¡Explora la riqueza del conocimiento médico en la Exposición en línea «Greatest Medical Library in America» de la National Library of Medicine (NLM)!

La National Library of Medicine, la conocida institución del mundo del conocimiento médico, ha abierto sus puertas de manera virtual para invitar a todos a un viaje fascinante a través de la historia y la innovación en la atención de la salud. Se trata de la exposición en línea Greatest Medical Library in America.

Captura de pantalla del sitio web de la exposición

Sumérgete en la historia y Descubre tesoros ocultos: En 1878, el Dr. John Shaw Billings, cirujano del Ejército y coleccionista de libros, adquirió una colección de unos 300 folletos científicos de la biblioteca privada del renombrado fisiólogo francés Claude Bernard. En aquel momento, la biblioteca constaba de unos pocos miles de volúmenes. Ahora, conocida como Biblioteca Nacional de Medicina (NLM), esta colección se ha ampliado desde entonces a casi 30 millones de ejemplares.

El personal de catalogación ha trabajado y trabaja para garantizar que las colecciones se puedan encontrar, acceder y recuperar en el catálogo en línea. Para esta exposición se han creado o actualizado los registros de cada uno de los folletos de Bernard utilizando una variedad de herramientas que proporcionan información precisa sobre el título, el autor y la publicación, así como también los encabezados de temas y descripciones, de modo que los usuarios puedan descubrir y acceder rápidamente a la colección del «padre de la fisiología moderna».

En otoño de 1878 Billings exhibió esta colección en la primera exposición de la Biblioteca.

También se proporciona información sobre la conservación y la digitalización de los ejemplares.

Conecta con el presente: Pero la NLM no es solo un museo del pasado; es una institución que sigue marcando el ritmo en la era digital. A través de sus iniciativas en línea, como PubMed, MedlinePlus y ClinicalTrials.gov, la NLM brinda acceso a una vasta cantidad de recursos médicos que impulsan la investigación, la educación y la práctica clínica en todo el mundo. Esta exposición también pone de manifiesto cómo la NLM continúa innovando y adaptándose para satisfacer las necesidades cambiantes de la comunidad médica y científica.

¡No te pierdas la oportunidad de explorar la «Greatest Medical Library in America» desde la comodidad de tu casa! Visita la exposición en línea de la NLM y descubre por qué es un tesoro de valor incalculable para la comunidad médica y para la sociedad en general.

[Enlace a la exposición: https://www.nlm.nih.gov/exhibition/gmla/index.html]

Misión malaria: un recorrido por la historia de la enfermedad

Entre las variadas exposiciones que he visitado estos días pasados en Madrid, se encuentra «Misión malaria: una mirada histórica», en el Museo de Ciencias Naturales, comisariada por Alain-Paul Mallard y Matiana González Silva.

Elementos de la exposición «Misión malaria. Una mirada histórica» en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, de Madrid

El Museo está algo anticuado. Sin lugar a dudas debe tener un presupuesto que está a años luz de lo que disponen los grandes espacios de arte. Sin embargo, estimula la gran cantidad de escolares y bachilleres, sentados en el suelo formando corros, tratando de rellenar los formularios que les han pasado sus profesores, y a estos explicando con pasión cuestiones de biología o de ciencias naturales.

En estos momentos conviven dos exposiciones temporales, «Alfred Russel Wallace (1823-1913). Biogeografía y evolución» y «Misión malaria. Una mirada histórica», que se podrá visitar hasta el 22 de septiembre. Esta última está organizada por el Museo y por el Instituto Global de Barcelona (ISGlobal), centro que impulsa la Caixa.

Paneles, objetos, imágenes, planos, carteles, mapas, libros y folletos integran esta exposición. Muchos de ellos proceden de la colección personal del epidemiólogo Dr. Quique Bassat. Compuesta por varios módulos, pretende visibilizar una enfermedad que ha tenido y tiene un gran impacto sobre la salud de la humanidad. Se recorre su historia destacando campañas de salud pública y la evolución de la lucha contra la misma. Se habla de la quina, del descubrimiento del origen parasitario de la enfermedad y del papel del mosquito.

Hoy la malaria se distribuye por casi un centenar de países que están expuestos al contagio, fundamentalmente regiones de África, Asia y América situadas entre los trópicos de Cáncer y Capricornio. En 2015 la OMS registró 214 millones de casos en todo el mundo.

Elementos de la exposición «Misión malaria. Una mirada histórica» en el Museo Nacional de Ciencias Naturales, de Madrid

Todavía recuerdo el encuentro que tuvimos con Manuel Elkin Patarroyo en la Facultad de Medicina de Valencia, en el que habló de su vacuna. Conocida como SPf66, es eficaz en el 30 y 60 por ciento de los casos (unos 100 millones de personas). Hoy se recomiendan la RTS,S/AS01 y la R21/Matrix-M para prevenir la enfermedad en los niños. No debemos olvidar tampoco los problemas que causó el paludismo en varias zonas de España, en concreto en Valencia durante el siglo XVIII en relación con los cultivos de arroz.

En 2009 la Biblioteca Nacional también organizó una exposición sobre la Malaria en cinco espacios: Las fiebres intermitentes, la quinina, el descubrimiento del parásito y el vector, estrategias de lucha, las campañas antipalúdicas españolas, y la malaria en tiempos recientes.

Leeuwenhoek y la microscopía

Añadido nuevo vídeo en el canal «Medicina, historia y sociedad» de Youtube, insertamos aquí la transcripción del que se dedicó a Leeuwenhoek y la microscopía.

Antes de la invención del microscopio se utilizaban lentes de aumento como las lupas. Sus propiedades eran conocidas por civilizaciones como la egipcia, la babilónica o la griega, aunque su poder de aumento era muy limitado.
 
A finales del siglo XIII en Italia se fabricaron lentes para ser utilizadas como gafas. Las técnicas de fabricación fueron mejorando hasta llegar al telescopio y el microscopio.
 
Entre las personas implicadas en este desarrollo podemos mencionar a Zacharias Janssen (1585-1632), a quien se atribuye la fabricación del primer microscopio compuesto en 1590. Otros hablan de Han Lippershey (1570-1619) como el verdadero inventor. Galileo fabricó en 1609 un microscopio empleando una lente cóncava y una convexa. Cornelius Drebbel (1572-1633) usó dos lentes convexas en 1619.
 
Uno de los primeros en utilizar el microscopio con fines científicos fue el conocido Robert Hooke. En 1665 publicó su obra Micrographia, que recoge los resultados de sus observaciones. Usó la luz para mejorar la visibilidad y algunas de sus observaciones alcanzaron los 50 aumentos. Como sabemos, también fue el primero en describir la célula o celdilla en el corcho sin que en esos momentos se comprendiera su significado. Su obra parece que llegó a poner de moda entre mucha gente el “nuevo juguete”.
 
Se discute si la palabra “microscopio” fue utilizada por primera vez por Johann Giovanni Faber (1570-1640), miembro de L’Accademia Nazionale dei Lincei (Roma) y médico al servicio del papa Urbano VII, o por Athanasius Kircher (1601-1680), en su libro Ars Magna Lucis et Umbrae, en el que realiza una clasificación de los microscopios de su tiempo.
 
Uno de los que más contribuyó al desarrollo del microscopio y a su uso fue Antoine van Leeuwenhoek. Nació en Delft (Países Bajos) el 24 de agosto de 1632. El mismo año y en la misma ciudad también nació el conocido pintor Jan Vermeer quien también mostró gran interés por la óptica y la iluminación. Sólo en el siglo XX se comprendieron parte de las descripciones de Leeuwenhoek y todavía hoy se sigue trabajando en ellas. Este año se cumple tricentésimo aniversario de su fallecimiento y se espera tener lista una obra que contenga toda su producción.
 
Leeuwenhoek era comerciante de tejidos y su interés en las lentes estaba en valorar adecuadamente la calidad de las telas. Residió casi toda su vida en su ciudad natal donde montó su propio comercio de telas. En 1669 se convirtió en agrimensor y a partir de 1679 desempeñó el puesto de inspector y controlador de vinos. Habiendo logrado una buena posición social, con ingresos suficientes, parece que abandonó el comercio de tejidos y pudo dedicarse a la microscopía.
 
Algunos señalan que conoció la Micrographia de Hooke, que le debió animar a la tarea. Logró fabricar lentes de gran aumento a la vez que evitaba las aberraciones de luz. Su microscopio sólo tenía una lente. En su época los microscopios solían ser compuestos aunque con aberraciones cromáticas y esféricas. Llegó a pulir lentes con un diámetro inferior al milímetro. Como trabajaba con distancias focales pequeñas, conseguía muchos aumentos. Se dice que llegó a construir a lo largo de su vida centenares de microscopios. Todavía hoy no se sabe muy bien qué técnica utilizó para lograr unas lentes tan perfectas.
 
Asomado a un mundo nuevo y fascinante Leeuwenhoek pasaba horas observando a través de su instrumento.
 
[Descripción del microscopio
Una base sólida en la que se mantenía la lente esférica única; tornillos de ajuste que estaban montados y pegados en su lugar para ajustar el pasador de sujeción de la muestra y, a veces, una abertura colocada delante de la muestra para controlar la iluminación. Se observaba mirando al sol o a una fuente lumínica].
 
Leewenhoek trascendió la idea de microscopio, de la forma de observar y de contar lo que se veía a través de los nuevos instrumentos de su época.
 
Comunicó sus hallazgos en forma de cartas a la Royal Society y también a la Academia de París. En ocasiones algunos de sus miembros le pedían aclaraciones o más información, que éste proporcionaba. Después él y otros autores publicaron algunas de sus cartas total o parcialmente acompañadas o no de notas, explicaciones y aclaraciones. Fue Regnerus de Graaf (1641-1673) quien lo presentó en 1673 a Oldenburg, secretario de la Royal Society. De Graaf dijo que su amigo había inventado microscopios superiores a los fabricados hasta entonces. Lamentablemente éste murió en 1673.
 
Acabó siendo miembro de la Royal Society en 1680 y de la de París en 1699. Al principio sus miembros rechazaron o no vieron claras sus observaciones porque no procedía del mundo académico y también porque ellos mismos no lograban reproducirlas con sus instrumentos. Sin embargo, el propio Hooke sí las admitió e incluso logró reproducir alguna.
 
En 1673 escribió y presentó sus primeras observaciones en las que describía la estructura del moho y la del aguijón de las abejas.
 
Observó y describió maderas, vegetales y sus partes; escamas, insectos y plumas de aves; levaduras y un largo etcétera. Estudió pequeños animales y logró describir su ciclo vital. Explicó cómo se reproducían las anguilas.
 
En aquella época se creía que los gusanos y otros pequeños animales surgían por generación espontánea. Él lo desmintió al verlos salir de sus huevos.
 
En 1676 describió “pequeños animales” en el sarro y sustancias procedentes de su boca y dientes, así como de aguas estancadas y de otras fuentes. Se suele afirmar que se trata de la primera descripción de las bacterias y protozoos. No contento con esto los sometió a variables como el tiempo, el calor, su reacción al agua caliente, el café, sustancias ácidas, etc. Incluso llegó a crear “medios de cultivo” para los mismos. A bacterias, protozoos y otros animales semejantes los llamó “animálculos”.
 
En 1677 descubrió sus propios espermatozoides y estudió también los de otras especies. Se dice que llegó a afirmar que la fertilización ocurría cuando los espermatozoides penetraban en el óvulo. En esa época, no obstante, estaban en boga las teorías transformacionistas. En sus escritos a la Royal Society sobre el tema indicó que al tratarse de asunto tan delicado podían destruirlo, censurarlo y no publicarlo. Efectivamente, hasta el siglo XIX no se hicieron públicos estos estudios y aún con alguna censura.
 
En un principio Leewenhoek fue poco reconocido por sus investigaciones de los glóbulos rojos. Sin embargo, entre 1673 y 1712 incluyó más de treinta y cinco descripciones de glóbulos sanguíneos y hemocitos en insectos y crustáceos. Estudios del siglo XX señalan que Leewenhoek merece el crédito de haber proporcionado la primera descripción real de los glóbulos rojos.
 
La primera la hizo en una carta a Henry Oldenburg, secretario de la Royal Society. Fechada en agosto de 1673 describía la imbibición, digestión y excreción de sangre humana por parte de un piojo. En otros escritos profundizó más considerando los hematíes como fuente de nutrición. Observó su sangre y llegó a contestar unas cuestiones que le formuló Robert Boyle.
 
Leeuwenhoek escribió a Oldenburg el 6 de julio de 1674 con más información. Envió algunos tubos de vidrio para que los “Caballeros curiosos puedan compartir mis observaciones sobre la sangre, etc.” Leeuwenhoek recurrió a metáforas sorprendentes para explicar lo que vio. 
 
En su carta del 22 de enero de 1675 a Oldenburg, describió los glóbulos en la sangre “con tanta nitidez como si viéramos con nuestros ojos sin la ayuda de lentes los granos de arena sobre un trozo de tafetán negro, unos amontonados, otros esparcidos, y es curioso ver cómo los glóbulos de sangre se juntan cuando yacen dispersos”.
 
También se ocupó de estudiar su circulación a través de arteriolas, capilares, vénulas y venas. Algunos también afirman que vio y describió la hemólisis. Ensayó asimismo echar productos a la sangre; pudo observar el comportamiento de soluciones hipotónicas e hipertónicas. Según los expertos, Leewenhoek también fue testigo de “las arterias, que siempre llevan la sangre a las partes más alejadas de los vasos pequeños; y venas, cuando llevan la sangre de regreso al corazón”
 
Un aspecto de las observaciones de Leeuwenhoek que las hace tan valiosas para la historia de la ciencia es que son observaciones de procesos dinámicos. Por ejemplo, podría haber alertado a las mentes científicas del siglo XVIII de que “medir” el color podría ser importante para evaluar las propiedades de la sangre en general y de los glóbulos rojos en particular.
 
También hay que señalar que contrató a un ilustrador para que dibujara lo que él veía y de esa forma sus escritos pudieron ir acompañados de imágenes.

Describió, pues, bacterias, infusorios, protozoos, espermatozoos, etc. Comenzó a discernir la estructura fina de varias estructuras anatómicas (fibra muscular, cristalino, hematíes, estructura fibrilar de la sustancia blanca medular y encefálica, la pared muscular, epidermis, etc. Todavía hoy siguen estudiándose sus aportaciones. El análisis del inventario patrimonial de su hija, por ejemplo, ha arrojado nuevos datos, entre ellos pistas de cómo debió construir sus microscopios.

Bibliografia

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Zuidervaart HJ, Anderson D. Antony van Leeuwenhoek’s micro- scopes and other scientific instruments: new information from the delft archives. Annals of Science 2016;73:257–88.
 
 
 

Una conferencia del Instituto Médico Valenciano de 1917

Todos conocemos las dificultades de encontrar iconografía del pasado. Incluso instituciones con larga trayectoria es posible que te enseñen un montón de fotografías sin fechar y sin identificar en una caja de zapatos. Ahora se nos llena la boca con la «conservación del patrimonio», pero las cosas siguen más o menos igual.

Por suerte la revisión sistemática de la prensa, especialmente de la prensa gráfica, nos descubre imágenes que proceden de alguna fotografía que seguramente haya desaparecido. Unas veces se debe a la dejadez y a la poca sensibilidad de sus responsables, y otras, a desastres, como la riada de Valencia de 1957 que se llevó consigo el archivo fotográfico de Las Provincias.

En la revistilla Oro de ley. Revista semanal ilustrada, número 45, de 4 de marzo de 1917, en su sección «Actualidades gráficas de la semana», descubro una imagen de una conferencia de Luis Bermejo y Vida en el Instituto Médico Valenciano. Efectivamente, revisando mis datos, Luis Bermejo y Vida (1880-1941), inició el 2 de febrero de 1917 una serie de tres conferencias sobre bioquímica en la sede del Instituto Médico Valenciano. Presidió el acto Rodríguez Fornos. Según leo «Hallábanse atestados de gente los dos salones que tienen acceso al estrado presidencial, y materialmente no había ya sitio disponible para nuestros oyentes». En la imagen, colgado de la pared, se observa el óleo que todavía hoy preside la sede del IMV en el Colegio de Médicos de Valencia. Se trata del retrato de su fundador, Luis Bertrán Besante.

Bermejo nació en Zaragoza el 2 de noviembre de 1880. Se doctoró como químico en la Universidad Central. Fue catedrático de química en la Universidad de Santiago. En 1908 vino a Valencia como catedrático de química general. En nuestra universidad llegó a ser vicerrector y también fue alcalde de la ciudad en 1911 y 1912. A partir de 1923 fue catedrático de química orgánica con nociones de bioquímica en la Facultad de Ciencias de la Universidad Central. Llegó a ser vicerrector y rector entre 1927 y 1929. Presidió la Real Sociedad Española de Física y Química durante parte de la Segunda República. Finalizada la Guerra civil, fue nombrado miembro de la Comisión Depuradora del Profesorado Universitario y Decano de la Facultad de Ciencias. Murió en Zaragoza el 18 de septiembre de 1941.

Actualización de la sección «Fuentes iconográficas y materiales» de historiadelamedicina.org

Se ha actualizado la sección de «Fuentes iconográficas y materiales de Historia de la medicina» de historiadelamedicina.org. Entre las novedades destacan:

El Álbum fotográfico de la Promoción 1959-60 de la Facultad de Valencia así como el Álbum fotográfico del Hospital Provincial (General) de Valencia realizado en 1927.

Se han adquirido también algunas imágenes correspondientes a la gripe de 1918 en los Estados Unidos.

Destacan también las tarjetas y los sobres primer día dedicados a Claude Bernard, Charles Richet y Jacques Monod:

Se incorpora también una receta firmada por Ramón Vila Barberá, catedrático de Patología general de la Universidad de Valencia:

En lo que se refiere a instrumentos y objetos, destaca el Esfigmógrafo de Dudgeon de finales del siglo XIX:

Asimismo un equipo de exploración neurológica, dos termómetros y el aerosol de gas carbónico Carbatom.

Alarik Frithiof Holmgren (1831-1897) y el test de la lana

Después de subir un nuevo vídeo al canal de Youtube Medicina, historia y sociedad, insertamos la transcripción del anterior que se refería a Alarik Frithiof Holmgren (1831-1897) y el test de la lana.

Los escenarios principales del desarrollo de la fisiología científica fueron Francia y Alemania. Otros países trataron de imitarlos, como los del norte, Suecia, Noruega y Finlandia que surgieron de un tronco común formado por Alarik Frithiof Holmgren y Christian Lovén.

Este último fue médico y político. Cultivó la anatomía, la fisiología y la zoología. Fue profesor ayudante de anatomía y fisiología y en 1874 primer titular de la recién creada cátedra de fisiología del Instituto Karolinska.

El segundo, el que nos interesa, es conocido en el mundo por haber ideado la prueba de la lana.

 [INTRO]

Alarik Frithiof Holmgren nació el 22 de octubre de 1831 en Västra Ny, Östergötland, una de las veintiuna provincias de Suecia. Su padre Anders Holmgren era pastor.

Estudió en la escuela secundaria de Linköping, ciudad situada al sur de Suecia, hasta 1849. Un año después se trasladó a Upsala para iniciar la carrera de Medicina, que terminó en 1860. Durante sus estudios desempeñó diferentes trabajos: en 1853 colaboró en la lucha contra el cólera y fue también profesor de historia natural en un instituto de Norrköping, entre otros.

Fue contratado como profesor asistente de medicina teórica y práctica en la misma Universidad. En 1861 presentó su tesis de doctorado sobre las células blancas de la sangre. Pronto supo que quería dedicarse a la fisiología, pero su país, como otros muchos, se encontraba atrasado en la materia, lo que le obligó a marchar al extranjero.

En 1861 marchó a Viena para formarse con el fisiólogo von Brücke, que fue asistente de Johannes Müller y, según Erna Lesky, el fundador de la fisiología austríaca moderna. Trabajó de forma especial en temas de óptica fisiológica, (luminosidad óptica y proceso de acomodación y percepción cromática entre otros). Más tarde, éste lo envió a Leipzig donde se encontraba Carl Ludwig, quien había convertido su Instituto de Fisiología en la meca de la disciplina al que acudían de todas partes para aprender fisiología experimental. Con él estudió los gases sanguíneos.

En 1864 regresó a su país para convertirse en el primer profesor de fisiología del país. Montó un laboratorio en su casa, dispuso después de un espacio en el departamento de Anatomía y, más tarde, de una zona amplia dentro del Departamento de Patología.

Entre 1869 y 1870 viajó de nuevo al extranjero. Estuvo en Berlín con Reymond (1818-1896), del grupo de fisiólogos de orientación física quien, influido por su maestro Johannes Müller, trabajó en el campo de la electricidad animal, y en Heidelberg con von Helmholtz, conocido por sus trabajos sobre el funcionamiento y los procesos de percepción del ojo y del oído humanos. Se dedicó también a los aspectos físicos de los procesos fisiológicos. Holmgren asistió, además, a unas conferencias que Claude Bernard impartió en París.

En 1848-49 Du Bois-Reymond había observado una corriente de reposo entre los electrodos en la parte frontal y posterior del ojo, es decir, el potencial de reposo del globo ocular. Inspirado en estos hechos, Holmgren, en 1865 mostró las variaciones inducidas por la luz en ese potencial. Lo mismo hicieron de forma independiente los escoceses James Dewar y John G. McKendrick. Se descubría así la respuesta eléctrica de la retina a la luz y las bases del electrorretinograma de hoy. 

[PAUSA]

En diferentes lugares de Europa surgió la necesidad de estudiar el daltonismo para poder reconocer con seguridad si lo padecían trabajadores de los ferrocarriles, donde las señales de color juegan un papel fundamental. Se estimuló el desarrollo de varios estudios que no llegaron a buen puerto.

En la noche del 14 al 15 de noviembre de 1875 se produjo un accidente ferroviario en Lagerlunda, a pocos kilómetros de Linköping. Chocaron el expreso nocturno que iba de Estocolmo a Malmö y el expreso que iba en dirección contraria, de Malmö a Estocolmo. Hubo nueve muertos. Se habló de una mala interpretación de las señales entre un jefe de estación y uno de los conductores. Entonces se manejaban con diversos tipos de señales sonoras y luminosas. La transcripción del juicio por el accidente parece que no contiene nada relativo al color de las señales. Sin embargo, Holmgren afirmó que uno de los conductores podía ser daltónico, aunque como había fallecido en el accidente, no pudo investigarse. Parece que el siniestro se debió a un conjunto de causas que otros autores han demostrado posteriormente.

Por entonces Holmgren había desarrollado ya un método que se basaba en la comparación de lanas de diferentes colores. Se trataba de una prueba para comprobar la capacidad de percepción cromática.  

Se ponen 40 madejas de lanas juntas y se agrupan las 10 madejas cuyo tono se parezca más al color marcado con la letra “A”, que es verde. De las 30 restantes deben seleccionarse 5 que se asemejen con la madeja marcada con la letra “C” que es roja. Se repite la operación con las 25 madejas restantes entre las que deben separarse las 5 que se parezcan a la marcada con la letra “B”, de color violeta. Si el paciente opta por colores azules o violetas en la prueba del rojo, quiere decir que presenta un problema de ceguera al rojo. Si el paciente opta por colores grises o café oscuro en la prueba del color verde, indica que posee un problema de ceguera al verde. Si el sujeto opta por colores verdes o amarillos en la prueba del color violeta, presenta ceguera al violeta.

En un congreso médico que tuvo lugar en Gotemburgo después del juicio por el accidente, Holmgren presentó su test de la lana y sugirió que el daltonismo hubiera podido ser la causa del accidente; se acordó que era necesario investigar de forma sistemática las deficiencias de la percepción cromática del personal que trabajaba en los ferrocarriles.

Holmgren obtuvo permiso para evaluar a 266 empleados de la línea privada Uppsala-Gävle. Identificó 13 daltónicos (un 4,8%) entre los que había un jefe de estación, un ingeniero, dos conductores y dos empleados encargados de revisar las vías. A pesar de los resultados, los responsables no quedaron convencidos hasta que se preparó una simulación el 13 de octubre de 1876. Tres días después se emitió una orden por la que los médicos de los ferrocarriles se familiarizaran con las pruebas ideadas por Holmgren. Igualmente, las compañías de otros países fueron cambiando sus reglamentos en este sentido.

Sin embargo, parece que la prueba que hizo Holmgren estaba manipulada, ya que se utilizaron faroles con distintas intensidades de color cuando los conductores estaban acostumbrados a distinguirlos por su luminosidad. Esos faroles todavía se conservan y se ha podido reproducir el experimento.

Independientemente, la prueba de Holmgren supuso un adelanto respecto a los medios de que se disponía entonces. En 1877 publicó Sobre el daltonismo en relación con los ferrocarriles y el mar, que se tradujo a varios idiomas. El estudio del daltonismo le proporcionó fama a nivel mundial.

Holmgren investigó también un tema que era debatido en su país. Se trataba de la decapitación y de si ésta era dolorosa o no. Recogió datos de cuatro ejecuciones públicas, dos de ellas las últimas de este tipo que se llevaron a cabo en Suecia. Se refirió a lo horrible de los preparativos y concluyó que era imposible que el ejecutado sintiera algún tipo de dolor.

En 1869 Holmgren se casó con la escritora y feminista Ann Margret Tersmeden (1850-1940) [21]. En su casa se reunían personas muy liberales, incluso radicales. Frente la sociedad conservadora de la época allí se criticaba la monarquía y se defendía el parlamentarismo y el sufragio universal, los derechos de los trabajadores, la anticoncepción y el libre pensamiento religioso. Tuvieron ocho hijos.

El matrimonio Holmgren estuvo siempre del lado de los estudiantes con quienes mantuvieron excelentes relaciones. Defendió la libertad de ideas en la Universidad, institución de la que pensaba que tenía que educar a sus alumnos para que fueran capaces de pensar por sí solos.

En 1893 comenzó la construcción de un instituto que todavía perdura hoy. No llegó a tiempo a su inauguración, ya que falleció por esclerosis arterial el 14 de agosto de 1897 en Upsala. Tras su fallecimiento su mujer se mudó a Estocolmo donde siguió trabajando por la igualdad de género. Fue partidaria del amor y sexo fuera del matrimonio y participó en varias organizaciones feministas.

Bibliografía

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Incorporación de nuevas fuentes materiales e iconográficas de historia de la medicina (marzo, 2022)

La sección de Fuentes iconográficas y materiales de historiadelamedicina.org se ha enriquecido con nuevos elementos. Entre estos, instrumentos como un Microtomo de Reichert, una Maleta obstétrica AGI-IMSA (Valencia) y el Irrigador Hydroclyse.

Medicamentos como las pastillas Eupnol, el famoso Ungüento Cañizares y las Pastillas pectorales del Dr. Moliner.

En esta ocasión abundan las fotografías y los grabados, como los relativos a la celebración del Congreso Nacional de Medicina que se celebró en Madrid en 1919 y que tuvo como invitada especial a Madame Curie.

También los relacionados con los últimos protagonistas de los vídeos de nuestro Canal YouTube Medicina, historia y sociedad, Carlos María Cortezo, Manuel Tolosa Latour y Mariano Benavente.

Asimismo, un grabado en color de la construcción del Hospital del Niño Jesús y dos procedentes de revistas alemanas sobre Robert Koch en su laboratorio.

Dos grabados sobre Jaume Ferran, uno de ellos por haber ganado el Premio Bréant.

También dos nuevas fotografías de estudiantes de medicina en la sala de disección y en la de autopsias, así como un pequeño álbum con motivo de la celebración de la II Reunión de la Sociedad Española de Cirujanos, celebrada en Sevilla en 1966 .

Todo ello se puede consultar en la sección de Fuentes iconográficas y materiales de historiadelamedicina.org.

La ‘Materia médica’ de Dioscórides

A continuación insertamos el guión del vídeo La ‘Materia médica’ de Dioscórides, después de haber subido un nuevo vídeo al Canal de Youtube Medicina, historia y sociedad que se centra en los productos americanos que el traductor Andrés Laguna introdujo en su ‘Materia médica’ de Dioscórides (1555).

La Materia médica de Dioscórides es quizás el libro de medicina clásica y científica que más veces se ha publicado.   Todavía hoy podemos encontrar varias ediciones facsímiles, nuevas y traducciones y libros que son una adaptación. Aquí tengo unas cuantas [Se muestran a cámara].
En este vídeo vamos a sintetizar el contenido de esa Materia médica, lo que significó para la Medicina científica y conoceremos también algo sobre su autor.

[INTRO]

Parece que Dioscórides vivió y desarrolló su obra bajo el mandato de Nerón (54-68 dC). Nació en Anazarbo, ciudad de Cilicia, cerca de Tarso. Lo poco que sabemos de él procede de la carta o dedicatoria que precede al libro y que está dedicado a un amigo suyo llamado Ario, médico de Tarso.   Dioscórides fue médico militar en época de Claudio y Nerón. Esto le dio la oportunidad de viajar y de conocer numerosas provincias de lo que fue el Imperio romano, lo que le permitió enriquecer sus conocimientos heredados de sus antecesores en materia de plantas y drogas medicinales. Él mismo se confiesa como un apasionado de la materia médica. Insistimos en decir que no parte de cero sino que ya dispuso de información que procedía de otros escritos que él califica de incompletos, confusos, incluso equivocados y de otros más modélicos. Está claro que muchos de esos escritos recogían tradiciones de Mesopotamia, del antiguo Egipto, etc.   A lo largo de la historia se le han atribuido otras obras y se han incluido capítulos en la suya de otros autores. Mientras no hubo imprenta, los ejemplares manuscritos de su Materia médica diferían unos de otros en el número de libros o de capítulos que lo componían. Lo cierto es que su Materia médica es quizás la obra médica más veces reeditada y traducida de la historia. Todavía hoy sigue siendo objeto de interés por números estudiosos. Constituye una fuente indispensable para el estudio de la materia médica, de la botánica, de las creencias populares y también para el estudio de la expresión formal de la prosa científica y del léxico.    

Dioscórides está convencido del rigor con el que construye su obra. Dice que ha visto un buen número de plantas con sus propios ojos y que ha investigado otras a partir de entrevistas a los habitantes del lugar. Por otro lado, tiene experiencia de ellas.   Ordena los remedios por sus “acciones y efectos” de ahí que a nosotros nos parezca una obra donde todo se mezcla.  

Su texto recoge 600 plantas, 35 productos de origen animal y 90 minerales.  Puede considerarse como las guía farmacéutica más amplia de la Antigüedad. Galeno la consideró como la mejor de su clase y la difundió a través de sus obras.   Por libros, en el primero (129 capítulos) trata de perfumes, aceites, ungüentos, árboles y arbustos (líquidos, gomas y frutos). En el segundo (de 186 capítulos) aborda los animales y partes de animales, productos animales, cereales y hierbas. En el tercero (de 158 capítulos) se ocupa de raíces, jugos, hierbas y semillas. En el libro cuarto (de 192 apartados) sigue tratando de raíces y hierbas. Por último, en el quinto (de 162 capítulos) describe vides, vinos y minerales.   El método descriptivo para cada remedio suele ser el siguiente: nombres con el que se le conoce en varias lenguas de la época; origen; características morfológicas de la planta (raíces, tallo, hojas, flores, aromas, sabor, etc.). Este último aspecto no aparece en todos los capítulos y en otros se dice que la planta es conocida. Hay que decir que sus descripciones son a veces insuficientes para la identificación correcta.   Sigue después la enumeración de las propiedades, especialmente las médicas. En algunos casos menciona propiedades basándose en la teoría incorrecta de las signaturas. Se ocupa después de los modos de preparación y luego de sus usos medicinales que incluyen, en ocasiones, los efectos perjudiciales. Describe, además, dosis, “formas farmacéuticas”.  

Dioscórides usó los términos de género y especie pero en un sentido distinto al que hoy lo hacemos, pero de alguna manera su intento de poner orden fue de utilidad a lo largo del tiempo. También dio importancia al ambiente en el que crecían las plantas. No tenían las mismas propiedades las que lo hacían en las altitudes que las de zonas pantanosas. También recomienda cuándo y cómo recoger las semillas, época de recolección, modo de cortarlas o de extraer su savia, etc. Asimismo proporciona información sobre su conservación.

Respecto a las ilustraciones habría que revisar los manuscritos medievales y las ediciones renacentistas.   El Códice más antiguo conservado de Dioscórides es el Vindobonensis, antes Constantinopolitanus en el que el texto se presenta por orden alfabético. Parece que las imágenes derivan de originales de una fecha tan temprana como el siglo II d.C. Varían mucho en calidad y claramente no proceden todos de la misma mano. Algunos, incluso, parece que fueron realizados por Cratevas. Las entradas de los capítulos de De Materia Medica se ordenaron alfabéticamente y sus descripciones se aumentaron con observaciones de Galeno y Crateuas (Krateuas). También se adjuntaron cinco textos suplementarios, incluyendo la Theriaca y Alexipharmaca de Nicandro y la Ornithiaca de Dionisio de Filadelfia (siglo I d.C.), que describe más de cuarenta aves mediterráneas. Después, lo que pasó es que los copistas dibujaron las plantas copiándolas y no a partir de la propia naturaleza. El cod Parisinus gr. 2179 es el mejor testimonio de la obra genuina de Dioscórides con el orden sin alterar.  

Con la aparición de la imprenta uno de los primeros libros que se editó fue este. Aparte de volver a traducir los originales, se trató de reconstruir lo original de Dioscórides a lo que se añadieron a veces comentarios, nuevas plantas y corrección de errores como era característico del Renacimiento, pero de forma separada. Se tradujo, además, a las lenguas vulgares como el castellano y el italiano.   Los grabados que acompañan a la edición de Andrés Laguna parece que los encargó él mismo a un taller veneciano para su edición castellana. Se inspiran en los de la versión latina de Mathioli. Luego se trasladaron a Amberes donde se hizo la edición principal y más tarde se trasladaron a España concretamente a Valencia hasta 1695. La edición de Madrid de 1733 ya no los usó.  

Esta edición de Gredos [Se muestra a cámara], en dos volúmenes, es una de las últimas traducciones que sepamos que se ha realizado de la Materia médica de Dioscórides de la mano de Manuela García Valdés.  

Bibliografía

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Opoterapia I

Insertamos el guión del vídeo Opoterapia I que se subió al canal Historia, medicina y sociedad, de Youtube, hace unas semanas.

Durante milenios la especie humana ha dispuesto de productos procedentes del reino vegetal, animal y mineral para curarse o protegerse de las enfermedades.

Hoy nos ocuparemos de la opoterapia, es decir, del uso de productos procedentes de los animales. Como el tema es extenso, presentaremos el tema en dos partes.

[INTRO]

En alguna tablilla sumeria del tercer milenio a. C. se habla de una serie de productos para tratar enfermedades. Entre estos se mencionan la leche, la piel de serpiente y la concha de tortuga.
 
Reginal Campbell Thompson, estudioso de la medicina mesopotámica, recogió una receta a base de productos animales: “mezcla de estiércol, de palomo, de cantáridas, harina de trigo y excrementos de gacela en la cerveza kurunnu; «extiende la mezcla sobre un lienzo, líalo sobre su pecho y la base de los pulmones, déjalo colocado durante tres días y curará”. Utilizaban estos productos por su propio valor intrínseco o bien por razones de tipo mágico. Este último tipo de uso perdura en nuestros días.
 
En el Egipto arcaico se utilizaron la bilis, la sangre, el cerebro, los excrementos y la carne de animales de especies indeterminadas y de otras como el asno, el murciélago, el gato, el cocodrilo, el pato, de algunos peces, etcétera.

En el Corpus hipocráticum encontramos también recetas que contienen productos procedentes de los animales; por ejemplo, se administraba como diurético una infusión de vino y miel con cantáridas a las que se quitaban las alas y las patas. La bilis de buey, en suspensión con miel, era un medicamento contra el “engurgitamiento intestinal”. La leche y el suero en los que se diluía cal, eran recomendados contra las diarreas.
 
De la época romana destacaremos, como no, la Materia médica de Dioscórides. En su libro segundo dice: “trataremos acerca de los animales, de la miel, de la leche, de la grasa y de los llamados cereales, también de las hortalizas, añadiendo a estas materias cuantas hierbas se usan de virtud aguda, porque tienen afinidad con ellas, como los ajos, las cebollas y la mostaza, para que no se separen la virtud de las cosas homogéneas”. Sus capítulos se ocupan de cosas tan distintas como el escorpión, los mejillones, la víbora, los chinches, los gusanos y partes de animales como el testículo de castor, el hígado de cabra o de asno, la pezuña de las cabras, el cuerno de ciervo, etc.

De aquí saltamos al Renacimiento, época en la que se revisaron los textos clásicos, como el de Dioscórides, y se añadieron sustancias procedentes de las Indias orientales, especialmente por los portugueses–, y de las occidentales –,especialmente aquellos que les enseñaron o aprendieron de los indígenas y los que los españoles adaptaron a los principios de la medicina de su tiempo, es decir, el galenismo.

La obra de Monardes, Historia medicinal de las cosas que se traen de nuestras indias occidentales, contiene, sobre todo, la descripción de productos vegetales, pero menciona también el armadillo, la piedra que se formaba en el buche de los caimanes y las que se encontraban en la cabeza de los tiburones. Más importancia se les concede a las piedras bezoares, concreciones calculosas que se forman en el aparato digestivo de los rumiantes. Se solían usar como contravenenos. También mencionó las alpacas, ciertos cangrejos, arañas, papagallos y unos gusanos que “sacaban de bajo tierra, los engordaban con hojas de maíz y después los cocían”.  Así elaboraban una especie de pasta que servía para curar el “fuego en el rostro” o “encendimiento de la sangre con picazón”.

Entre los siglos XIX y XX se recomendó en todos los estadíos y formas de tisis pulmonar exceptuando las febriles, en los catarros crónicos; en la escrofulosis, acompañada o no de lesiones diversas; en el raquitismo; hemeralopia epidémica (Disminución de la capacidad de visión durante el día o cuando hay luz muy intensa); clorosis; reumatismo crónico; estados de caquexia; y en convalecencias. Por vía externa en la lepra y diversas dermatosis.
 
Había de diversos colores, desde el casi transparente al marrón oscuro. Hacia mediados del siglo XIX se realizaron análisis químicos de los distintos tipos, determinando que el de color marrón claro era más terapéutico. Dependía de la temperatura y técnica de extracción.

John Hughes Bennett en 1841 publicó un tratado sobre el uso terapéutico del aceite de hígado de bacalao. Se trataba de un anatomopatólogo que describió la leucemia al mismo tiempo que lo hizo Virchow y la relacionó con la sangre y también describió la aspergilosis.
 
Ludovicus J. De Jongh también publicó un texto sobre las características de los distintos aceites. Viajó a Noruega con el fin de poder obtener el aceite más puro posible. De esta forma comenzó a comercializarse en toda Europa y a exportarse a los Estados Unidos el “Dr. Johngh’s light-brown Cod Liver Oil”. The most efficacious remedy for diseases of the chest, throat, debility, gout, rheimatism, rickets…”.

Sin embargo no pudo evitar el sabor y olor nauseabundo del preparado. En 1873 Alfred B. Scott vio la oportunidad de un nuevo negocio con la creciente demanda del aceite. En Nueva York comenzó a buscar con su socio Samuel Bowne una versión que tuviera mejor sabor. Mediante emulsión lograron un nuevo producto que cumplía con estos requisitos y que bautizaron como “Emulsión Scott”. La imagen de la marca era un hombre que llevaba un pez colgando en la parte posterior. En los ochenta ya se distribuía en toda América, Europa y Asia. En los primeros años del siglo XX era habitual que los niños tomaran una cucharada diaria de este aceite para tener un crecimiento saludable.
 
En 1879 la marca Scott y Bowne incluía las inciales PPP: perfecto, permanente y agradable al paladar. Las pequeñas gotas de aceite se cubrían con la glicerina que les confería el sabor dulce de ésta. Se vendía como un producto con el mismo paladar que la leche.

Por estas fechas, en 1890, los franceses Armand Gautier y Louis Mourgues publicaron su trabajo Les alkaloides de l’huile de foie de morue. Lograron aislar la butilamina, amilamina, hexilamina, la dihidrolutidina, asellina y la morrhuina.
 
En 1912 el bioquímico Casimer Funk (1884-19678) acuñó el término vitamina para referirse a algún nutriente que faltaba en ciertas enfermedades como el beriberi, la pelagra, el escorbuto y el raquitismo. Se investigó entre otras sustancias el aceite de hígado de bacalao. Elmer McCollum y Marguerite Davis, en la Universidad de Wisconsin, demostraron la existencia de un nutriente esencial en este aceite: la vitamina liposoluble A. Más tarde la vitamina liposoluble D. El descubrimiento de las vitaminas supuso un nuevo empuje para la venta de este producto. En 1927 Casimir Funk y Harry Dubin cuando trabajaban para los laboratorios HA Metz patentaron un procedimiento de extracción de las vitaminas A y D.
 
La síntesis química de las sustancias puso de nuevo en peligro al aceite de hígado de bacalao. En 1970 el médico danés Jorn Dyerburg estudió las dietas de los Inuit de Groenlandia y observó la baja incidencia en ellos de enfermedades coronarias. Se relacionó con el consumo de pescado. Esto abrió el camino a futuros estudios sobre los beneficios de los ácidos grasos omega 3. Los laboratorios Glaxo-Smith-Kleine, propietarios actuales de la patente de la Emulsión de Scott, volvieron a la ofensiva destacando las bondades de su producto en especial en lo que se refería a los efectos de los ácidos grasos Omega 3.
 
La emulsión Scott, pues, ha sobrevivido a sus creadores Scott y Beane que fallecieron en 1908 y 1910 respectivamente.


Bibliografía

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Historia de la ilustración anatómica II

Como siempre, al subir un nuevo vídeo al canal de Youtube Medicina, historia y sociedad, incluimos en este blog la transcripción del guión del anterior. Éste hace referencia a la segunda parte de la Historia de la ilustración anatómica.

[Intro]

Seguimos en este vídeo la historia de la ilustración anatómica que iniciamos en el inmediato anterior y cuyo enlace pueden encontrar aquí arriba (señalando)

Decíamos que el potencial del color en la metodología de la ilustración no se realizó plenamente hasta el último periodo.

Mostrábamos alguna de las extraordinarias láminas de Paulo Mascagni (1755-1815), prosector de Anatomía en la Universidad de Siena, como la del ‘tórax explotado’. Su Anatomia Universa (1823-1832) fue una obra completa de anatomía con cuarenta y cuatro láminas coloreadas a mano posiblemente por Antonio Serrantoni.

A continuación hablaremos del último periodo, de las reconstrucciones anatómicas por planos, de la divulgación de la anatomía y de los avances proporcionados por las nuevas tecnologías.

[Títulos]

El último periodo fue el que marcó  De basi encephali  de Soemmering  de 1778 hasta mediados del siglo XIX.

Una característica de esta fase es un mayor cambio hacia la anatomía de los órganos internos, a la luz de los nuevos descubrimientos realizados como resultado de un estudio más especializado.

La mecanización de la imprenta en el siglo XIX, junto con la invención y el desarrollo de la litografía, hizo que los textos y las ilustraciones pudieran producirse en masa y distribuirse ampliamente a través de redes de editores y libreros.

Con la introducción de la cromolitografía en la década de 1830, la ilustración anatómica alcanzó quizás su nivel más alto en el atlas de ocho volúmenes de Bourgery. 

Bourgery empezó a trabajar en su magnífico atlas en 1830 en colaboración con el ilustrador Nicolas Henri Jacob (1782-1871), un alumno del pintor francés Jacques Louis David. Los primeros volúmenes se publicaron al año siguiente, pero completar el tratado requirió cerca de dos décadas de esfuerzos; Bourgery consiguió culminar en vida su magna tarea, pero el último de los ocho volúmenes del tratado no se publicó en su totalidad hasta cinco años después de la muerte de su autor.

Los ocho volúmenes del tratado de Bourgery cubren la anatomía descriptiva, anatomía topográfica y técnicas quirúrgicas (con descripciones detalladas de casi todas las principales intervenciones que se realizaban durante la primera mitad del siglo xix), anatomía general, embriología y anatomía microscópica.

Aquí podemos contemplar unas láminas del primer volumen dedicado a la Osteología y Sindesmología (huesos, articulaciones y ligamentos). Aquí otras del segundo volumen sobre Miología, es decir, músculos, tendones y fascias.

Del tercer volumen consagrado a la Neurología (sistema nervioso central, periférico y vegetativo, así como los órganos de los sentidos) podemos observar estas láminas.

La Angiología (corazón, arterias, venas y sistema linfático) constituye el cuarto volumen. He aquí unas láminas del mismo.

Estas otras láminas son una muestra del quinto volumen dedicado a la Esplacnología constituido por las vísceras abdominales, aparatos digestivo y genitourinario.

Y estas otras lo son del sexto volumen sobre Anatomía quirúrgica o topográfica.

Estas lo son del séptimo volumen, también consagrado a la anatomía quirúrgica, que contiene interesantes láminas de procedimientos quirúrgicos con sus instrumentos. Por último, estas láminas son un ejemplo del octavo volumen dedicado a la Embriología, Anatomía comparada y Anatomía microscópica.

Todas las láminas del Traité se realizaron e imprimieron mediante la litografía, que significa “escritura o dibujo en piedra”. Esta técnica nació en Praga entre 1796 y 1798. Su descubrimiento supuso una auténtica revolución, ya que hasta entonces el único medio para reproducir una imagen era el grabado en hueco especialmente sobre cobre o en relieve sobre madera.

La litografía y su coste reducido significó que el número de litógrafos y de imprentas que la utilizaban creciera.

En un principio sólo se imprimió en blanco y negro. Las láminas de la primera edición se iluminaron a mano. En 1837 G. Engelmann registró la patente de la litografía en color (uso del rojo, amarillo, azul y negro). El procedimiento seguía siendo largo y costoso.

La segunda edición del Tratado se imprimió utilizando ya la cromolitografía. Se iban entregando a los suscriptores en grupos de 8 láminas y 8 hojas.

Por último señalar que cada volumen de láminas se acompañaba de un volumen de texto.

Por otro lado, el anatomista escocés John Bell, prefería y reivindicó un estilo sencillo adaptado a las necesidades de la enseñanza y la cirugía, frente a las pretensiones de los libros anteriores. La conocida Anatomía de Henry Gray de 1858, ilustrada por Henry Vandyke Carter, aspiró a un modo descriptivo simple.

La Grey’s Anatomy se editó y reeditó a lo largo de los años por sucesivos profesores. La primera edición es de 1858 con 363 dibujos. Apenas hay estilo, poco modelado en luces y sombras, ningún intento de colocar figuras en poses elegantes y sin fondos evocadores

En 1923, cuando se alcanzaron 22 ediciones, el libro había ganado 1378 páginas con 1256 ilustraciones, muchas en color. De las ediciones actuales queda poco de Gray.

A finales del siglo XIX las imágenes anatómicas se convirtieron en parte integral de la enseñanza de la anatomía.

Los cambios tecnológicos, sociales y culturales y otras circunstancias favorables permitieron el surgimiento de los ilustradores anatómicos profesionales. Aunque algunos de ellos no tenían formación anatómica solían adquirir conocimientos de esta y otras disciplinas médicas como la fisiología, la cirugía, la ginecología, etc.

Un ejemplo lo tenemos en el alemán Max Brödel que trabajó en la Escuela de Medicina de la John Hopkins University. Creó técnicas nuevas como la de polvo de carbón y tablero punteado para reproducir el tejido de forma más vívida. Incorporó el realismo de los tejidos con la anatomía transversal. Desarrolló un patrón instructivo y didáctico de ilustración médica y muchos le consideran el padre de la ilustración médica moderna.

Otro ejemplo es el también conocido Frank H. Netter, cirujano estadounidense y célebre ilustrador médico. Pronto se dedicó a esta última profesión en exclusiva. En su opinión, una ilustración médica tenía poco valor si no aclaraba bien los aspectos médicos que pretendía mostrar o explicar. Su obra cumbre fue su Colección de ilustraciones médicas (1948) para CIBA en un solo volumen. Después se amplió a 13 volúmenes con 4.000 ilustraciones.

De las ilustraciones anatómicas se compuso su Atlas de Anatomía (1989). Rápidamente se convirtió en uno de los preferidos de los estudiantes de muchos países. Se edita en 16 idiomas.

Aquí hojeamos el volumen 3, parte segunda dedicada al aparato digestivo.

También mostramos aquí un atlas de anatomía para que sea coloreado por el estudiante (Netter].

También queremos poner de relieve los textos que contienen láminas iluminadas, recortadas y superpuestas.

Aquí tenemos un ejemplo del texto G.A. Kuhff, doctor en medicina y preperador del Laboratorio de Antropología de la École des Hautes Études, ilustrado por Edouard Cuyer. Traducido y publicado en España por Baillière en 1880. Necesita restauración.

Esta idea se ha repetido después mucho antes de la aparición de las imágenes 3D generadas por ordenador. Yo como estudiante lo conocí con el nombre de Belorcio o una reconstrucción o atlas del cuerpo humano por planos. Muchos venían en bruto y el estudiante tenía que recortarlos, coloréalos y armarlos como complemento a las prácticas de anatomía.

Aquí vemnos reunidos los Belorcios de la Escuela anatómica de Escolar, utilizados en la enseñanza de la anatomía en Valencia bajo la dirección de Víctor Smith Agreda.

Esta idea se integró con facilidad en los libros desplegables –que hoy con la invasión del inglés llaman pop-up– y que muestran de forma más sencilla la estructura del cuerpo humano para niños. Los hay más cercanos a la realidad y los hay que explotan más los aspectos artísticos.

Los adelantos tecnológicos han contribuido a mejorar cada vez más las imágenes anatómicas. Los rayos X, la angiografía, la ecografía (la ecocardiografía, por ejemplo), la tomografía axial computerizada, la Resonancia magnética, la utilización de estas dos últimas con la ayuda de potentes ordenadores que permiten obtener imágenes 3D mediante reconstrucción volumétrica. Igualmente con el TAC y la Resonancia en combinación con la tomografía por emisión de positrones PET, se están desarrollando nuevas generaciones de imágenes digitales que representan los detalles estructurales en 3D de la anatomía viva.

No olvidemos la fotografía y la fotografía estereoscópica. A finales del siglo XX el cadáver de un condenado a muerte y el de una mujer desconocida que permanecían congelados en una mezcla de agua y gelatina sirvieron para hacer cortes transversales de 1 mm que luego se fotografiaron. Estas se usaron para crear modelos completos de cuerpos humanos masculinos femeninos. Las imágenes pasaron a formar parte de la National Library of Medicine que emprendió en 1989 el The Visible human project.

Aquí termina la síntesis de la Historia de la ilustración anatómica que hemos visto a través de dos vídeos. Por supuesto podría ampliarse a muchos más, pero nuestra intención es ofrecer una primera toma de contacto.

¡Hasta el próximo!

Bibliografía

Añadido el 21 de marzo de 2023:

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