Rafael Martínez Molina y el Instituto Biológico

Insertamos en este blog el guión del vídeo que se subió al Canal de Youtube «Medicina, historia y sociedad» hace unas semanas, dedicado a Rafael Martínez Molina (1816-1888).

Damos comienzo a la cuarta temporada después de una larga interrupción por causas que no vienen al caso.

Hoy vamos a conocer al cirujano Rafael Martínez Molina que tiene una placa dedicada en la calle Atocha de Madrid, nº 105, casi enfrente de lo que fue Colegio de San Carlos donde estudió y fue profesor. Se realizó y colocó allí por iniciativa de amigos y admiradores el 17 de noviembre de 1901. Pertenece a la generación de anatomistas de principios del siglo XIX que destacaron en la segunda mitad de la centuria. Cajal dijo de él que era un hombre sabio, recto, austero y concienzudo.

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La lápida consiste en un busto de su figura y una aglomeración alrededor de emblemas alegóricos a la medicina, y en las partes laterales relieves de Minerva y de Esculapio, obra del escultor Enrique Arévalo.

Rafael Martínez Molina procedía de una familia humilde. Su madre se llamaba Alfonsa Molina y su padre, de profesión barbero-sangrador, Francisco Martínez. Nació en Jaén en 1816 donde realizó los primeros estudios en la Escuela de Latinidad de San Andrés, y después Dialéctica, Ontología y Matemáticas en el Convento de los Franciscanos.

En la Universidad de Granada obtuvo el grado de bachiller en Filosofía en 1836. En principio iba a seguir la carrera eclesiástica pero realizó los cursos de Física experimental y Química, necesarios para realizar el primer curso de Medicina, en esa ciudad.

Se trasladó después a Madrid donde ingresó en la Escuela de San Carlos convertida ya en Facultad de Medicina de la Universidad Central. Estuvo especialmente influido por Juan Fourquet Muñoz y Pedro González de Velasco, verdaderos entusiastas de los estudios morfológicos. Desde muy temprano mejoró sus conocimientos enseñando a sus compañeros.

Fue alumno interno y ayudante disector por oposición desde 1841. Obtuvo el grado de bachiller en Medicina en 1844 y la licenciatura en 1846; poco después el de doctor, pero siguió estudiando disciplinas como griego, química, botánica, mineralogía y zoología de forma especial en el Colegio de San Fernando, Museo de Ciencias Naturales y en el Jardín Botánico de Madrid.

En 1847 consiguió el puesto de regente de 2ª clase de Botánica. En 1853 obtuvo el doctorado en Ciencias Naturales con el trabajo El hombre considerado en sus relaciones y bajo la influencia de los agentes naturales.

Cuando jubilaron a Diego de Argumosa en 1854 por motivos políticos, fue nombrado catedrático sustituto permanente. Ese mismo año ingresó en la Academia de Medicina de Madrid. En San Carlos desempeñó varios puestos hasta convertirse en 1857 en catedrático supernumerario de Anatomía general y descriptiva, primero y segundo cursos, que había ocupado Juan Fourquet.

Profesionalmente tuvo actividad en varias clínicas y en el Hospital San Jerónimo, donde por su implicación en la epidemia de cólera, fue nombrado médico-cirujano honorario de la Casa Real en 1856.

Como cirujano ganó mucho dinero, que dedicó en parte a crear el Instituto Biológico en su domicilio. Era privado y gratuito. Contó con un laboratorio de química, un gabinete de histología, una buena biblioteca, una colección de materia médica, etc. Su objetivo fue complementar la limitada enseñanza oficial de las ciencias médicas básicas y estimular a sus discípulos a que investigaran.

Este Instituto convivió con otras “escuelas libres” creadas durante los años revolucionarios: La Escuela Práctica de Medicina y Cirugía que funcionó en el Museo Antropológico de González de Velasco; El Laboratorio, en Barcelona; o la Facultad de libre de Farmacia, en Valencia. Recordemos que la revolución democrática de 1868 permitió que la actividad científica española se desarrollara en libertad.

El Instituto Biológico se convirtió en un activo núcleo de cultivadores de los métodos experimentales aplicados a la medicina y a las ciencias biológicas. Allí trabajaron personajes como Luis Simarro, Julián Calleja, Ángel Pulido, Ángel Larra y Cerezo,  y Manuel Tolosa Latour, entre otros.

Molina se interesó de forma especial por la histología normal y patológica. Fue autor de uno de los primeros trabajos de este tipo salidos del ambiente madrileño, un estudio micrográfico de un cáncer de mama operado por Fourquet. También tradujo en 1863 la segunda edición del manual de anatomía microscópica de Etienne van Kempen, discípulo de Theodor Schwann.

Fue partidario de las ideas histológicas de Charles Robin, lo que se evidencia en una revisión de saberes morfológicos que publicó en 1867: La Anatomía, sus progresos y aplicaciones.

Influyó en la creación de la primera cátedra de Histología en 1873 que ocupó Aureliano Maestre de San Juan.

Cultivó también la antropología física. Su tesis y su discurso El antropologísmo está relacionado con todas las ciencias y debe intervenir en la evolución práctica y racional de los conocimientos humanos (1878), son buen ejemplo de ello. En este último, además, se muestra partidario del espiritualismo frente a las ideas darwinistas.

En el afán de modernizar la medicina española tradujo también el Tratado de anatomía descriptiva de M.F. Constant Sappey (1874) y los de cirugía de Alphonse F.M. Guerin (1875) y Auguste Nélaton (1876).

En el discurso inaugural de las sesiones de la Academia de 1867 desarrolló el tema de “La Anatomía”, que divide en 5 partes: primera, progresos recientes; la segunda a la anatomía patológica; la tercera a las relaciones entre la embriogenia, la anatomía comparada y la teratología; la cuarta a la anatomía topográfica y quirúrgica; y en la quinta formula unas leyes (código anatómico) como conclusión de su trabajo.

Publicó varios trabajos en El Siglo Médico. Merecen ser destacados los dedicados a la teratología y los consagrados a exponer casos quirúrgicos.

También desarrolló entre sus discípulos la afición a cultivar las especialidades destacando su importancia en 1863 en su discurso  “Importancia de las llamadas especialidades” publicado en los Anales de la Academia Nacional de Medicina.

Martínez Molina renunció en 1882 a la cátedra de Anatomía pero siguió siendo médico director de un asilo de huérfanos. Pidió la jubilación al entonces decano Juan Magaz. Éste y sus colegas le solicitaron que siguiera. Él contestó que la resolución estaba tomada “mucho tiempo atrás y que es tan irrevocable como imperiosa la causa que la motiva. No me aleja de la Escuela más que la edad, la cual no me permite cumplir mis deberes sino con cierta violencia y deterioro de mi salud”.

Finalmente se trasladó a Jaén en 1885 donde falleció de una afección brocopulmonar en 1888. Dejó instituidos varios premios (en la Facultad de Medicina, en la Real Academia de Medicina, en la Sociedad Económica de Amigos del País) y dispuso en su testamento la creación de una escuela de primera enseñanza en su ciudad natal.

Allí tiene dedicada una calle, la que va desde la plaza de la Audiencia a la plaza de Santa Luisa de Marillac.

Suscríbete al canal, añade comentarios y nos vemos en el próximo vídeo.

Bibliografía

Granjel, L.S. (1962). Historia de la Medicina Española, Barcelona, Sayma.

López Piñero, J.M. (1983). Martínez Molina, Rafael. En Diccionario Histórico de la Ciencia Moderna en España. Barcelona, Editorial Península, vol. 2, págs. 36-38.

Palma Rodríguez, F. (1968). Vida y obra del doctor Martínez Molina, Salamanca, Universidad de Salamanca-Ediciones del Seminario de Historia de la Medicina Española.

Pulido Fernández, Á. (1883). De la medicina y los médicos (mosaico de discursos, artículos, correspondencias, semblanzas, pensamientos…). Valencia, P. Aguilar.

Rincón González, M.D. (sa). Rafael Martínez Molina. En: Diccionario Biográfico Español. Disponible en https://dbe.rah.es/biografias/18187/rafael-martinez-molina, consultado el 12 de septiembre de 2022.

Ramón y Cajal, S. (1954). Mi infancia y juventud. Recuerdos de mi vida. Madrid, Aguilar.

Tolosa Latour, M. et al., (1901). Homenaje a la memoria del Dr. Martínez Molina, Madrid, Imprenta de la A. Huérfanos del Sagrado Corazón de Jesús.

Homenaje a Mariano Benavente (1818-1885)

Subimos el guión del vídeo del Canal Medicina, historia y sociedad, «Homenaje a Mariano Benavente» tras actualizarlo con uno nuevo.

«Aprovechamos el viaje a Madrid para grabar material para algunos vídeos. Hemos visto unos pocos y otros los veremos más adelante. Hoy presentamos el que dedicamos a Mariano Benavente Gonzalez.

Mariano Benavente es un médico típico del siglo XIX. De familia humilde, nació en Murcia en 1818. Allí, en el Colegio de San Fulgencio obtuvo el grado de bachiller. Sus padres, como tantos otros de la época, deseaban que siguiera la carrera eclesiástica, pero tenía en mente estudiar Medicina. Trabajo durante dos años en una farmacia para ayudar económicamente a la familia.

Espina y Capo dijo de él: “Vino a Madrid pobre, solo y a pie, sin más equipaje que su talento, sin más valimiento que su constancia y su carácter de acero… en la pobreza más absoluta estudió sus primeros años, alegre y satisfecho porque cual alma fuerte no tembló nunca ante el porvenir”

Todavía existía entonces la doble titulación de medicina y cirugía. Marchó a Madrid al Colegio de San Carlos para estudiar cirugía, título que obtuvo en 1845. Fue uno de los discípulos predilectos del cirujano Diego de Argumosa. Cursando algunas asignaturas complementarias obtuvo el de médico en 1848 y se doctoró en 1857.

Se puso a ejercer en el medio rural, en Villarejo de Salvanés (Madrid), donde permaneció hasta 1856. Después opositó al Cuerpo de Beneficencia Provincial de Madrid y, de las dos plazas que obtuvo, escogió en 1856 la de la Inclusa y el Colegio de la Paz. Este puesto le influyó de tal manera que toda su vida la dedicó a la asistencia de la infancia. Fue en esta época tan temprana uno de los fundadores de la pediatría como especialidad.

En 1877 fue inaugurado el Hospital del Niño Jesús y Benavente fue nombrado director-decano del mismo. También fueron contratados los conocidos Manuel Arnús Fortuny, Antonio Espina y Capo, José Ribera y Sans, Aurelio Martín Arquellada, Martín González Álvarez, Jesús Sarabia y Pardo, Fernando Calatraveño, Mateo Milano, y Manuel Tolosa Latour, del que hablamos en el anterior vídeo, entre otros. Este hospital contribuyó de modo decisivo al desarrollo de la pediatría en España.

En la Escuela Teórico-Práctica de Medicina y Cirugía que organizaron los médicos de la Beneficencia Provincial de Madrid, destacó por el amplio desarrollo que las especialidades tuvieron en su plan de estudios, entre ellas la pediatría que impartió Benavente.

Asimismo Benavente tuvo consulta privada con clientela numerosa. Además de médico era confidente y consejero de las familias.

Como muchos médicos de la época, escribió para revistas profesionales como la conocida El Siglo Médico. Fundó la Revista de Enfermedades de los Niños. Publicó también en La Madre y el Niño, Hospital de Niños y en los Archivos de Medicina y Cirugía de los Niños, entre otras.

Sus trabajos versaron sobre distintos temas, entre ellos la lactancia y las enfermedades infecciosas como la tuberculosis, la rabia, la sífilis, etc.

Ángel Pulido decía en El Siglo Médico: “El acierto práctico del Dr. Benavente en la patología de la infancia había pasado a ser proverbial. Acostumbrado a ver mucho, y ver con los ojos del hombre estudioso y del pensador inteligente, había adquirido el don envidiable de apreciar la gravedad o levedad de los estados solo con la impresión que le despertaban los síntomas del hábito exterior. Su diagnóstico era de ordinario mas bien familiar que escrupulosamente técnico, y lo mismo explorando que diagnosticando y que recetando, se distinguía por una sencillez extraordinaria, como en testimonio de que el médico es tanto mejor cuanto más discreta y delicadamente junta el esplendor de su sabiduría con la parquedad de su intervención.

Sus planes terapéuticos obedecían rigurosamente a este criterio; temeroso sin duda de las indicaciones mal definidas y de los efectos de la Farmacología en la infancia, usaba muchísimo de la higiene, escaseaba el medicamento todo lo posible, cuidaba no emplear varios a la vez, y solo cuando veía el mal muy claro y la terapéutica muy segura, era cuando acentuaba su intervención y propinaba con valor dosis considerables”.

Benavente también se dedicó a luchar contra la ignorancia que era la base de creencias y prácticas populares que se extendían por todo el país. De ello es una buena muestra su artículo “Teta y Gloria”, “Mal de ojo”, “Mal de ojo y la tía Juana” (en el que enumera varios síntomas que se relacionan con este mal popular), entre otros. Publicados en La Madre y el Niño, revista fundada por Tolosa Latour, “La ciencia es avance y la superstición es retroceso”, decía.

Esta revista, subtitulada “Revista ilustrada de higiene y educación”,  se dedicó a la infancia, la higiene y educación de la mujer, la crianza física, moral y sentimental de los niños, la fundación de hospitales y hospicios, la mejora de los asilos benéficos, los socorros a las madres pobres y el amparo del niño desvalido.

Benavente fue elegido académico de número de la Real Academia Nacional de Medicina en 1861. Fue miembro de otras sociedades como de la de Higiene de la que fue vicepresidente.

Murio a los 68 años de edad, el 13 de abril de 1885, en Madrid, de una angina de pecho.

Pulido y otros colegas lucharon para que se le dedicara un monumento. Finalmente éste fue realizado por el escultor Ramón Subirat y Codorniu y se instaló en el Parterre del parque de El Retiro madrileño en 1886.

En 1854 falleció su hijo menor, Jacinto Benavente, que en 1922 fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura. Por suscripción popular se le levantó un monumento en su honor en el lugar que se encontraba el de su padre, siendo este trasladado al lateral derecho del mismo parterre.

Fue cuando se cambió su pedestal original en el que se encontraba grabada su frase: “Medicación sencilla y amor materno devuelven la salud al niño enfermo”

En 2018 la Comunidad de Madrid, a través de la Consejería de Sanidad y a iniciativa del Ayuntamiento de Villarejo de Salvanés, realizaron una serie de actos para rendir homenaje a Benavente. Se inauguró la exposición permanente que alberga el Centro de Salud de Villarejo de Salvanés, dedicada a rendir tributo a la figura del médico rural y resaltar la importancia del edificio que acoge esta instalación, antiguo hospital para pobres, coincidiendo con el 30 aniversario de su remodelación.

Y hasta aquí una síntesis de la biografía de Mariano Benavente. Nos vemos en el próximo vídeo».

Bibliografía

–Ballester Añón R.; Balaguer ,E. (1995). La infancia como valor y como problema en las luchas sanitarias de principios de siglo en España. Dynamis (Granada), vol.  15, pp. 177-92.

–Casado de Frías, E. (2009). Benavente González, Mariano, en: Diccionario Biográfico Español. Madrid, Real Academia de la Historia, tomo VII, pp. 685-686.

–Jiménez Serrano C.; Ollero Caprani, J.M. (2002). El Hospital del Niño Jesús: 125 años de historia (1877-2002). Madrid, Hospital Universitario Niño Jesús.

–López Piñero, J.M.; Brines Solanes, J.(2009). Historia de la Pediatría. Valencia, Albatros.

–Madrid homenajea a Mariano Benavente, el padre de la Pediatría española. Redacción Médica, 26 de febrero de 2018. Disponible en: https://www.redaccionmedica.com/autonomias/madrid/madrid-homenajea-a-mariano-benavente-el-padre-de-la-pediatria-espanola-4924 Consultado el 1 de febrero de 2022.

–Peña Guitián J.; Ruza Tarrío, F.; Moro Serrano, M. (1992). La Asociación Española de Pediatría. Evolución histórica. Acta Pediatr Esp., vol.50, pp. 717-21.

–San Frutos Barruz, S. (2019). Trabajo fin de Grado. Historia de la Farmacia en el siglo XIX: Análisis de La Madre y el Niño. Madrid, Facultad de Medicina de la Universidad Complutense.

–Sánchez Granjel, L. (1965). Historia de la pediatría española. Cuadernos de Historia de la Medicina Española. Monografías III. Salamanca, Ediciones del Seminario de Historia de la Medicina Española.

Carl Binz (1832-1913)

Hemos insertado una nueva biografía en la sección de «Biografías y epónimos médicos» del sitio web historiadelamedicina.org, el de Carl Binz.

Carl Binz fue el farmacólogo que montó quizás el tercer Instituto de Farmacología experimental en la Universidad de Bonn. El primero fue el de Buchheim en Dorpart y el segundo el de Karl Philipp Falck (1816-1880) en Marburg.

Procedente de una familia humilde, nació el 1 de julio de 1832. Fue alumno de la escuela de Trier y después comenzó sus estudios en Würburg. Allí tuvo como profesores a Kolliker y Rudolf virchow. Se trasladó después a la Universidad de Bonn donde tuvo como profesor de farmacología a Joliaim Friedrich Hermann Albers (1805-1867).

Se graduó en 1856. Ejerció de médico en Bonn y en la colonia alemana de Nápoles. Contrajo matrimonio con una mujer de buena posición, lo que le permitió estar una temporada en el Instituto de Patología con Virchow, en la Primera cátedra de Clínica médica de la Charité con Friedrich Theodor von Frerichs (1819-1885) y también con el pediatra Eduard Henoch (1820-1910).

En 1962 regresó a Bonn. En 1863 compartió docencia con su maesstro Albers. En 1866 publicó Grunzüge der Arzneimittellehre: ein klinisches Lehrbuch que alcanzó numerosas ediciones. Cuando falleció Albers se le ofreció un puesto de asociado para sustituirle y después la plaza definitiva. En 1869 montó un Laboratorio de Farmacología experimental siguiendo el modelo de Buchheim.

En 1886 publicó sus Vorlesungen über Pharmakologie für Ärzte und Studirende. Sus principales contribuciones se centraron en el estudio de quinina y su modo de acción en la malaria, el de diversas sustancias como antisépticos y el de la santonina como antihelmíntico.

Binz cultivó otra área médica, la historia de la medicina. En este campo escribió sobre Johann Weyer, médico alemán del siglo XVI que luchó contra la caza de brujas en su tiempo, sobre Nicolás de Cusa, sobre la historia del éter, de la sífilis y de la farmacología alemana. Se jubiló en 1908 y murió a los 76 años en Bonn el 11 de enero de 1913.

Carl Binz (1832-1913)

Rudolf Buchheim (1820-1879)

Hemos ampliado la sección de biografía y epónimos médicos de historiadelamedicina.org, con la de Rudolf Buchheim.

Se trata del médico que inauguró el primer laboratorio farmacológico en Alemania, en Dorpart (actual Estonia). Con el movimiento de la Naturphilosophie en momentos bajos, Rudolf Buchheim, influido por la obra de Magendie y Claude Bernard, enseñó farmacología de Dorpart. Montó un laboratorio en su casa de donde salieron casi un centenar de tesis de doctorado. La Universidad le instaló después un laboratorio más adecuado en el «alte Anatomicum». Por entonces la farmacología se reducía al conocimiento de la materia médica, es decir, al conocimiento de las características de colecciones de plantas, productos animales y algunos minerales.

Nació en Budissin (hoy Bautzen), en el antiguo reino de Sajonia, el 1 de marzo de 1820. Comenzó la carrera de medicina en la Academia Médico-Quirúrgica (Chirurgisch Medizinische Akademie) de Dresden en 1838 y en 1841 se trasladó a la Universidad de Leipzig. Allí estuvo en el Departamento de Anatomía y Fisiología como “alumno interno”. Obtuvo el doctorado en 1845 con la tesis Meletemata quædam de albumino, pepsino et muco.

Tradujo el libro de Pereira The Elements of Materia medica and Therapeutics, en el que introdujo muchas modificaciones mientras aprendía química, fisiología y patología experimental. Introdujo el capítulo del modo de acción. Buchheim buscaba una farmacología experimental y científica como estaba sucediendo en la química y la fisiología.

Pasó después a la Universidad de Giessen donde se volvió a repetir la situación de Dorpart. Tuvo que instalar otro laboratorio en su casa porque el que le prometió la Universidad no fue realidad hasta después de que muriera. Preparó su Lehrbuch der Arzneimittellehre, que alcanzó tres ediciones. Frente al de Pereira parece que dejó algunos capítulos por implementar, pero quitó todo aquello que no podía demostrarse en el laboratorio. Muchos médicos quedaron insatisfechos.

Sabía qué medicamentos que formaban un grupo por empirismo, cuando se estudiaba su mecanismo de acción y efectos, ese grupo desaparecía. Lamentablemente Buchheim trabajó en unos años en los que todavía las ciencias auxiliares no podían proporcionarlo todo. Gracias a su discípulo Schmiedeberg, que luego le sustituyó en Dorpart, conocemos el importante papel que jugó Buchheim para que cambiara la farmacología. Si él es considerado como el padre de la farmacología experimental, Buchheim sería el «abuelo» de esta disciplina.

Para Buchheim la composición química del medicamento jujaba un papel importante y determinaba su acción, pero también se percató que esta dependía asimismo de la metabolización del fármaco en el organismo. Su Lehrbuch der Arzneimittellehre, puede considerarse como un tratado de materia médica escrito desde las analogías químicas farmacodinámicas de los medicamentos, lo que todavía no era habitual en aquella época.

Buchheim murió en Giessen en 1879.

Claude-Adolphe Nativelle (1812-1889)

Hemos incluido en la sección de epónimos y biografías médicas de historiadelamedicina.org la del farmacéutico Claude-Adolphe Nativelle.

Claude-Adolphe Nativelle (1812-1889)

Su padre era carnicero y su madre vendía flores, plantas y hierbas. Claude nació el 25 de junio de 1812. Tuvieron otros tres hijos de los que solo sobrevivió el más pequeño, Pierre-Hypolite. Jean, el padre, falleció en 1820 y su viuda lo hizo en 1825. Los dos hermanos ingresaron en un horfanato. El hermano pequeño aprendió el oficio de relojero. Él probó a hacer pinceles y sombreros; su padrino quería que continuara la tradición de su familia de hacer y vender sombreros, pero Claude-Auguste quiso seguir los pasos de su madre con quien aprendió mucho sobre la recolección de plantas y de sus propiedades. Había cursado estudios elementales y su padrino lo metió de aprendiz en una farmacia. Por entonces, realizando ocho años de prácticas en farmacias y aprobando el examen final, tenía derecho al grado de farmacéutico.

Pasó por varias farmacias de París. Con los años quiso investigar los principios activos de las plantas. Este tipo de estudios estaba en pleno desarrollo y había aportado grandes sustancias a la farmacología y a la terapéutica médica. Obtuvo el diploma con un trabajo sobre la jalapa en 1841. Investigó otras plantas como la quina. Realizó una expedición a Colombia para estudiar estos árboles, aunque regresó antes de que aquella finalizara.

A su regreso perdió el interés en analizar las clases de quina y se dedicó a estudiar la digital. La Sociedad de Farmacia y la Academia de Medicina ofrecían premios para los que presentaran memorias sobre los principios activos de esta planta. Tras múltiples intentos y de enfrentarse con otros investigadores, finalmente ganó el premio Orfila de la Academia de Medicina, que era la tercera vez que se convocaba (antes lo hizo en 1864 y 1866). En 1871, pues, Nativelle obtuvo el principio activo de la digital en estado puro y con una actividad intensa. En esta ocasión no era un alcaloide, sino un glucósido.

Su precaria salud hizo que se retirara a un pueblo de la periferia de Paris, Bourg-le-Reine. Allí se caso con una maestra a los 63 años, que murió en 1885. Fue aquí donde empezó a comercializarse la digitalina Nativelle. En 1888 hizo testamento y donó diez mil francos a la Academia de Medicina para la mejor memoria sobre la extracción de un principio activo, definido, cristalizado, todavía no aislado, de una sustancia medicamentosa.

Murió el 25 de marzo de 1889 durante una epidemia de gripe.

Portada de la memoria que le supuso a Nativelle el Premio Orfila de la Academia de Medicina de París

Wunderlich y la termometría clínica

Subido un nuevo vídeo al canal Medicina, historia y sociedad, insertamos en este post la transcripción del anterior: Wunderlich y la termometría clínica.

«En el vídeo anterior hablábamos de la importancia de la lesión y de las alteraciones estructurales en patología. Sin embargo, esto solo nos proporciona información de la enfermedad en un determinado momento y en localizaciones concretas.

A lo largo de las primeras décadas del siglo XIX Alemania salía de un periodo en el que habían florecido los sistemas especulativos por la influencia de la llamada Naturphilosophie. La química y la física seguían proporcionando apoyo para la construcción de una patología científica. Ahora era necesario estudiar la enfermedad desde el punto dinámico.

Dos eran las posibilidades: investigar las alteraciones como procesos energéticos, estudiables por la física, y como procesos materiales, estudiables por la química.

Carl Reinhold August Wunderlich, hijo de alemán y francesa, fue uno de los primeros en adentrarse en el primer campo. Veamos cómo.

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Wunderlich nació en 1815 en Sulz, junto al Neckar (suroeste de Alemania). Su padre era médico y trabajó en salud pública. Falleció en 1824. Con su madre y su abuela se trasladó a Stuttgart donde finalizó sus estudios secundarios en 1833. Estudió después medicina en Tubingen –donde se ofrecía una enseñanza libresca– hasta 1837. Allí fue influenciado por Albert Frederich Schill (1812-1839), un profesor que había estado en Francia e Inglaterra, que le recomendó que aprendiera percusión y auscultación, lo que hizo durante tres viajes a Viena. Con otros dos renovadores (Wilhelm Roser (1817-1888) y Wilhelm Greisinger (1817-1868) fundó el el Archiv für Physiologische Heilkunde en 1842, donde clamó por una nueva medicina basada en la observación científica y en particular por la obra fisiológica de Johannes Müller (1801-1858). Uno de los artículos de la introducción llevaba el título «Sobre las deficiencias de la medicina alemana actual y sobre la necesidad de una firme orientación científica de la misma», donde decía: ‘La medicina, como ciencia empírica e inductiva, tiene que vestir el mismo atavío y progresar con los mismos métodos que las ciencias físicas exactas… La medicina fisiológica, apoyándose en hechos comprobados, tiene que formular las leyes según las cuales el organismo vive y enferma, sana y perece’.

Estuvo un año en París donde aprendió especialmente de Pierre Charles A. Louis (1787-1872) y también de Louis D. Jules Gavarret (1809-1890), empirismo y estadística aplicada.

Regresó a Stuttgart donde presentó su tesis en 1838 sobre la nosología del tifus. De nuevo estancia en París y después, en 1840, se trasladó a Viena. Publicó un libro (Wien und Paris) en el que realiza un agudo análisis crítico en el que comparaba la medicina que se hacía en ese momento en Francia y la que se desarrollaba en el área germánica. París era para él el lugar más adecuado para formarse. También se refería al renacimiento de la escuela vienesa en torno a las figuras de Rokitansky y Skoda.

Habiéndose habilitado en 1839 como profesor en la Universidad de Tubinga, pasó por asistente y sustituto. En 1846 fue nombrado profesor ordinario de clínica médica. Hubo reacciones en contra por parte del profesorado conservador y tuvo que interceder por él el ministro de educación del reino de Württemberg.

En 1845 publicó Versuch einer pathologischen Physiologie des Blutes (1845) y al año siguiente comenzaron a ver la luz los tres volúmenes de su Handbuch der Pathologie und Therapie (1850-1852). El libro sobre la fisiopatología patológica de la sangre es una muestra de que Wunderlich hizo investigación experimental de laboratorio. El segundo indica que la fuente principal de su obra de investigación fue la observación y la exploración clínica.   

En 1850 Wunderlich aceptó una de las cátedras de más prestigio de Alemania, la de la Universidad de Leipzig. Allí estuvo a lo largo de veinticinco años durante los cuales publicó una Geschichte der Medizin (1858) y su obra central Das Verhalten der Eigenwärme in Krankheite (El comportamiento de de la temperatura corporal en las enfermedades) (1868). Convirtió su servicio del Jakobshospital en uno de los más importantes de Alemania. Dio clases de patología y terapéutica, de psiquiatría y también de historia de la medicina

Wunderlich culminó el grueso de su trabajo sobre termometría mientras estuvo en Leipzig. A lo largo de dieciocho años antes de publicar Das Verhalten der Eigenwärme in Krankheiten, recogió datos del examen clínico de más de veinticinco mil pacientes. Reunió miles y miles de registros de las lecturas de la temperatura. El análisis de estos datos produjo una veintena de trabajos sobre termometría además del libro.

El termómetro
Galileo ya utilizó el termoscopio que Sanctorius empleó con fines médicos. Varios médicos franceses y alemanes del siglo XIX se interesaron también por el termómetro. Sin embargo, el mérito de haber sentado de modo sistemático los fundamentos científicos de la termometría clínica es de Wunderlich, así como haber convertido el termómetro en un instrumento imprescindible de la práctica médica.

Aquí vemos distintos tipos de termómetros algunos muy antiguos. Muy recientemente se sustituyó el mercurio de los mismos. [Se muestran varios termómetros de diferentes épocas].

En el contexto de la mentalidad fisiopatológica Wunderlich se interesó por la fiebre, el signo más adecuado a una consideración energética y procesal. Buscó descubrir por vía experimental que las modificaciones de la temperatura en las enfermedades se hallan fundamentadas en una ley. 

Los principios de los que partió Wunderlich fueron: (a) la constancia de la temperatura en las personas sanas, y (b) la variación de la temperatura en la enfermedad. Recogió millones de registros, como hemos dicho. Trató de buscar regularidades en los trazados termométricos de las enfermedades. Los halló a pesar de que con frecuencia había variaciones que dependían de influencias accidentales. Por tanto, muchas especies morbosas se corresponden con tipos bien delimitados de temperaturas alteradas.

Wunderlich extrajo las curvas térmicas típicas del tifus abdominal, el tifus exantemático, la fiebre recurrente, el sarampión, la viruela, la neumonía, la escarlatina y el paludismo reciente. Otras eran relativamente típicas, como la de la septicemia, rubeola y varicela, erisipela, amigdalitis, meningitis, reumatismo agudo, pleuritis, etc.

El espectacular desarrollo de la microbiología en la segunda mitad del siglo XIX y la aparición de medicamentos eficaces contra las infecciones a principios del siglo XX oscurecieron de alguna manera la excelente labor de Wunderlich.

Mientras Wunderlich trabajó en el tema, el también alemán Justus von Liebig (1803-1873) acababa de descubrir que el calor animal se originaba en los procesos químicos orgánicos, especialmente en las oxidaciones. Por otro lado, los trabajos de Meyer, Joule y Helmholtz habían llevado a la formulación del primer principio de la termodinámica.

Wunderlich falleció cuatro años después que su hijo, en septiembre de 1877″.

Bibliografía
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—Korn, G. Wunderlich, Karl Reinhold August. In: Allgemeine Deutsche Biographie (ADB). Band 44, Duncker & Humblot, Leipzig 1898, S. 313 f.

—López Piñero, J.M. Patología y medicina interna. In- troducción general, Alemania, Francia, Gran Bretaña y España. En: Laín Entralgo, P. (dir). Historia Universal de la Medicina. Barcelona, Salvat, vol. 6, pp. 123-156.

—Mackowiak, P.A.; Wasserman, S.S.; Levine,M.M. A Critical Appraisal of 98.6°F, the Upper Limit of the Normal Body Temperature, and Other Legacies of Carl Reinhold August Wunderlich. JAMA. 1992; 268(12): 1578-1580.

–Mackowiak, P.A.; Worden, G. (1994). Carl Reinhold Wunderlich and the evolution of clinical thermometry. Clin. Infect. Dis., vol. 18, n1 3, pp. 458-467.

—Oon SF, Murphy M, Connolly SS. Wunderlich syndrome as the first manifestation of renal cell carcinoma”. Urology Journal, 2010; 7 (2): 129–32.

—Singer, Ch.; Underwood, E.A. Breve Historia de la Medicina con un apéndice sobre la Historia de la Medicina española por José M. López Piñero. Ma- drid, Guadarrama, 1966.

—Temkin, O. Wunderlich, Schelling and the His- tory of medicine, Gesnerus,1966; 23: 188-195. En: (1977)The double face of Janus, Baltimore, The Jo- hns Hopkins University Press,1977, pp. 246-251.

Joaquín Casañ y Rigla (1805-1865)

Hemos añadido a la sección de biografías y epónimos médicos de historiadelamedicina.org, la de Joaquín Casañ y Rigla (1805-1865).

Natural de Valencia, Joaquín Casañ y Rigla fue catedrático de Patología y clínica general de su Universidad, por oposición, cargo que mantuvo hasta su fallecimiento en diciembre de 1968. Ecléctico y antisistemático, revitalizó la patología y clínica en Valencia desde su puesto de profesor y a través de su labor en el Instituto Médico Valenciano. Fallecido prematuramente su fundador, Casañ fue el que imprimió carácter a una asociación que todavía hoy perdura. Su producción científica la publicó en su mayor parte en el Boletín del Instituto Médico Valenciano. También es necesario destacar su participación en la lucha contra el cólera, en las distintas pandemias que sufrió Valencia mientras vivió. Fue miembro de la Junta municipal de Sanidad, varios años concejal del Ayuntamiento y recibió en vida el reconocimiento de sus colegas y de sus pacientes.

Folleto de Joaquín Casañ y Rigla

Joaquín Casañ y Rigla (1805-1868) (html)

Joaquín Casañ y Rigla (1805-1868) (pdf)

Louis Émile Javal (1839-1907)

Hemos insertado en historiadelamedicina.org una nueva nota biográfica. Se trata del oftalmólogo Louis Émile Javal. De origen judío, estudió primero ingeniería en la École de Mines de Paris. Sin embargo, siempre estuvo interesado en la oftalmología debido, quizás, a que en su familia solían ser frecuentes las enfermedades oculares como el estrabismo. Estudió medicina y después se formó como oftalmólogo con von Graefe en Berlín. Con su pericia de ingeniero diseñó y construyó varios instrumentos. Entre ellos el oftalmómetro que lleva su nombre y el de uno de sus discípulos Schiotz.

Fue el primer director del Instituto de Oftalmología, instalado en el Departamento de Fisiología de la Sorbona. De forma especial estudió el tema del estrabismo, el astigmatismo y la fisiología de la lectura. Se le conisera como una de las principales figuras de la ortóptica.

Él mismo padeció problemas de glaucoma en un ojo. La operación no tuvo resultados. Los últimos siete años de su vida estuvo ciego. Murió en París a consecuencia de un cáncer de estómago el 20 de enero de 1907.

Nota biográfica: Louis Émile Javal (html)

Nota biográfica: Louis Émile Javal (pdf)

Nota biográfica: Louis Émile Javal (pageflip)

Hemeroteca digital del diario ABC

Hace unos días ABC presentó la Hemeroteca digital del diario ABC. Como es lógico, los contenidos están destinados a los periodistas, historiadores, investigadores y para el público en general. El proyecto ha sido liderado por el Departamento Técnico de Sistemas de Vocento y ABC. Ha contado también con la colaboración de Google, que ha facilitado la tecnología avanzada.

Unos 5 millones de páginas o 20 millones de artículos del diario ABC y de las revistas (Blanco y Negro, por ejemplo) y suplementos de cabecera, desde 1891, aunque el primer año del diario fue 1903. Se puede buscar por fecha, década, tema o palabras entre algunos criterios. Los hallazgos pueden compartirse, descargarse, enviar su URL por correo o llevarlo a tu red social favorita. Incluso es posible elaborar un dossier personalizado. La interface es muy agradable.

Según el subdirector del diario, Manuel Erice, esta hemeroteca es “la gran apuesta digital del periódico, porque tenemos un proyecto clave detrás para dirigirnos hacia lo digital como herramienta estratégica imprescindible”.

He hecho algunas búsquedas y tengo que decir que los resultados son bastante ajustados y en algunos casos, sorprendentes. Una característica a destacar es la gran riqueza gráfica.

¡Bienvenida, pues, la Hemeroteca digital de ABC!

Los contenidos son:

Enlace: Hemeroteca digital del diario ABC

ABC: desde 1903-actualidad
Blanco y Negro: 1891-1999
Cultural (Madrid): 1991-2009
D7 (Madrid): 206-2009
ABC (Sevilla): 1929-actualidad

Captura parcial de lapágina del sitio web

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Samuel Wilks (1824-1911)

Hemos insertado en historiadelamedicina.org, una noticia biográfica de Sir Samuel Wiks (1824-1911). Nacido en Londres, trabajó toda su vida en el Guy’s Hospital, uno de los escenarios en los que se desarrolló la anatomía patológica microscópica en Gran Bretaña. Entre sus maestros figuran Bright, Addison y Hodkin. Hizo que las autopsias fueran rutina y relacionó los hallazgos de éstas con los datos clínicos. Sus contribuciones se sitúan en los campos de la neurología, la sífilis y las inflamaciones intestinales. Dejó aquí los enlaces:

Samuel Wilks (1824-1911) en html
Samuel Wilks (1824-1911) en pdf
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