Aceite de hígado de bacalao Hogg

A finales del año 1853 la Academia Imperial de Medicina de París, viendo la popularidad que estaba alcanzando el aceite de hígado de bacalao, convocó un concurso con premio de 1.000 francos sobre la siguiente cuestión, «¿Cuál es el valor del aceite de hígado de bacalao como agente terapéutico»?

Se quejaba el farmacéutico y químico de la Escuela de Farmacia de París, Hogg, de que el concurso estaba dirigido a los médicos. Después se vio que los trabajos que se presentaron no hacián mención de los aspectos farmacéuticos del aceite. Hogg señaló que los métodos de extracción del mismo eran diferentes y las sustancias que se obtenían también eran distintas. Perdida la ocasión de participar en el concurso decidió enviar a la Academia por vía ordinaria la memoria que tituló Étude sur l’Huile de foie de morue naturelle ou du meilleur procéde d’extraction de cette substance destinée aux usages de la médecine el 14 de febrero de 1855.

Según su autor, en la memoria se demuestra: 1º.– que el aceite de hígado de bacalao  es verdaderamente natural siempre que se extraiga de hígados frescos. 2º– Para extraerlo es conveniente no sobrepasar la temperatura de 40º, suficiente para que el aceite no tenga color. Compara este procedimiento con el que utiliza hígados en estado de fermentación y temperaturas más altas que dan lugar a aceites de color marrón-castaño.

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Tarjeta publicitaria de Aceite de hígado de bacalao Hogg (Colección Fresquet). La publicidad en torno a este aceite en general, produjo en su época una gran riqueza iconográfica y artística.

Para Hogg el aceite medicinal es el primero, que es límpio, presenta un reflejo verde dorado, con sabor practicamente nulo y olor a pescado fresco. Según él es el que presenta mayor cantidad de principios activos. A este aceite se le ha denominado «Aceite de hígado de bacalao Hogg».

La Academia prestó interés a este estudio y su autor, en el momento que hizo público su trabajo, deseaba que el público en general le dedicara como mínimo la misma atención. El libro contiene los siguientes capítulos:

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Tarjeta publicitaria de Aceite de hígado de bacalao Hogg (Colección Fresquet)

Sección primera: Generalidades históricas sobre el aceite de hígado de bacalao y su extracción
I. Las necesidades de la medicina han presidido las mejoras en la extracción del aceite de hígado de bacalao
II. Una ojeada histórica sobre el uso del aceite de hígado de bacalao en medicina.
III. Progresos sucesivos en la mejora de la fabricación de los aceites de hígado de bacalao.

Sección segunda: Diversos procedimientos de extracción del aceite de hígado de bacalao para usos médicos.
I. Condiciones y conocimientos previos
II. Sobre el aceite de hígado de «raie» y la prueba diferencial de los aceites mediante la gota de ácido sulfúrico.
III. Cuestiones sobre la mejor especie de pescado, el mejor matiz y el mejor modo de extraerlo.
IV. Revisión de los procedimientos industriales.
V. Resumen y cocnclusiones del párrafo precedente: todas las mejoras de fabricación son para el aceite claro y blanco.

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Lámina que acompaña al libro. Coloración de los distintos aceites de hígado de bacalao.

Sección tercera: procedimiento de extracción del aceite tipo de hígado de bacalao llamado de Hogg, en San Juan de Terranova.
I. Nuestro procedimiento
II. Los progresos de la terapéutica y de la farmacia son recíprocos.
IV. El color claro y el precio elevado indican al médico cuál es el aceite de hígado más natural y medicinal.
III. Presentación y homenaje a nuestro trabajo en la Academia de
medicina

V. Consideraciones fisiológicas y terapéuticas sobre los diversos aceites de hígado de bacalao.
VI. Crítica de los medios de administración fácil de los aceite de hígado de bacalao y de sus sucedáneos.

Sección cuarta: De la purificación en comparación con los elementos naturales del aceitye de hígado de bacalao.
I. Del blanqueamiento de los aceites de hígado de bacalao en general.
II. Del blanqueamiento por la vía de saponificación del aceite
III. Lo que se entiende por aceite de hígado de bacalao natural.
IV. Razones en favor de los aceites de color oscuro; apreciación y consecuencias de estas razones.
V. Conclusiones

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Tarjeta publicitaria de Aceite de hígado de bacalao Hogg (Colección Fresquet)

Sección quinta: Los aceites de hígado de bacalao desde el punto de vista químico.
I. Los aceites de hígado de bacalao apreciados por sus elementos orgánicos e inorgánicos.
II. Testimonio científico en favor de nuestro aceite de hígado de bacalao: Carta de M. Lesueur y Mención de Honor en la Exposición Universal.
III. ¿Cuáles son los principios medicamentosos del aceite de hígado de bacalao?
IV. Las enfermedades que son objeto de tratamiento con el aceite de hígado de bacalao.
V. Las enfermedades tratadas con el aceite de hígado de bacalao: glucosuria, parálisis generales, gastralgias, afecciones hereditarias, etc.
VI. El aceite de hígado de bacalao, en cuanto que es natural, posee otras propiedades medicinales.

Sección sexta: Piezas justificativas
I. Traducción de una carta de M. Charles Fox, de Saint-Jean-de-Terre-Neuve, director de la Fábrica de aceite de hígado de Hogg.
II. Carta de M. Lesseur.
III. Carta dirigida a los señores médicos franceses.

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Bibliografía

Hogg, M.P.-T. (1856). Étude sur L’Huile de foie de morue naturelle ou Du meilleur procédé d’extraction de cette substance destinée aux usages de la médecine. Paris: Librairie de Victor Masson.

El ungüento y las píldoras Holloway

En otra entrada nos ocupamos del Compuesto vegetal de Lydia Pinkham. Hoy traemos otro producto similar que llegó a tener una enorme popularidad tanto en el siglo XIX como en parte del XX, no solo en el Reino Unido sino en otros países como España: el ungüento y las píldoras Holloway. Se dice que incluso la reina Victoria los utilizó. Sin subestimar el efecto placebo, estas sustancias no podían curar lo que prometían. Sin embargo, llegaron a proporcionar cuantiosos beneficios a sus creadores.

Thomas Holloway nació el 22 de septiembre de 1800 en Devonport, Plymouth. Su madre se llamaba Mary y su padre Thomas. Tenían una panadería. La familia cambió varias veces de domicilio. Cuando su padre murió Thomas abrió una tienda de comestibles con su madre y su hermano en el mercado.

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Cartón publicitario Holloway (Colección Fresquet)

En 1828 Thomas marchó durante un tiempo a Roubaix, Francia. Regresó a Inglaterra en 1831. Trabajó como secretario y traductor en Londres para una familia de importadores y exportadores. Más tarde, en 1836, se instaló en la Broad Street como agente comercial. Fue en esta época cuando empezó a hacer ungüentos y píldoras. La fórmula –según decía– procedía de un tal Felix Albinolo de Turín, vendedor de sanguijuelas y del ungüento de San Cosme y San Damián. Thomas lo presentó a las autoridades del St Thomas’ Hospital como inventor de una medicina, pero no mostraron demasiado interés igual que no lo hizo la Inglaterra protestante. Sin embargo creyó que un producto de similares características podía ser aceptado por el público. Algunos opinan que Thomas le robó la fórmula a Albinolo. Surgió así el Ungüento de Holloway que, en 1837, fabricaba en la cocina de su casa.

En 1840 Thomas contrajo matrimonio con Jane Pearce Driver que le ayudó a fabricar el ungüento y las píldoras, que creó más tarde. Durante un tiempo añadió a su nombre el título de “profesor” como estratagema comercial. Thomas Holloway también tenía claro que el éxito de sus productos no podía lograrse sin publicidad. Hoy se diría que fue un gran emprendedor. Acompañaba sus píldoras y ungüento con panfletos que prometían la curación de varias enfermedades.

En 1837 aparecieron en los periódicos los primeros anuncios. Apenas cinco años después el gasto en publicidad estaba en las 5.000 libras anuales. Acabó endeudándose y pasó por la cárcel. Una vez en la calle reanudó su negocio y la publicidad de sus productos. Siguió insertando anuncios pero de forma más selectiva. Al final de su vida la cifra se había disparado a las 50.000 libras esterlinas y no solo se anunciaba en la prensa sino que también lo hizo en forma de postales, tarjetas, juegos, folletos y carteles entre otros. En 1864 el volumen de ventas superaba las 250.000 libras anuales.

También visitaba los muelles de Plymouth, donde promocionaba sus productos entre los capitanes y la tripulación de los barcos que viajan a todas partes del mundo, consciente de que sus medicinas llegarían a otros países.

Se rumoreaba asimismo que mandaba a su hermano a las principales tiendas de la ciudad preguntando por las famosas píldoras de Holloway. Si no disponían de ellas simulaba un gran enfando. Después pasaba el propio Thomas para ofrecerles sus productos para la venta.

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Cartón publicitario Holloway (Colección Fresquet)

Holloway se fue a vivir en 1869 a Tittenhurst Park, una casa de campo georgiana de 29 hectáreas, London Road en Beggar’s Bush, cerca de Ascot. En 1898 fue adquirida por Thomas Hermann Lowinsky, gerente de unas minas de carbón de la India. En 1969 se convirtió en el hogar de John Lennon y su esposa Yoko Ono. Después vivió allí Ringo Starr con su familia hasta finales de la década de los ochenta. Después fue adquirida por el presidente de los Emiratos Árabes Unidos. Fue en esta casa donde Holloway falleció el 24 de diciembre de 1883 a la edad de 83 años. Su esposa lo había hecho en junio de 1876. El negocio continuó dirigido por su sobrino George Martin Holloway. En 1929 la compañía se llamaba Hollowys Oill Ltd.

Holloway se convirtió en uno de los hombres más rico de Gran Bretaña. No tuvo hijos. Fue un gran filántropo. Creó el Sanatorio Holloway en Virginia Water y el Royal Holloway College para mujeres, integrado en la Universidad de Londres. En vez del College, su idea era construir un hospital para enfermos incurables, pero su mujer lo persuadió para que hiciera algo para las mujeres en un momento en que su acceso a la educación superior era algo controvertido. Ambos edificios fueron diseñados por el arquitecto William Henry Crossland. También donó a la Universidad una excelente colección de arte, especialmente de pinturas.

Los productos Holloway aseguraban curar todo tipo de dolencias. Estaban compuestos de jengibre, cardamomo, azafrán, canela, raíz de ruibarbo y «confección de rosas», aunque la fórmula era secreta. Tras su muerte se vio que algunos no contenían ningún principio activo. Su popularidad descendió progresivamente hasta que la competencia «Píldoras de Beecham» compró el negocio en 1930. Durante muchos años sus productos se vendieron no sólo en Gran Bretaña sino en multitud de países, entre ellos España.

En la imagen se puede ver la publicidad insertada en El Áncora (Barcelona) en octubre de 1850

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Otro de los anuncios deja bien claro las enfermedades que puede curar:

«Este inestimable específico, compuesto enteramente de yerbas medicinales, no contiene mercurio ni alguna otra sustancia deletérea. Benigno a la niñez más tierna y a la complexión más delicada, e igualmente pronto y seguro para desarraigar el mal en la complexión más robusta, es enteramente inofensivo en sus operaciones y efectos, mientras busca y remueve las enfermedades de cualquiera especie, y en cualquier grado, por antiguas y arraigadas que sean.

Entre los millares de personas curadas con esta medicina, muchas que ya estaban a las puertas de la muerte, perseverando en su uso, han llegado a recobrar su salud y sus fuerzas, después de haber tentado inútilmente todos los otros remedios.

Los más afligidos no deben entregarse a la desesperación ; hagan un competente ensayo de los eficaces efectos de esata asombrosa medicina, y pronto recobrará n el beneficio de la salud.

No se perderá tiempo en tomar este remedio para cualquiera de las enfermedades siguientes:

Accidentes epilépticos
Almorranas
Asma
Calenturas biliosas
Calenturas intermitentes
Calenturas de toda especie
Cólicos
Debilidad o extenuación
Debilidad o falta de fuerzas por cualquier causas
Disentería
Dolor de garganta
Dolor de vientre
Erisipela
Enfermedades del hígadoçEnfermedades venéreas
Gota
Hidropesía
Ictericia
Indigestiones
Inflamaciones
Irregularidad de la menstruación
Jaqueca
Lamparones
Lombrices de toda especie
Lumbago o dolor de riñones
Mal de piedra
Manchas en el cutis
Obstrucción de vientre
Retención de orina
Reumatismo
Síntomas secundarios
Tic-doloroso
Tisis o conunción pulmonar
Tumores
Úlceras

Estas píldoras se venden en el establecimiento general de Londres, 244, Strand, y en casa de todos los farmacéuticos, droguistas y otras personas encargadas de la venta en toda América del Sur, La Habana y la España.

Las cajitas se venden a 1fr. 60 cént, 4 fr. 20 cts, y 6 fr. 40 cént. Cada cajita contiene una instrucción en español para explicar la manera de hacer uso de estyas píldoras».

Otro anuncio más breve, publicado esta vez en Las Provincias en 1913 dice:

«Diario de Avisos. Ungüento y Píldoras Holloway.– Para la curación de las úleras, de las quemaduras y las heridas de toda clase, el célebre Ungüento Holloway se encuentra sin rival. En el momento en que él se aplica a la parte afectada, sus virtudes balsámicas alivian el dolor, protegen los nervios expuestos contra el aire, dan a los vasos el vigor necesario para que sane la llaga, y purifica de tal modo la sangre, que cuanta carne crece, en lugar de la destruida es perfectamente sana. Las Píldoras Holloway, si se toman al mismo tiempo que se usa el Ungüento, aumentan considerablemente el poder depurativo y refrigerante de este último. Unidas dichas medicinas, obran como por encanto. Ningún enfermo que las haya ensayado ha dejado de librarse de su enfermedad, o por lo menos, de ser mitigadas sus penas».

 

Bibliografía

–Bingham, C. (1987). The History of Royal Holloway College, (1886-1986). London: Constable.
–Harrison-Barbet, A. (1990). Thomas Holloway, victorian Philanthropist: a biographical Essay. London: Lyfrow Trelispen.
–Homan, P.G.; Hudson, B.; Rowe, R.C. (2008). Popular Medicines. An illustrated History. London-Chicago: Pharmaceutical Press.

 

El Compuesto vegetal de Lydia E. Pinkham

El Compuesto vegetal de Lydia E. Pinkham fue tanto en los Estados Unidos como en España y otros países uno de los remedios más populares de finales del siglo XIX y de buena parte del XX.

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Frasco de Compuesto vegetal de Lydia E. Pinkham (Colección Fresquet)

Lydia Pinkham nació en Lynn, Massachusetts (USA), el 9 de febrero de 1819. Su madre se llamaba Rebeca. Su padre, William Estes, comenzó como zapatero, fue propietario de unas salinas, se dedicó a la transacción de bienes inmuebles y se hizo rico. El origen de su familia fue un cuáquero que emigró al continente americano en 1676.

Lydia se graduó en la Lynn Academia y fue maestra de escuela mientras permaneció soltera. Su familia era abolicionista y pertenecían a la Lynn Female Anti-Slavery Society. El líder Frederick Douglass era vecino y amigo. La casa de los Estes servía de lugar de reunión. En 1843 fue elegida secretaria del Freeman’s Institute. Allí conoció al que después sería su marido Isaac Pinkham, un viudo de 29 años fabricante de zapatos. Tuvieron cinco hijos de los que sobrevivieron cuatro: Charles (1844), Daniel (1848), William (1852) y Aroline (1857).

Isaac no era un buen hombre de negocios. Inició varios pero ninguno tuvo éxito y perdió casi toda su fortuna en 1873. No llegó a recuperarse y falleció en 1889. Según dicen algunos, en 1875 se les ocurrió vender los remedios que su madre tenía para las dolencias propias de las mujeres. La idea parece que procedió de su hijo Daniel. Otros aseguran que años antes Isaac recibió una fórmula como pago parcial de una deuda.

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Postal de publicidad del Compuesto vegetal Lydia E. Pinkham. (Colección Fresquet)

La cuestión es que Lydia siempre se había interesado en los remedios vegetales caseros, especialmente aquellos que procedían del The American Dispensatory de John King. Preparó unas botellas, las llenó con su producto y las regaló a sus amistades como remedio contra «los problemas de las mujeres». En esta época este tipo de panaceas era habitual y la gente los prefería a visitar a un médico y pagar el elevado precio que costaba una consulta. Por otro lado, la mayor parte de los medicamentos que utilizaban los profesionales tampoco eran muy eficaces.

En los inicios Lydia preparaba en su casa el remedio, pero el aumento de la demanda obligó a trasladar su producción a una fábrica. Se trataba del compuesto vegetal que llevaba su nombre. Parece que la idea de la publicidad, de recibir cartas de las clientas con dudas y preguntas, y de contestarlas, fue de la propia Lydia. La cuestión es que el preparado acabó convirtiéndose en uno de los «medicamentos» de patente más conocidos del siglo XIX en los Estados Unidos. Uno de los puntos fuertes de su éxito fue que la publicidad se dirigía directamente a las mujeres. Esta táctica también se utilizó en España años después, ya en el siglo XX. El rostro de Lydia solía figurar en las etiquetas y los anuncios en la prensa y se acompañaba de testimonios positivos de mujeres que lo habían probado. Esta forma de presentar y comercializar el preparado también fue del agrado de las feministas. Habían logrado que se hablara abiertamente de temas tabú como la menstruación en una etapa en la que los médicos no solían prestarles la atención que merecían.

Lydia murió en 1883. Las consultas de miles de mujeres siguieron recibiendo respuesta incluso décadas después del fallecimiento de su creadora. Los escritos hablaban con franqueza de los problemas de la mujer, les daban consejos y, por supuesto, les recomendaban el preparado vegetal.

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La esposa de su hijo Charles, Jennie Pinkham, se convirtió en la cabeza visible de la compañía. Daniel y William fallecieron en 1881. También participó Arolina, casada con Will Gove. Cuando Charles falleció en 1900 los Goves tomaron el control de la firma y Will Gove fue su presidente y manager general. Arthur, el hijo de Jennies, insistió en que las cartas dirigidas la Sra Pinkham debían ser entregadas a su madre, no a la fábrica. Crearon una compañía rival que vendía exactamente el mismo compuesto vegetal con el nombre «Regulador Delmac del hígado». En la etiqueta había una retrato de Charles Pinkham. Sin embargo, al final hubo un acuerdo para no comercializar el nuevo producto a cambio de que Arthur se convirtiera en miembro de la junta directiva de Pinkham.

Tras la muerte de Gove en 1920 y después de nuevas disputas, el equipo directivo de la empresa estuvo formado por tres Pinhams y tres Govers. Los problemas continuaron y en 1937 se obtuvo un mandato por el que se prohibía a los Govers interferir en el negocio. En 1968 la empresa fue vendida a Cooper Laboratories que desplazaron la producción a Puerto Rico. Hoy siguen fabricándose y vendiéndose varios productos Lydia Pinkham.

El compuesto vegetal era una mezcla que contenía extractos vegetales en alcohol, una especie de «vino fortificado». Se vendía como «una cura segura para el prolapso de útero y la caída de matriz», y para «cualquier debilidad de los órganos reproductivos». Originalmente contenía raíz de unicornio auténtica o de la Aletris farinosa, planta originaria de los Estados Unidos, utilizada por varias tribus de indios por sus efectos sobre la dismenorrea, el prolapso uterino, la congestión pélvica y para mejorar la función ovárica; la raíz de Senecio aureus L., que es un tónico uterino de uso tradicional, diurético, antiinflamatorio y emenagogo utilizado popularmente contra la amenorrea o la dismenorrea; alholva o Trigonella foenum-graecum con acción vulnerable, antiinflamatoria, antiespasmódica, tónica, emenagoga, galactogoga e hipotensora; «black cohosh», cimífuga o Actaea racemosa o Cimífuga racemosa empleada en el síndrome premenstrual, menopausia e infertilidad, entre otras. Hay que tener en cuenta, además, el alcohol y sus correspondientes efectos. El lector puede seguir la historia del uso de estas plantas. Han sido analizadas en muchos casos, se han justificado algunos de sus usos y se han hallado nuevos efectos. Una de las más ensayadas ha sido el cohosh negro. La fórmula del producto ha ido cambiando con el tiempo.

Un anuncio insertado en Mundo Gráfico de 1921 decía: “Todas las mujeres que sufren dolores, irregularidades, dolor de cabeza, dolor de espalda, dolor de riñones, dolor en el bajo vientre, desmayos, síncopes, vahídos, frecuentes indigestiones, inflamaciones, úlceras, desplazamientos, irritabilidad, esterilidad y cualquier otro síntoma que pueda atribuirse directa o indirectamente a su condición de mujer, deben recordar que hay un remedio para sus males, y que este es el Compuesto Vegetal de Lydia E. Pinkham”.

Continúa diciendo que su eficacia queda demostrada por la infinidad de cartas de mujeres agradecidas que “recibimos todos los días”: “El Compuesto Vegetal de Lydia E. Pinkham es un remedio compuesto únicamente de plantas y raíces medicinales, cuya acción curativa para las enfermedades de la mujer lo demuestra la infinidad de cartas…”.

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Durante el primer tercio del siglo XX el producto se vendió en España y se insertaron anuncios publicitarios en la prensa diaria y en las revistas. Veamos algunos ejemplos:
En el siguiente se identifica fácilmente con tipografía de gran tamaño el destinatario: las mujeres, las madres. Se lee ¡MADRES! Vuestras hijas necesitan… En fuente de tamaño normal se explica: “de vuestros cuidados; tenéis obligación de velar por su salud, vigilando que sus funciones se desarrollen con toda regularidad. / Si la niña se queja de dolores de cabeza, de espalda o en las piernas; si se siente apática y no piensa muy deprisa o bien si está nerviosa, malhumorada, son pruebas evidentes que toda madre debe conocer, y ha llegado el momento en que su hija necesita la más estrecha vigilancia y los más asiduos cuidados, pues de ellos depende su salud y su felicidad de toda la vida. Recordad que /” “El compuesto Vegetal / de Lydia E. Pinkham / es el tónico de la mujer /” (esto último destacado) “Tomándolo vuestra hija, fortalecerá con rapidez, abrirá su apetito y facilitará tanto su desarrollo, que su paso a mujer lo efectuará con la mayor facilidad y sin ninguna molestia, alejando cualquier peligro que pudiera sobrevenir / Todas las mujeres que en la época del desarrollo han tomado esta medicina están hoy sanas, fuertes y felices /” “Compuesto Vegetal / de Lydia E. Pinkham / LYDIA E. PINKHAM MEDICINE CO., LYNN, MASS.”

Otro anuncio, insertado el La Correspondencia de España en 1920, contiene el testimonio de una mujer que había obtenido beneficios con el compuesto:

“SUFRÍ DURANTE 7 SIETE AÑOS/”. “Por fin curé todas mis dolencias gracias al Compuesto Vegetal de Lydia E. Pinkham/”. Philadelphia Pa.– “Sufría durante siete años de fuertísimos dolores de espalda y costado. Fui visitada por muchos médicos que no lograron ni aliviar mi mal. Leí algo referente al Compuesto Vegetal de Lydia E. Pinkham y decidí probarlo, y al poco tiempo me encontré muy mejorada y pronto completamente curada, y sin dolor ni molestia alguna. Varias de mis amigas han probado también el Compuesto Vegetal de Lydia E. Pinkham, todas con éxito” Srta. MARGARET NESS, 1846, E. Hazzard St., Philadelphia Pa. U.S.A. /”. “Las mujeres que sufren de desplazamientos, irregularidades, inflamaciones, úlceras, dolor de espalda, dolor de costado, dolor de cabeza, tristeza, melancolía, mal humor, irritabilidad, deben tomar la famosa medicina de hierbas y raíces llamada Compuesto Vegetal de Lydia E. Pinkham /”. “La vende su farmacéutico./ De venta en todas las farmacias”. El anuncio se acompaña de un dibujo de línea que representa a una mujer hasta la línea superior de la rodilla con uno de los brazos en jarra, que parece dirigirse a la lectora.

Otro ejemplo. Este anuncio contiene también un testimonio y se encabeza con la siguiente frase: “MI VIDA ERA / INSOPORTABLE”. “Sufrí durante dos años de enfermedades y desarreglos propios de mi sexo. No podía andar, salir de casa, ni aun en coche, cualquiera ejercicio me era absolutamente imposible. Si probaba de andar o hacer algún trabajo, enseguida sentía los efectos de mi enfermedad. Estaba siempre triste y lánguida y sin energías y la vida se me hacía insoportable hasta a los que me rodeaban. Estuve bajo los cuidados de un buen médico durante algunos meses y probé toda clase de remedios. Leí un anuncio del Compuesto Vegetal de Lydia E. Pinkham y decidí probarlo, después de tomar doce botellas me encontré completamente curada, tanto y tal efecto me produjo, que tomé seis más para asegurar mi curación. Nunca más he vuelto a sufrir de mi enfermedad. Ahora estoy dedicada a toda clase de trabajo sin sentir absolutamente ninguna molestia. Soy enfermera del hospital del Estado y me siento perfectamente bien. He recomendado el / Compuesto Vegetal / Lydia E. Pinkham / a docenas de amigas y siempre lo haré”. (La Correspondencia de España, 1920).

En ambos anuncios se habla de problemas que no resuelve el médico y que sí ha solucionado el Compuesto Pinkham. En el segundo, además, la que habla es enfermera. Llama la atención también que el número de frascos que consume la interesada es elevado, doce, que completa con otros seis.

Otro anuncio (Mundo Gráfico, 1921) muestra a Lydia E. Pinkham en un escenario dirigiéndose al público exclusivamente femenino que se representa en el patio de butacas: “YO NO QUIERO QUE LAS MUJERES SUFRAN”. Más adelante se dice “La sociedad moderna, la agitación de la vida en nuestros tiempos, han llevado a la mujer a ocupar un sitio en esta actividad mundial, obligándola a trabajos y ocupaciones demasiado fuertes y agitadas. Esto ha ocasionado en su delicado organismo desarreglos que se manifiestan en las más variadas formas y cuyo origen siempre es siempre el mismo…” . Aquí se pone de manifiesto que se trata de un problema del sexo femenino, cuyo papel en el mundo está cambiando, resuelto por una mujer.

Un anuncio de Las Provincias (1921) muestra en este caso una escena en la que aparece un hombre. Se trata de un farmacéutico (de pie) que le está enseñando el Compuesto de Lydia E. Pinkham a una señora que por su vestimenta parece ser de clase alta (sentada) al otro lado del mostrador. Se dice, además, que “Se cuentan por millones las mujeres de las cinco partes del mundo que deben su bienestar, su felicidad, su salud y muchas la vida a nuestro Compuesto Vegetal…”. Obsérvese la cadena de palabras: “bienestar, felicidad, salud, vida”. Por otro lado se deja constancia de que el éxito del producto lo había llevado a los cinco continentes.

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Otro reclamo iba dirigido a las mujeres casadas que no habían podido tener hijos: “MUJERES SIN HIJOS” que se acompañaba de algún testimonio supuestamente real: “… Hacía diez y seis años que estaba casada y no había tenido el placer de tener un hijo, ahora tengo uno gordo y sano y al cual llamamos nuestro Pinkham, porque al Compuesto Vegetal lo debemos. El Doctor estaba preocupado de mi caso, pues tenía cuarenta y un años cuando nació mi hijo, pero gracias al Compuesto Vegetal lo tuve con toda felicidad…” (Las Provincias, 1922).

La publicidad y el Compuesto Vegetal iba dirigido a cualquier tipo de mujer, rica o pobre. En un inserto en Las Provincias de 1931 se lee bajo el rótulo “La vida trata a todas igual”: “Mansiones donde vivir, limousines para pasear, criados que la aguarden a Vd., cada deseo satisfecho y falta de salud, es vivir? / La Naturaleza favorece por igual a pobre y a rica. Ambas están favorecidas por la misma salud y alegrías y están sujetas a los mismos dolores y enfermedades…”.

También se utilizó en ocasiones el anuncio que simulaba una noticia real con un titular llamativo como éste: “UNA MODISTA / QUE SE SALVA / DE UNA OPERACIÓN” «Ithaca, N.Y.–“Hace tres años estuve sufriendo de dolores en mi costado derecho tan fuertes, que no podía levantar mis pies del suelo. Los dolores siguieron por la espalda hasta las piernas, el médico dijo que tenía un abceso. Estuve en cama dos semanas con una bolsa de hielo en mi costado esperando que cualquier día me tendría que marchar al hospital para sufrir una operación. Una amiga mía me vino a ver y me habló de su medicina el Compuesto Vegetal de Lydia E. Pinkham. Empecé a tomarlo, y a las seis botellas me encontré bien y fuerte, hoy puedo trabajar en mi oficio de modista sin ninguna molestia. Nunca podré alabar bastante su medicina y recomendarla a las demás mujeres que sufren. Parece enviada por Dios para aliviar los sufrimientos de las mujeres».– Sra. PERMILLA HULSIZER, 218, E. Fall St. Ithaca, N.Y.”.

Bibliografía

–Danna, S.M. (2015). Lydia Pinkham. The Face that Launched a Thousand ADS. Lanham-Boulder-New York-London: Rowman & Littlefield.
–Homan, P.G.; Hudson, B.; Rowe, R.C. (2008). Popular Medicines. An illustrated History. London-Chicago: Pharmaceutical Press.
–Lamphier, P.A.; Welch, R. (Eds.) (2017). Women in American History. A social, Political, and Cultural Encyclopedia and Document Collection. ABC-CLIO.
–Lydia Pinkham, en Wikipedia. Disponible en: https://en.wikipedia.org/wiki/Lydia_Pinkham. Consultado el 8/1/2017.

 

200 años de publicidad en una infografía

Aquent, con la ayuda de The Barbarian Group, ha realizado una atractiva infografía que recoge los grandes hitos de la publicidad durante doscientos años en los Estados Unidos. Se incluyen también las fusiones, lanzamientos y adquisiciones de las principales firmas desde el año 1800.

A título de curiosidad, el primer anuncio de televisión que se emitió en televisión fue el de la conocida marca de relojes Bulova, y costó 9 dólares. No hubo publicidad en Navidades hasta las de 1830. Más cerca de nosotros en el tiempo, el primer correo de spam fue enviado a 600 personas en 1978.

Sería interesante tener algo parecido de la publicidad de medicamentos o de productos alimenticios en España. En la prensa española de finales del siglo XIX los anuncios de medicamentos, remedios universales y productos relacionados con la salud ocupaban prácticamente en solitario la última página.

Vía Adweek

Enlace (véala a gran tamaño)

Publicidad: ‘Pilules orientales’ y utilidad de los Rayos X (1907)

Inserto dos anuncios que eran habituales en la prensa de 1907. Las Pilules Orientales prometían modelar los senos.

El otro anuncio se refiere al poder diagnóstico y curativo de los Rayos X. Por lo que se puede leer, casi pueden considerarse como una panacea. Se trata de publicidad del Instituto Terapéutico Calatayud, de Valencia, que gozó de fama en su tiempo.

Transcribo el texto:

«La mejor instalación instrumental de España. Reconocimiento por medio de los RAYOS X, de cálculos del riñón y de la vejiga, cuerpo extraños, lesiones óseas y articulares. Enfermedades del corazón y pulmonares.

Tratamiento por medio de los Rayos X de los tumores malignos, enfermedades de la piel (pelos, tiñas, acné, pelada, cáncer, lupus, etc.) y afecciones de la sangre (leucemia, paludismo crónico).

Instituto Calatayud de Terapéutica Física. Colón, 88 (frente a la Fábrica de Tabacos).»

[Anuncios insertados en Las Provincias, 1907] [Proyecto HAR2008-04023]

Fosfo-Glico-Kola Doménech

Durante muchos años, en España uno de los medicamentos más populares fue la Fosfo-Glico-Kola Doménech. A principios del siglo XIX aparecía publicidad de este producto en la prensa diaria, como este que mostramos, que se publicaba con cierta frecuencia en Las Provincias (1907).

Este producto contenía, según el prospecto:

1) Fosfoglicerolato de cal. Allío se dice que “es un excitante poderoso de la nutrición general gracias al estímulo que ejerce sobre el sistema nervioso, usándose en la neurastenia, hipocondría y ciertas formas de histeria; en la clorosis, albuminuria, fosfaturia, ataxia locomotriz, hiperestesia gástrica, ciática aguda, convalecencia, etc.

Los glicerofosfatos fueron propuestos por A. Robin en 1894, según Peset Cervera, como más asimilables que los fosfatos. Los había de varios tipos y estaban ensayándose todavía a principios del siglo XX. El ácido glicerofosfórico fue estudiado por K. Bülow, G. Pascuali y A. Robin. El más utilizado era el glicerofosfato de cal, llamado también glycero-phosphas calci, fosfoglicerato cálcico y neurina de Prunier. Es un polvo blanco, ligero, soluble en agua, que se enturbia al hervir, y de reacción neutra. Se adulteraba mucho en los comercios. Igual que otros glicerofosfatos, se recomendaba para la tuberculosis, escrófula, neurastenia y diabetes fosfatúrica. Una fórmula estándar era: glicerofosfato de cal (5 gras.) y el Polvo de Kola (10 grs.).

En este periodo comenzaron a utilizarse también las lecitinas derivadas del ácido glicofosfórico por su papel desempeñado en la nutrición. Fueron encontradas en la yema por Gobley, y Hoppe-Seyle y otros las describieron también en productos animales (cerebro, sangre, leche, linfa, etc.) así como en vegetales. La investigación de la acción fisiológica de la lecitina fue desarrollada inicialmente por Danilewski en 1890.

Algunos productos actuales  siguen conteniendo glicerofosfato de cal, por ejemplo, algunos multivitamínicos.

2) Nuez de Kola, que “constituye un verdadero alimento de ahorro, es un tónico cardíaco preconizado en las fatigas musculares y admirable estimulante del sistema nervioso».

“Asociadas como es debido” -se dice- ambas sustancias, al unir sus propiedades, constituyen una “excelente medicación tónica” y lo más indicado para las convalescencias.

Al hablar de las “Kolas africanas” en la época, ya se ponen entre paréntesis los principios activos: la cafeína y teobromina, así como el Rojo de Kola y el tanino). La fórmula era: Extracto de nuez de kola, glicerofosfato de cal, rojo de kola, alcoholaturo naranja, cacao y sacaruro vainilla.

Hay varias especies en África tropical cuyas “nueces” o semillas proporcionan la kola: la Cola nitida, la C. acuminata y la C. vertcillata. En África occidental se usan como estimulante al masticarse frescas. Contienen bases púricas, especialmente la cafeína con trazos de teobromina. Se siguen utilizando en farmacia para preparar estimulantes y, sobre todo, para la elaboración de bebidas sin alcohol.

La Fosfo-glico-kola Doménech se presentaba de tres formas: granulado o en comprimidos, en elixir e inyectable.

La publicidad de entonces ya incluía testimonios como la de ahora. Si alguien de prestigio usa un producto o lo recomienda…, ofrece seguridad o produce el deseo de imitación por parte de los posibles compradores.  Así, los médicos Tolosa Latour, Candela y Pla, Esquerdo y otros, conocidos en su época, aportan sus opiniones positivas. Por ejemplo, Candela y Pla señala: “Los excelentes resultados del Fosfo-Glico-Kola Doménech son debidos a la asociación de fármacos idóneos, que lejos de neutralizarse se coadyuvan a la obra de regeneración orgánica, dando fuerza a la sangre, energía a los tejidos y tono a la economía…”. Tolosa Latour dice: «He empleado el Fosfo-Glico-Kola y tengo la satisfacción de manifestarle que los resultados son excelentes».

El material publicitario era diverso y los motivos impresos variaban. Sin embargo, la imagen que más se repitió fue la de un hombre mayor con rostro y sonrisa extraños, que sostiene el producto en primer plano, y por detrás de su hombro asoma una dama bastante joven. Aquí un posavasos publicitario:

Y aquí publicidad con cola adhesiva por la parte posterior:

Aquí una tarjeta postal algo más antigua.

También se realizó publicidad con niños dirigida a este sector de la población.

Tubo de tabletas de Fosfo-Glico-Kola.