Carl Peter Henrik Dam (1895-1976) y el descubrimiento de la vitamina K

Hemos incluido en la sección de ‘Biografías y epónimos médicos’ de historiadelamedicina.org, la de Carl Peter Henrik Dam (1895-1976).

En 1943 Henrik Dam y Edward Doisy (1893-1986) recibieron el premio Nobel de Medicina y Fisiología por haber descubierto el primero la vitamina K y su estructura química el segundo.

Henrik Dam nació en Copenhague el 21 de febrero de 1895. Se graduó en química en el Instituto Politécnico de su ciudad natal en 1920. Estuvo después en la Universidad de Graz, Austria, para completar sus estudios en 1925. Allí trabajó con el químico Fritz Prelg (1869-1930).

En 1928 fue asistente en el Instituto de Bioquímica de la Universidad de Copenhague y al año siguiente fue nombrado profesor asociado de la Universidad. Entre 1932 y 1933 estuvo en la Universidad de Friburgo con una beca de la Fundación Rockefeller trabajando con el bioquímico Rudolf Schoenheimer (1898-1941). Allí también conoció a Adolf Otto Reinhold Windaus (1876-1959).

En 1935 estuvo en la Universidad de Zurich con Paul Karrer (1889-1971). Cuando Alemania invadió Dinamarca se encontraba en los Estados Unidos. Decidió quedarse allí. Se adscribió al Woods Hole Marine Biological Laboratories, de Massachusetts. Entre 1942 y 1945 estuvo en la Universidad de Rochester, Nueva York, y en 1946 en el Instituto Rockefeller. En 1946 Dam regresó a Dinamarca como profesor de bioquímica en el Instituto Politécnico de la capital danesa donde estuvo hasta 1965. También llegó a dirigir la División de Bioquímica del Instituto Danés de Investigación de las grasas.

Murió en Copenhague el 17 de abril de 1976 a la edad de 81 años.

Dam comenzó sus estudios sobre la formación y metabolismo del colesterol en la década de 1920. Inició un proyecto para ver si los pollos podían sintetizar colesterol. Observó que los que eran alimentados con dietas carentes de grasas sufrían un retardo en la coagulación de la sangre y brotes hemorrágicos, produciéndoles la muerte en poco tiempo. Esta situación no se detenía aun introduciendo el colesterol en su dieta. Las lesiones que presentaban se parecían a las que producía el escorbuto por lo que introdujo la vitamina C en la alimentación con resultados negativos. Obtuvo similares resultados con otras vitaminas conocidas hasta entonces como la A y la D [10].

En 1929 publicó el artículo “Cholesterinstoffwechsel in Hühnereiern und Hühnchen” en la revista Biochemische Zeitschrift donde daba a conocer la existencia del factor dietético antihemorrágico [11].

En 1934 observó que se podían prevenir las hemorragias añadiendo a la dieta hojas verdes, tomate e hígado de cerdo. Él y sus colaboradores pensaron, pues, que la causa podía estar en una falta o deficiencia de algún factor liposoluble.

En 1935 Dam escribió una carta a la revista Nature proponiendo el nombre de vitamina K para este factor. La letra K procedería de la palabra escandinava “koagulering” o “koagulasjon”. 

[*Imagen en dominio público, procede de http://www.nobelprize.org/nobel_prizes/medicine/laureates/1943/%5D

Historia de la medicina. Noticias en español (noviembre, 2022 #1)

La trágica muerte del inventor de la anestesia epidural.
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5 hitos en la historia de la medicina.
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¿Quién fue José Manuel Valdés, el primer médico afroperuano que también fue prócer de la independencia?
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El médico y vacunador pionero Tomás Romay y los precedentes católicos de ciencia y fe en Cuba. Por Alfonso V. Carrascosa.
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Un recorrido por la historia de la farmacia. . Por D. Casillas.
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Así era la popular poción utilizada como anestesia en la Edad Media. Por Albert Martínez.
Fuente: La Razón

Fez: Gran éxito del 10º coloquio sobre «la historia de la medicina»
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Las lecciones médicas de la Grecia Antigua llegan hasta nuestros días.
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El guardian del Ano del Faraón, un médico que hacía el trabajo sucio. Por Abel GM
Fuente: Historia National Geographic

El opio: la droga del siglo XVIII. Por Fran Navarro
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#HistoriaD: Los Galvin. Por Javier Cancho.
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Los 10 NObel de Medicina más destacados del siglo XX. Por Carlos Martínez
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Alzheimer: la historia de una enfermedad, la vida de un médico. Por Clara Melanie Zaglul Zaiter.
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El Hospital de la Princesa acoge una conferencia magistral sobre la Historia de la Psicocirugía.
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Hoy en la historia. Muere Miguel Servet.
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Constitutida la Fundación del Museo do Médico Rural: excelencia, humanización y memoria.
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‘El secreto de la vida’, el libro en el que Howard Markel desvela la intrahistoria del descubrimiento de la estructura del ADN. Por J.F. Borrell.
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¿Hechos o artificios? Los documentales de ciencia en el siglo XX.
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Hace 116 años SDantiago Ramón y Cajal el primer premio Nobel de medicina español. Por Julio Merino
fuente: El Correo de España

Tuskegee: el experimento más infame de la historia. Por Miguel Ángel Sabadell
Fuente: Muy Interesante

Rafael Martínez Molina y el Instituto Biológico

Insertamos en este blog el guión del vídeo que se subió al Canal de Youtube «Medicina, historia y sociedad» hace unas semanas, dedicado a Rafael Martínez Molina (1816-1888).

Damos comienzo a la cuarta temporada después de una larga interrupción por causas que no vienen al caso.

Hoy vamos a conocer al cirujano Rafael Martínez Molina que tiene una placa dedicada en la calle Atocha de Madrid, nº 105, casi enfrente de lo que fue Colegio de San Carlos donde estudió y fue profesor. Se realizó y colocó allí por iniciativa de amigos y admiradores el 17 de noviembre de 1901. Pertenece a la generación de anatomistas de principios del siglo XIX que destacaron en la segunda mitad de la centuria. Cajal dijo de él que era un hombre sabio, recto, austero y concienzudo.

[INTRO]

La lápida consiste en un busto de su figura y una aglomeración alrededor de emblemas alegóricos a la medicina, y en las partes laterales relieves de Minerva y de Esculapio, obra del escultor Enrique Arévalo.

Rafael Martínez Molina procedía de una familia humilde. Su madre se llamaba Alfonsa Molina y su padre, de profesión barbero-sangrador, Francisco Martínez. Nació en Jaén en 1816 donde realizó los primeros estudios en la Escuela de Latinidad de San Andrés, y después Dialéctica, Ontología y Matemáticas en el Convento de los Franciscanos.

En la Universidad de Granada obtuvo el grado de bachiller en Filosofía en 1836. En principio iba a seguir la carrera eclesiástica pero realizó los cursos de Física experimental y Química, necesarios para realizar el primer curso de Medicina, en esa ciudad.

Se trasladó después a Madrid donde ingresó en la Escuela de San Carlos convertida ya en Facultad de Medicina de la Universidad Central. Estuvo especialmente influido por Juan Fourquet Muñoz y Pedro González de Velasco, verdaderos entusiastas de los estudios morfológicos. Desde muy temprano mejoró sus conocimientos enseñando a sus compañeros.

Fue alumno interno y ayudante disector por oposición desde 1841. Obtuvo el grado de bachiller en Medicina en 1844 y la licenciatura en 1846; poco después el de doctor, pero siguió estudiando disciplinas como griego, química, botánica, mineralogía y zoología de forma especial en el Colegio de San Fernando, Museo de Ciencias Naturales y en el Jardín Botánico de Madrid.

En 1847 consiguió el puesto de regente de 2ª clase de Botánica. En 1853 obtuvo el doctorado en Ciencias Naturales con el trabajo El hombre considerado en sus relaciones y bajo la influencia de los agentes naturales.

Cuando jubilaron a Diego de Argumosa en 1854 por motivos políticos, fue nombrado catedrático sustituto permanente. Ese mismo año ingresó en la Academia de Medicina de Madrid. En San Carlos desempeñó varios puestos hasta convertirse en 1857 en catedrático supernumerario de Anatomía general y descriptiva, primero y segundo cursos, que había ocupado Juan Fourquet.

Profesionalmente tuvo actividad en varias clínicas y en el Hospital San Jerónimo, donde por su implicación en la epidemia de cólera, fue nombrado médico-cirujano honorario de la Casa Real en 1856.

Como cirujano ganó mucho dinero, que dedicó en parte a crear el Instituto Biológico en su domicilio. Era privado y gratuito. Contó con un laboratorio de química, un gabinete de histología, una buena biblioteca, una colección de materia médica, etc. Su objetivo fue complementar la limitada enseñanza oficial de las ciencias médicas básicas y estimular a sus discípulos a que investigaran.

Este Instituto convivió con otras “escuelas libres” creadas durante los años revolucionarios: La Escuela Práctica de Medicina y Cirugía que funcionó en el Museo Antropológico de González de Velasco; El Laboratorio, en Barcelona; o la Facultad de libre de Farmacia, en Valencia. Recordemos que la revolución democrática de 1868 permitió que la actividad científica española se desarrollara en libertad.

El Instituto Biológico se convirtió en un activo núcleo de cultivadores de los métodos experimentales aplicados a la medicina y a las ciencias biológicas. Allí trabajaron personajes como Luis Simarro, Julián Calleja, Ángel Pulido, Ángel Larra y Cerezo,  y Manuel Tolosa Latour, entre otros.

Molina se interesó de forma especial por la histología normal y patológica. Fue autor de uno de los primeros trabajos de este tipo salidos del ambiente madrileño, un estudio micrográfico de un cáncer de mama operado por Fourquet. También tradujo en 1863 la segunda edición del manual de anatomía microscópica de Etienne van Kempen, discípulo de Theodor Schwann.

Fue partidario de las ideas histológicas de Charles Robin, lo que se evidencia en una revisión de saberes morfológicos que publicó en 1867: La Anatomía, sus progresos y aplicaciones.

Influyó en la creación de la primera cátedra de Histología en 1873 que ocupó Aureliano Maestre de San Juan.

Cultivó también la antropología física. Su tesis y su discurso El antropologísmo está relacionado con todas las ciencias y debe intervenir en la evolución práctica y racional de los conocimientos humanos (1878), son buen ejemplo de ello. En este último, además, se muestra partidario del espiritualismo frente a las ideas darwinistas.

En el afán de modernizar la medicina española tradujo también el Tratado de anatomía descriptiva de M.F. Constant Sappey (1874) y los de cirugía de Alphonse F.M. Guerin (1875) y Auguste Nélaton (1876).

En el discurso inaugural de las sesiones de la Academia de 1867 desarrolló el tema de “La Anatomía”, que divide en 5 partes: primera, progresos recientes; la segunda a la anatomía patológica; la tercera a las relaciones entre la embriogenia, la anatomía comparada y la teratología; la cuarta a la anatomía topográfica y quirúrgica; y en la quinta formula unas leyes (código anatómico) como conclusión de su trabajo.

Publicó varios trabajos en El Siglo Médico. Merecen ser destacados los dedicados a la teratología y los consagrados a exponer casos quirúrgicos.

También desarrolló entre sus discípulos la afición a cultivar las especialidades destacando su importancia en 1863 en su discurso  “Importancia de las llamadas especialidades” publicado en los Anales de la Academia Nacional de Medicina.

Martínez Molina renunció en 1882 a la cátedra de Anatomía pero siguió siendo médico director de un asilo de huérfanos. Pidió la jubilación al entonces decano Juan Magaz. Éste y sus colegas le solicitaron que siguiera. Él contestó que la resolución estaba tomada “mucho tiempo atrás y que es tan irrevocable como imperiosa la causa que la motiva. No me aleja de la Escuela más que la edad, la cual no me permite cumplir mis deberes sino con cierta violencia y deterioro de mi salud”.

Finalmente se trasladó a Jaén en 1885 donde falleció de una afección brocopulmonar en 1888. Dejó instituidos varios premios (en la Facultad de Medicina, en la Real Academia de Medicina, en la Sociedad Económica de Amigos del País) y dispuso en su testamento la creación de una escuela de primera enseñanza en su ciudad natal.

Allí tiene dedicada una calle, la que va desde la plaza de la Audiencia a la plaza de Santa Luisa de Marillac.

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Bibliografía

Granjel, L.S. (1962). Historia de la Medicina Española, Barcelona, Sayma.

López Piñero, J.M. (1983). Martínez Molina, Rafael. En Diccionario Histórico de la Ciencia Moderna en España. Barcelona, Editorial Península, vol. 2, págs. 36-38.

Palma Rodríguez, F. (1968). Vida y obra del doctor Martínez Molina, Salamanca, Universidad de Salamanca-Ediciones del Seminario de Historia de la Medicina Española.

Pulido Fernández, Á. (1883). De la medicina y los médicos (mosaico de discursos, artículos, correspondencias, semblanzas, pensamientos…). Valencia, P. Aguilar.

Rincón González, M.D. (sa). Rafael Martínez Molina. En: Diccionario Biográfico Español. Disponible en https://dbe.rah.es/biografias/18187/rafael-martinez-molina, consultado el 12 de septiembre de 2022.

Ramón y Cajal, S. (1954). Mi infancia y juventud. Recuerdos de mi vida. Madrid, Aguilar.

Tolosa Latour, M. et al., (1901). Homenaje a la memoria del Dr. Martínez Molina, Madrid, Imprenta de la A. Huérfanos del Sagrado Corazón de Jesús.