal Youtube «Medicina, historia y sociedad«, «Péan y las pinzas hemostáticas».

Vamos a dedicar este vídeo a las pinzas hemostáticas.

El contexto en el que vamos a situar el tema es lo que se conoce como Revolución quirúrgica, es decir, la superación del dolor con la anestesia, de la hemorragia con la hemostasia, y de la infección con la antisepsia primero y después con la asepsia.

La hemostasia es un mecanismo fisiológico del organismo que se activa tras sufrir un traumatismo o lesión que previene la pérdida de sangre del interior de los vasos sanguíneos. Se produce una activación plaquetaria, una agregación y formación de un tapón o trombo, y finalmente, la disolución del mismo.

Pero nosotros nos vamos a referir a la hemostasia quirúrgica que implica actuar para que las lesiones y heridas producidas de forma voluntaria durante las intervenciones quirúrgicas, dejen de sangrar. Esto se puede realizar con elementos sencillos como el uso de vendas, gomas, ligaduras, puntos de sutura o más complejos como con el uso del bisturí eléctrico, la electrocoagulación, etc. Como sabemos, la pérdida de una cierta cantidad de sangre puede provocar el shock. En este caso, la reposición de la misma o la transfusión se convierte en una herramienta fundamental. Pero no fue hasta principios del siglo XX que ésta pudo realizarse con todas las garantías gracias al descubrimiento de los grupos sanguíneos por parte de Karl Landsteiner (1868-1943).

Los instrumentos quirúrgicos han estado presentes en numerosas civilizaciones como los mesopotámicos, el Egipto faraónico, los griegos, los romanos, los árabes, etc. La medicina científica utiliza un sinfín de los mismos. Unos son muy sencillos y otros, por el contrario, son más complejos.

Entre los más conocidos están las tijeras, las tenazas, las pinzas, etc. cuyo funcionamiento se basa en el principio físico de la palanca.

Una de las pinzas más conocidas y utilizadas es la que ideó el cirujano Jules Émile Péan (1830-1898).

Nació en Marboué, Francia, en 1830. Estudió en el Colegio de Chartres y en 1851 comenzó medicina en París. En 1852 fue externo de los hospitales. Estuvo en el Hospital Beaujon en el servicio de Jean-Nicolas Marjolin (1780-1850) y más tarde en el de Édouard-Pierre Chassaignac (1804-1879), quien le enseñó las virtudes de la hemostasia.

Ya como interno en 1855 estuvo en el servicio de Charles Pierre Denonvilliers (1808-1872) en el Hospital de San Luis, y después en el de Auguste Nélaton (1807-1873), quien fue su maestro más importante.

En 1860 obtuvo el grado de doctor y fue contratado como prosector de los hospitales de París. En 1865 pasó a ser cirujano del Bureau central y, dos años después, fue cirujano de los hospitales. Pasó por el de Infantes asistidos, Lourcine, St Antoine y finalmente, en 1876, en el de St Louis. Compaginó el ejercicio público con la actividad privada.

En 1892 tuvo que jubilarse de los centros oficiales pero creó con su dinero el Hospital Internacional, un centro privado de 50 camas en la Rue de la Santé donde atendía a pobres e indigentes. Después de su muerte pasó a llamarse Hospital Péan. Se dice que cobraba grandes sumas por sus intervenciones y que llegó a hacer una gran fortuna.

En 1887 fue elegido miembro de la Academie National de Médecine a pesar de que varios de sus colegas no estuvieron de acuerdo. Tenía un carácter difícil y se enemistó con muchos compañeros. Murió en París de una neumonía el 30 de enero de 1898.

Fue en el Hospital de San Louis donde adquirió fama. Se le conoce por varias operaciones. Fue uno de los primeros en practicar la extirpación de un quiste de ovario en 1864. Fue reduciendo la mortalidad de esta intervención, cercana al 100 por ciento, al 3-4 por ciento. Un año después realizó una histerectomía vaginal para intervenir un carcinoma. En 1867 realizó una esplenectomía. También fue el primero en realizar en 1879 una resección del píloro y del antro con anastomosis gastroduodenal terminoterminal en un cáncer gástrico. En 1895 utilizó una nueva técnica para la ablación de divertículos vesicales.

 En 1893 encargó a un dentista que fabricara una prótesis de hombro para un paciente con tuberculosis, en el que se vio afectado el hombro que tuvo que extirpar. La intervención se realizó con éxito; incluso el enfermo, que era camarero, pudo seguir trabajando. Sin embargo, en 1895 se le extrajo por infección.

Entre sus publicaciones destacan sus Leçons de clinique chirurgicale professées à l’Hôpital Saint-Louis (1876-1900), L’Ovariotomie… (1868), Hystérotomie: de l’ablation partielle ou totale de l’utérus par la gastrotomie (1873), Diagnostic et traitement des tumeurs de l’abdomen et du basin (1880-1899), De la Forcipressure (1875). También ayudó a preparar la segunda edición de los Elements of surgical pathology de Nélaton.

A pesar de no haberse instalado la antisepsia ni la asepsia en París de forma regular, Péan operaba siempre vestido de forma impecable con un gran delantal blanco totalmente limpio. Para evitar mancharse se alejaba del paciente, estirando los brazos hacia adelante y utilizando todo tipo de instrumentos para no tocar nunca al enfermo. (Cité dans : La médecine à Paris du xiiie au XXe siècle, Fondation Singer-Polignac. Paris : Édition Hervas, 1984, p. 442.). Algunas veces realizaba sus intervenciones fuera del hospital, entonces fuente de infecciones. A pesar de esta obsesión con la limpieza, se enfrentó a las ideas de Pasteur que, como sabemos, explicó las causas de la infección y a las medidas antisépticas que Lister puso en marcha hacia 1865.

El uso de la palabra forcipresión y de un aparato para evitar las hemorragias va ligado al nombre de Péan aunque se sepa poco del uso de este tipo de instrumentos en otros lugares y en otros momentos. Lo único que parece seguro es el invento de Péan de la cremallera que mantiene cerradas las tenazas. Durante más de un siglo, nadie ha encontrado algo mejor y este estándar ha sido adoptado y adaptado en todo el mundo.

Hay varios tipos de pinzas de Péan: tres tamaños (incluso más) y  rectas o curvas. Todas entran en la categoría de pinzas de forcipresión.

[Locución]: «Yo ideé las pinzas que llevan mi nombre. Evitan aplastar los tejidos durante la manipulación quirúrgica. Su punta redondeada y plana permite que estos queden intactos y los lados de los anillos ofrecen un buen agarre para los dedos de la mano, lo que limita el riesgo de pellizcar a los pacientes. Por otra parte, está equipada con un sistema de bloqueo, el cual permite mantener la pinza cerrada cuando sea necesario. De igual modo, es una herramienta ideal para los procedimientos médicos, puesto que las pinzas de Péan permiten manipular las compresas sin cortarlas, y permiten colocarlas sobre una herida limpia, sin tocar directamente la piel del paciente».

Como sucede con otros instrumentos, los cirujanos personalizan las pinzas y surgen así otros tantos modelos. Normalmente modifican el mecanismo de articulación de sus ramas o la forma de los bocados de las pinzas.

Por ejemplo, la misma pinza de Péan en forma de T.

Emil Theodor Kocher (1841-1917) diseñó otras que llevan su nombre. Tienen los bocados largos y en su extremidad terminal presentan unos pequeños dientes o garfios.

Thomas Spencer Wells (1818-1897) ideó otras en las que la articulación de las ramas cerca de los bocados de las mismas.

Las llamadas pinzas de Kelly, ideadas por la enfermera Hellen Wood según algunos,

El estadounidense William Halsted (1852-1922) diseñó unas pinzas para vasos pequeños, no siendo útiles para grandes vasos o arterias.

Bueno, y hasta aquí el vídeo sobre las pinzas hemostáticas de Péan y de algunas de sus variantes.

Nos vemos en el próximo vídeo.

Bibliografía
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–Hawk, A.J. (2016). ArtiFacts: The Case of Jules Pedoux. Clin Orthop Relat Res. 2016; 474(2), pp. 302-303.
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–Péan, J.-É. Leçons de clinique chirurgicale professées à l’Hôpital Saint-Louis…, suivies des connections recueillies dans le service de l’auteur. 10 vols. Paris, Baillière, 1876-1900.
–Péan, J.-É. Diagnostic et traitement des tumeurs de l’abdomen et du basin. 4 vols. Paris, V. Adrien Delahaye, 1880-1899.
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–Un glorieux et surprenant précurseur de l’asepsie, Jules-Émile Péan. Trimestriel d’information de l’Association Amicale des Anciens Internes des Hopitaux et Hospices Civils de Paris. N°19 – décembre 1998. Disponible en http://www.leplaisirdesdieux.fr/LePlaisirDesDieux/AAIHP/InternatDeParis/IDP19JEPEAN.html Consultado el 22 de mayo de 2023.

Leeuwenhoek y la microscopía

Añadido nuevo vídeo en el canal «Medicina, historia y sociedad» de Youtube, insertamos aquí la transcripción del que se dedicó a Leeuwenhoek y la microscopía.

Antes de la invención del microscopio se utilizaban lentes de aumento como las lupas. Sus propiedades eran conocidas por civilizaciones como la egipcia, la babilónica o la griega, aunque su poder de aumento era muy limitado.
 
A finales del siglo XIII en Italia se fabricaron lentes para ser utilizadas como gafas. Las técnicas de fabricación fueron mejorando hasta llegar al telescopio y el microscopio.
 
Entre las personas implicadas en este desarrollo podemos mencionar a Zacharias Janssen (1585-1632), a quien se atribuye la fabricación del primer microscopio compuesto en 1590. Otros hablan de Han Lippershey (1570-1619) como el verdadero inventor. Galileo fabricó en 1609 un microscopio empleando una lente cóncava y una convexa. Cornelius Drebbel (1572-1633) usó dos lentes convexas en 1619.
 
Uno de los primeros en utilizar el microscopio con fines científicos fue el conocido Robert Hooke. En 1665 publicó su obra Micrographia, que recoge los resultados de sus observaciones. Usó la luz para mejorar la visibilidad y algunas de sus observaciones alcanzaron los 50 aumentos. Como sabemos, también fue el primero en describir la célula o celdilla en el corcho sin que en esos momentos se comprendiera su significado. Su obra parece que llegó a poner de moda entre mucha gente el “nuevo juguete”.
 
Se discute si la palabra “microscopio” fue utilizada por primera vez por Johann Giovanni Faber (1570-1640), miembro de L’Accademia Nazionale dei Lincei (Roma) y médico al servicio del papa Urbano VII, o por Athanasius Kircher (1601-1680), en su libro Ars Magna Lucis et Umbrae, en el que realiza una clasificación de los microscopios de su tiempo.
 
Uno de los que más contribuyó al desarrollo del microscopio y a su uso fue Antoine van Leeuwenhoek. Nació en Delft (Países Bajos) el 24 de agosto de 1632. El mismo año y en la misma ciudad también nació el conocido pintor Jan Vermeer quien también mostró gran interés por la óptica y la iluminación. Sólo en el siglo XX se comprendieron parte de las descripciones de Leeuwenhoek y todavía hoy se sigue trabajando en ellas. Este año se cumple tricentésimo aniversario de su fallecimiento y se espera tener lista una obra que contenga toda su producción.
 
Leeuwenhoek era comerciante de tejidos y su interés en las lentes estaba en valorar adecuadamente la calidad de las telas. Residió casi toda su vida en su ciudad natal donde montó su propio comercio de telas. En 1669 se convirtió en agrimensor y a partir de 1679 desempeñó el puesto de inspector y controlador de vinos. Habiendo logrado una buena posición social, con ingresos suficientes, parece que abandonó el comercio de tejidos y pudo dedicarse a la microscopía.
 
Algunos señalan que conoció la Micrographia de Hooke, que le debió animar a la tarea. Logró fabricar lentes de gran aumento a la vez que evitaba las aberraciones de luz. Su microscopio sólo tenía una lente. En su época los microscopios solían ser compuestos aunque con aberraciones cromáticas y esféricas. Llegó a pulir lentes con un diámetro inferior al milímetro. Como trabajaba con distancias focales pequeñas, conseguía muchos aumentos. Se dice que llegó a construir a lo largo de su vida centenares de microscopios. Todavía hoy no se sabe muy bien qué técnica utilizó para lograr unas lentes tan perfectas.
 
Asomado a un mundo nuevo y fascinante Leeuwenhoek pasaba horas observando a través de su instrumento.
 
[Descripción del microscopio
Una base sólida en la que se mantenía la lente esférica única; tornillos de ajuste que estaban montados y pegados en su lugar para ajustar el pasador de sujeción de la muestra y, a veces, una abertura colocada delante de la muestra para controlar la iluminación. Se observaba mirando al sol o a una fuente lumínica].
 
Leewenhoek trascendió la idea de microscopio, de la forma de observar y de contar lo que se veía a través de los nuevos instrumentos de su época.
 
Comunicó sus hallazgos en forma de cartas a la Royal Society y también a la Academia de París. En ocasiones algunos de sus miembros le pedían aclaraciones o más información, que éste proporcionaba. Después él y otros autores publicaron algunas de sus cartas total o parcialmente acompañadas o no de notas, explicaciones y aclaraciones. Fue Regnerus de Graaf (1641-1673) quien lo presentó en 1673 a Oldenburg, secretario de la Royal Society. De Graaf dijo que su amigo había inventado microscopios superiores a los fabricados hasta entonces. Lamentablemente éste murió en 1673.
 
Acabó siendo miembro de la Royal Society en 1680 y de la de París en 1699. Al principio sus miembros rechazaron o no vieron claras sus observaciones porque no procedía del mundo académico y también porque ellos mismos no lograban reproducirlas con sus instrumentos. Sin embargo, el propio Hooke sí las admitió e incluso logró reproducir alguna.
 
En 1673 escribió y presentó sus primeras observaciones en las que describía la estructura del moho y la del aguijón de las abejas.
 
Observó y describió maderas, vegetales y sus partes; escamas, insectos y plumas de aves; levaduras y un largo etcétera. Estudió pequeños animales y logró describir su ciclo vital. Explicó cómo se reproducían las anguilas.
 
En aquella época se creía que los gusanos y otros pequeños animales surgían por generación espontánea. Él lo desmintió al verlos salir de sus huevos.
 
En 1676 describió “pequeños animales” en el sarro y sustancias procedentes de su boca y dientes, así como de aguas estancadas y de otras fuentes. Se suele afirmar que se trata de la primera descripción de las bacterias y protozoos. No contento con esto los sometió a variables como el tiempo, el calor, su reacción al agua caliente, el café, sustancias ácidas, etc. Incluso llegó a crear “medios de cultivo” para los mismos. A bacterias, protozoos y otros animales semejantes los llamó “animálculos”.
 
En 1677 descubrió sus propios espermatozoides y estudió también los de otras especies. Se dice que llegó a afirmar que la fertilización ocurría cuando los espermatozoides penetraban en el óvulo. En esa época, no obstante, estaban en boga las teorías transformacionistas. En sus escritos a la Royal Society sobre el tema indicó que al tratarse de asunto tan delicado podían destruirlo, censurarlo y no publicarlo. Efectivamente, hasta el siglo XIX no se hicieron públicos estos estudios y aún con alguna censura.
 
En un principio Leewenhoek fue poco reconocido por sus investigaciones de los glóbulos rojos. Sin embargo, entre 1673 y 1712 incluyó más de treinta y cinco descripciones de glóbulos sanguíneos y hemocitos en insectos y crustáceos. Estudios del siglo XX señalan que Leewenhoek merece el crédito de haber proporcionado la primera descripción real de los glóbulos rojos.
 
La primera la hizo en una carta a Henry Oldenburg, secretario de la Royal Society. Fechada en agosto de 1673 describía la imbibición, digestión y excreción de sangre humana por parte de un piojo. En otros escritos profundizó más considerando los hematíes como fuente de nutrición. Observó su sangre y llegó a contestar unas cuestiones que le formuló Robert Boyle.
 
Leeuwenhoek escribió a Oldenburg el 6 de julio de 1674 con más información. Envió algunos tubos de vidrio para que los “Caballeros curiosos puedan compartir mis observaciones sobre la sangre, etc.” Leeuwenhoek recurrió a metáforas sorprendentes para explicar lo que vio. 
 
En su carta del 22 de enero de 1675 a Oldenburg, describió los glóbulos en la sangre “con tanta nitidez como si viéramos con nuestros ojos sin la ayuda de lentes los granos de arena sobre un trozo de tafetán negro, unos amontonados, otros esparcidos, y es curioso ver cómo los glóbulos de sangre se juntan cuando yacen dispersos”.
 
También se ocupó de estudiar su circulación a través de arteriolas, capilares, vénulas y venas. Algunos también afirman que vio y describió la hemólisis. Ensayó asimismo echar productos a la sangre; pudo observar el comportamiento de soluciones hipotónicas e hipertónicas. Según los expertos, Leewenhoek también fue testigo de “las arterias, que siempre llevan la sangre a las partes más alejadas de los vasos pequeños; y venas, cuando llevan la sangre de regreso al corazón”
 
Un aspecto de las observaciones de Leeuwenhoek que las hace tan valiosas para la historia de la ciencia es que son observaciones de procesos dinámicos. Por ejemplo, podría haber alertado a las mentes científicas del siglo XVIII de que “medir” el color podría ser importante para evaluar las propiedades de la sangre en general y de los glóbulos rojos en particular.
 
También hay que señalar que contrató a un ilustrador para que dibujara lo que él veía y de esa forma sus escritos pudieron ir acompañados de imágenes.

Describió, pues, bacterias, infusorios, protozoos, espermatozoos, etc. Comenzó a discernir la estructura fina de varias estructuras anatómicas (fibra muscular, cristalino, hematíes, estructura fibrilar de la sustancia blanca medular y encefálica, la pared muscular, epidermis, etc. Todavía hoy siguen estudiándose sus aportaciones. El análisis del inventario patrimonial de su hija, por ejemplo, ha arrojado nuevos datos, entre ellos pistas de cómo debió construir sus microscopios.

Bibliografia

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Dobell C. The ‘first 27 unpublished letters’ of Antony van Leeuwen-
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Zuidervaart HJ, Anderson D. Antony van Leeuwenhoek’s micro- scopes and other scientific instruments: new information from the delft archives. Annals of Science 2016;73:257–88.
 
 
 

Esfigmógrafo de Dudgeon

A continuación inserto el guión del penúltimo vídeo subido al canal de Youtube Medicina, historia y sociedad: Esfigmógrafo de Dudgeon.

En un vídeo anterior (sale el enlace aquí arriba) en el que hablamos de la medida de la presión arterial nos referimos al esfigmógrafo de Vierordt y el de Etienne Jules Marey, que era una versión muy mejorada del anterior y que al final quedó para medir las pulsaciones, o mejor dicho, observar el pulso por el método gráfico.

Hoy vamos a presentar otro esfigmógrafo que llegó a ser muy popular en su época: el esfigmógrafo de Dudgeon

INTRO

¿Quién fue Dudgeon? Robert Ellis Dudgeon nació el 17 de marzo de 1820 en Leith, distrito municipal de la ciudad de Edimburgo. Se formó como médico en Edimburgo (Escocia) donde obtuvo el grado en 1841. Estuvo después en Viena con los conocidos Carl von Rokitansky (1804-1878), Josef Skoda (1805-1881), Fedinand Hebra (1816-1880) y Jäger (1832-1917). También asistió en París a varias conferencias impartidas por celebridades médicas como Alfred Velpeau (1795-1867), Gabriel Andral (1797-1876) y Pierre Charles Louis (1787-1872) entre otros.

En Viena contactó con los seguidores de Samuel Hahnemann (1755-1843) quien unos cuarenta años antes había presentado la homeopatía. En ese momento, sin embargo, no se sintió atraído por estas teorías.

Marchó después a Berlín para estudiar las enfermedades de los ojos con Johann Christian Jüngken (1794-1875), del oído con Wilhelm Kramer (1801-1876) y química orgánica con Simon. Asistió en Dublín a conferencias de Dominic Corrigan (1802-1880), Robert James Graves (1796-1853), y William Stokes (1804-1878), entre otros.

En 1843 se encontraba en Liverpool donde fue persuadido por John James Drysdale para que estudiara homeopatía. Tradujo del alemán artículos para el naciente Bristish Journal of Homeopathy (1943) y regresó a Viena para realizar una segunda estancia que se centró en aprender homeopatía con Wilhelm Fleischmann (1798-1868) en el Hospital Gumpendorf.

Se instaló después en Londres donde ejerció desde 1846 a 1884. Desde allí fue editor del Bristih Journal of Homeopathy hasta que este desapareció.

En 1850 Dudgeon fundó el Hospital Hahnemann y la Escuela de Homeopatía en Bloomsbury Square. En 1969 cerró el Hospital Homeopático de Londres por problemas legislativos. Fue secretario, vicepresidente y finalmente presidente de la Sociedad Homeopática de Londres. Publicó varias obras de homeopatía.

Elegido presidente del Congreso Homeopático Internacional que debía celebrarse en Atlantic City en 1904, no pudo asistir por problemas de salud. Murió en Londres el 8 de septiembre de 1904. A pesar de una excelente formación con los mejores clínicos de la época se inclinó por la homeopatía.

Dudgeon ideó un instrumento de bolsillo, un esfigmógrafo, para el registro del pulso. Sobre el mismo publicó The Sphygmograph: its history and use as an aid to diagnosis in ordinary practice (1882).

El pulso ha sido considerado como el signo básico de vida en la mayoría de los tiempos y culturas, y tomar el pulso es una parte estándar de todas las grandes tradiciones médicas. A partir de la década de 1860 s crearon varios esfigmógrafos, esfigmomanómetros y los esfigmómetros que gozaron de menor popularidad.

Si Marey introdujo el suyo en 1863, en 1881 lo hizo Robert Ellis Dudgeon. Se trataba de una aparato más pequeño y portátil.

El aparato se ataba a la muñeca de forma que un manómetro sensible se situaba sobre la arteria radial para registrar las variaciones. Un mecanismo de reloj hacía correr un tipo especial de papel sobre el que una aguja que transmitía el movimiento del pulso lo registraba de forma gráfica.

Este instrumento se hizo popular rápidamente ya que era compacto, fácil de usar y era muy preciso. Se convirtió asimismo en el primer dispositivo fabricado en grandes cantidades. El ejército de los EE. UU. lo incorporó a su armamentarium y lo utilizó como herramienta estándar.

También se usó para diagnosticar la muerte en tres sentencias de muerte por ahorcamiento.

Veamos a continuación su funcionamiento:

Una placa resorte de acero A que está sujeta en uno de sus extremos (a). El otro extremo libre lleva adherida un botón B móvil redondeado o elíptico que se coloca sobre la arteria radial recibiendo los movimientos de ésta.

Este movimiento se transmite a la varilla corta D que se sujeta al resorte arriba en su extremo libre C. En ángulo recto con D, y conectado con él por el eje E, se eleva el vástago vertical F. En la parte superior de F hay un gancho en el que se encuentra el brazo K, que está conectado en el eje H con una barra doblada que tiene un contrapeso I.

Hay que tener en cuenta que las varillas F y K magnifican considerablemente los movimientos comunicados al resorte por las pulsaciones arteriales.

Para registrar pulsos más débiles este aparato está dotado de una excéntrica que controlamos desde la rueda R. De esta forma graduamos mejor y obtenemos gráficas más precisas.

Estas son las gráficas que obtenemos con este instrumento.

A continuación mostramos diferentes imágenes del Esfigmógrafo.

Y hasta aquí la descripción del Esfigmógrafo de Dudgeon. Nos vemos en el próximo vídeo.

Bibliografía

Dudgeon, R.E. (1882). The Sphygmograph: its history and use as an aid to diagnosis in ordinary practice. London, Baillière, Tindall & Cox

Lawrence, C. (1979). Physiological apparatus in the Wellcome Museum 2. The Dudgeon sphygmograph and its descendants. Med Hist, vol. 23, nº 1, pp. 96-101.

On the Use of the Sphygmograph in the Investigation of Disease (1868). Br Foreign Med Chir Rev, vol. 42, nº 83, pp. 1-17.

Moss, S.W. (2006). The sphygmograph in America: writing the pulse. Am J Cardiol, vol. 97, nº 4, pp. 580-587.

La conocida encuesta del Ateneo de 1901 disponible en red

La encuesta del Ateneo de Madrid (Costumbres españolas en 1901-1902), promovida por su Sección de Ciencias Morales y Políticas, es un documento histórico que recoge la opinión de los ciudadanos de la época sobre diversos temas de interés social y cultural, especialmente sobre tres hechos característicos de la vida: nacimiento, matrimonio y muerte. Realizada en 1901, esta encuesta ha sido considerada un tesoro por historiadores, sociólogos y antropólogos. Ahora, gracias a la digitalización de las papeletas en las que se encuentra transcrita la información recogida en los documentos originales enviados por los informadores, cualquiera podrá utilizarlas para la enseñanza, investigación o como mera curiosidad.

Según podemos leer en el sitio web: «A través de [las respuestas] ellas vemos una sociedad -rural y urbana- en un proceso de cambio de costumbres y de prácticas antiguas, a la vez que, en cierto modo, aún se mantenían otras muchas de forma clara o se podía documentar su reciente desaparición. También se refleja una diferente implantación de las nuevas prácticas en relación con la situación socioeconómica de las personas y de los grupos sociales, y se resaltan las distinciones culturales entre las localidades en función de su importancia administrativa y de su población; las diferencias entre aldeas y villas (y, sobre todo, ciudades) son palpables y transmiten una distinta asimilación del cambio cultural.

Por tanto, la importancia de la encuesta del Ateneo radica en su capacidad para reflejar los cambios sociales y culturales que tuvieron lugar en España a principios del siglo XX. Esta valiosa información puede ayudarnos a entender mejor la historia de España y su evolución a lo largo del tiempo. Además, invita a reflexionar sobre cómo nuestras opiniones y creencias pueden cambiar a lo largo del tiempo y cómo la sociedad cambia.

La encuesta se incorporó a los fondos del Museo Nacional de Antropología en 1922 a través de la Sociedad Española de Antropología, Etnografía y Prehistoria. Los materiales pueden encontrarse en este enlace: La Encuesta del Ateneo (1901-1902)