Breve
Ha regresado de Francfort, donde fue comisionado por el Excmo. Ayuntamiento de Madrid, para estudiar el ‘606’, el doctor Jacinto Navarro y Santín.
El Liberal, miércoles 12 de octubre de 1910, p. 3.
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En busca del ‘606’
Saliendo de Paris de noche, al amanecer se despierta en plena tierra alemana, de cuyo cambio se da uno cuenta por la presencia de unos mocetones con banderola, rubios, casi albinos, que con gritos enormes hacen saber a los viajeros que han llegado a la Aduana.
Después se ve la campiña brumosa e igualmente verde, que da la impresión de nuestra Asturias, aunque con tono más glacial y más triste. De esta monotonía, sólo interrumpida por el paso del Rhin y del Maine, nos saca nuestra llegada a Francfort. Pálido es lo que nos refiere la obra del mismo nombre para facilitarnos la llegada a Speyerhause, mansión señorial del profesor Ehrlich, en donde se guarda la preciada joya. Como nadie habla más que alemán, que es precisamente lo que nosotros no podemos comprender, los pocos españoles que hemos venido, la peregrinación a Speyerhause resulta más laboriosa que a la Meca. Gracias a una carta dirigida a mí antes de marchar, por Ehrlich, y enseñada a todo el pueblo, pudimos llegar. Debe ser un consuelo para los que dicen que ni aún en Madrid se le conoce a Cajal, pues en Francfort tampoco la generalidad conoce a Ehrlich. Speyerhause es, sencillamente, una Policlínica. Un filántropo aquí nacido, con instintos altruistas, legó al Estado este Instituto, el cual recuerda algo a nuestro San Juan de Dios, por su forma de pabellones, salvando la arquitectura, algo extraña. En esta Policlínica no falta un pabellón con enfermos de avariosis de uno y otro sexo, y una consulta mixta, de pago y gratuita, en donde se hacen las experiencias. Anexo al Hospital existe el Laboratorio de Higiene pública, de donde Ehrlich es profesor. Como llegamos en domingo a nadie encontramos. Estaba el Hospital más guardado que una fortaleza.
En la lección del lunes, que fue muy fructífera, nos presentaron los casos clínicos en tratamiento y los ya casi curados. Y ahora, ya de lleno en el asunto, empezaremos a fijar bien los términos para luego llegar con base a las conclusiones. Hay que ir muy despacio en este asunto, juzgarlo desapasionadamente y concretarnos a discutir hechos. Creo que en la ciencia se debe prescindir en absoluto de fantasías. Así que, empezando por la preparación, diremos que no es lo que ahí se ha venido diciendo: que era una disolución o una emulsión; es sencillamente una mezcla del producto contenido en el tubo y la lejía de sosa y agua destilada, las cuales en ningún caso hacen variar el color de dicha mezcla, que siempre queda amarilla opaca. Esta mezcla, hecha en un mortero, es tan densa y tan poco soluble, que suele ocurrir con frecuencia lo que ocurrió ayer: que se obstruyó la aguja por dos veces y tuvo que sufrir el enfermo dos pinchazos.
Este detalle, como se ve, tiene gran importancia, pues viene a aclarar lo que tanto se ha dicho: de que el preparado lo hacía incoloro la adición de los demás. De la técnica ya se ha dicho tanto que nada nuevo hay que decir. Y ahora vamos al otro punto, punto el más capital, pues es el enfermo. Se puede asegurar ya categóricamente por el parecer unánime de todos los asistentes, que no curará a todos, como se ha asegurado, como tampoco cura a todos ningún medicamento en otras dolencias.
De otra manera, no sólo no cura, sino que puede perjudicar en las lesiones, con destrucción de los centros nerviosos. El mismo Ehrlich, que al principio lo mandó a las Clínicas francesas de Neurología, hoy cree que no se debe usar hasta estudiar mejor el asunto.
Lo mismo sucede con las lesiones avanzadas de los vasos y el corazón. En las lesiones secundarias de la piel y las mucosas, el efecto es realmente sorprendente y maravillosa la rapidez de su acción. También es de discutible resultado en las lesiones de los huesos. Se ha visto un enfermo con enormes cicatrices en las tibias, curadas con una sola inyección. Ésta, que era una lesión de una persistencia desesperante, si se logra curarla con el ‘606’, se acredita la fama mundial del preparado. Otros casos hemos visto; pero serán objeto de otra crónica.
De esta primeras impresiones se saca la consecuencia de que puesta la primera piedra para la construcción del gran edificio que se llama Quimioterapia.
Antonio Navarro Fernández. Francfort. El Liberal, miércoles 12 de octubre de 1910, p. 4.
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En busca del ‘606’
Congregados aquí, en Francfort, lejos de la Patria querida, sólo para servirla en la emancipación de la terrible dolencia de la avariosis, la lucha ha sido titánica para dar con el ansiado específico. La casualidad hizo que estando en el Café Ruhland hablando con mi querido amigo y compañero de Sevilla, Rodríguez de la Borbolla, Batlle, un músico de la orquesta de dicho café, vino a nosotros en demanda de noticias de nuestra querida Patria.
Después de charlar un rato de cosas de España, convinimos en reunimos en fraternal abrazo toda la pequeña colonia de españoles que aquí estudia la ciencia alemana.
Mis compatriotas, en su entusiamo por la Patria, toman gran parte en mis experiencias. Si algo puedo lograr, a ellos se lo debo. Esta colonia la constituyen Sánchez Díaz, Pieras Rosselló, Macau, Planas Figa, Gúdel, Serra, Aguiló y Colmer, los cuales aquí sostienen con honra la ciencia española.
Hoy Serra me presentó al vicecónsul Herr Alexander Brunch, un alemán muy simpático, que ha residido en España, el cual tuvo la galantería de sentarnos a su mesa. Esta noche también rendiremos pleitesía la colonia a la bella artista Paz Calzado, que con su hermana Rosarito está haciendo una fructífera campaña por toda Europa. Después, en Spanische Weinhandlung, que aquí sirve de reunión, brindaremos por la prosperidad de la Patria.
Respecto al ‘606’ seguimos paso a paso el restablecimiento rápido de unos cuantos enfermos, que todos los días son dados de alta con la reacción de Wassermann negativa, lo cual indica que la lesión está curada.
Ahora está aquí sobre el tapete la cuestión de las recidivas, y todos los días hay discusión sobre si será otra más importante la hectina en las lesiones cutáneas que el ‘606’.
Parece, por lo tanto, que los franceses quieren resucitar otra vez la hectina de Hallopeau, y por eso hacen guerra tan cruenta al remedio de Ehrlich.
Todavía existe el pugilato científico entre Alemania y Francia, como existe el político. Esto hace que a Ehrlich no se le perdone en Francia ser alemán y ser judío, razón por la cual éste se niega a administrar el preparado por temor a exageraciones en la estadística de muertes.
En la demostración de hoy me enseñaron un caso que, después de veinte días, no se había modificado una sifilido-tuberculina de la cara, en vista de lo cual se le ha inyectado nuevamente.
Hasta ahora, lo que tengo de experiencia personal es su acción maravillosa en las lesiones de la boca y de la piel, que se modifican hacia la cicatrización a los tres días generalmente. Como caso de inocuidad debo citar un niño de cinco meses que ha recibido una inyección de tres centígramos. El enfermito sigue bien, sin más que una molestia en el sitio de la inyección.
También es de notar que el ‘606’ produce en el tejido celular flemones como el mercurio, que se ponen dolorosos y supuran.
Esto es, hasta ahora, lo que por aquí se ve y se dice, esperando que en sucesivas crónicas podamos dar más detalles de los enfermos que ahora tenemos en tratamiento.
Antonio Navarro (Francfort, 8 de octubre).
El Liberal, jueves 13 de octubre de 1910, p. 4.
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Un folleto sobre el ‘606’
Quemoterapia moderna, según Ehrlich.—Tratamiento de la sífilis por el ‘606’, por G. Marañón.— Casas Vidal editor.
La literatura médica española dista mucho de padecer las inercias que los libros de otros ramos del humano saber sufren con cronicidad desesperante. Existen en España, en Madrid sobre todo, una pléyade de jóvenes médicos, animosos, esperancistas, que ponen todo el brío de sus pocos años al servicio del engrandecimiento profesional y que preparan, sobre sólidas bases, una verdadera etapa gloriosa para la Medicina española. Aún no ha muchos años, los grandes rotativos rechazaban los escritos y a los escritores médicos; hoy no existe redacción de periódico importante donde no figure un galeno cronista. Con este nuevo criterio, la divulgación científica —no la vulgarización, porque vulgarizar la Ciencia es fabricar monedas falsas— es un hecho, y se prestan verdaderos servicios de alta monta social al país. Recuérdese, al efecto, la campaña que insignes doctores hicieron en la malograda hoja del del colega “Heraldo de Madrid”, titulada “La Medicina y los médicos”, la que se inicó cuando la última epidemia tífica del cólera y el “606”, recientemente insertadas todas ellas de indudable valor ilustrativo y dignas de todo aplauso.
A este grupo de denodados propagandistas pertenece el doctor Marañón, autor del folleto “Quemoterapia moderna, según Ehrlich”- Tratamiento de la sífilis por el ‘606’, recientemente isnertadas todas ellas de indudable valor ilustraivo y dignas de todo aplauso.
El doctor Marañón, concienzudo especialista, ha tenido ocasión de estudiar seriamente los efectos del revolucionario ‘606’. Modestamente, el autor dice a la cabeza del folleto que sólo se trata de una recopilación de datos dispersos; pero en realidad trátese de un verdadero estudio profundo sobre el nuevo medicamento avalorado con buen número de datos clínicos y de laboratorio que merecen la mayor atención.
El autor estudia la génesis del ‘606’, los fundamentos teóricos y experimentales que le ocasionaron, las observaciones clínicas de Ehrlich y los que le ayudaron en el estudio del Dioxydiamidoarsenobenzol, las observaciones clínicas obtenidas a la cabecera del enfermo en casos de avariosis primaria, secundaria y terciaria y su resultado en enfermedades parasifilíticas y hereditarias.
En un amplio y meditado capítulo trátese de las indicaciones y contraindicaciones del ‘606’; viene luego un extenso estudio bactericida, en que científicamente se estudia la acción del específico sobre el spirocheto, deduciéndose de este conocimiento una seria investigación acerca de las probabilidades de recidiva, que en la serie Wechselman, la más numerosa y mejor observada, no pasa de ocho recidivas en 375 enfermos tratados por el ‘606’.
Consígnase a este tenor la opinión del propio Ehrlich sobre la manera de realizarse la Quemoterapia por el método del tratamiento por etapas, que consiste en repetir las inyecciones de tiempo en tiempo cuando los parásitos no desaparecen de una vez y para siempre del organismo.
La técnica de la aplicación del ‘606’, las enfermedades distintas de la avariosis, el ‘606’, y la desconcertante reacción de Wasserman completan el trabajo meritorio del doctor Marañón.
El joven doctor da su opinión sobre el nuevo remedio de forma concluyente: “Al prescindir este paso colosal —dice el señor Marañón— que ha dado a nuestra Ciencia, creemos que es empequeñecerla ateniéndonos para juzgarle a los resultados clínicos obtenidos. Estos pueden ser inseguros todavía: pero el camino que Ehrlich nos ha enseñado “es ya definitivo”; y como él dijo en una ocasión: “Lo que el ‘606’ no cure, lo curará el ‘706’.
Nuestro aplauso incondicional al doctor Marañón por su trabajo de ahora que debe servirle de estímulo para ir más allá en los estudios especilistas. De él esperamos mucho los médicos españoles, porque nadie más autorizado para llevarnos por la buena senda y salvarnos de las desorientaciones más o menos pasionales, que en esto, como en todo, ya han empezado a surgir.
Dr. Ruíz Albéniz
El Liberal, Domingo, 16 de Octubre de 1910, p. 2.
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Opinión del doctor Azúa sobre el ‘606’
Entre médicos y profanos era grande el interés que había por escuchar al doctor Azúa el juicio que le había sugerido, después de su viaje a Francfort y a las clínicas alemanas, la nueva medicación contra la avariosis, asunto tan debatido este verano y sobre el que se emitieron opiniones muy opuestas.
Hubo algunos que, con gran alborozo, creían que la Humanidad había triunfado de una de las más horribles plagas; otros, por el contrario, negaron la eficacia del remedio y afirmaron que el ‘606’ era igual a cero.
Ante esta dualidad, era discreto aguardar a que los especialistas, exentos de todo prejuicio y apasionamiento, estudiasen y analizasen los efectos obtenidos hasta ahora con el preparado de Ehrlich.
El Gobierno español confió esta misión al doctor Azúa, y, de regreso de Francfort, el sabio dermatólogo, que comparte hoy con el doctor Bombín la supremacía de los sifilógrafos españoles, se dispuso a exponer públicamente su opinión en una conferencia que dio anteanoche en el salón de actos del Ateneo de Madrid.
El valor terapéutico del ‘606’ es innegable. El disertante refirió varios casos vistos por él que patentizan el triunfo de la nueva medicación.
Un niño, contagiado por herencia, en verdadero estado preagónico, tal era la depauperación orgánica producida por el terrible mal, fue salvado de las garras de la muerte por el arsenobenzol. En la clínica de Schreiber recobró prontamente la audición una enferma cuya sordea como todas las de origen específico, se había rebelado a todo tratamiento. Otro caso de avariosis, con una estrechez rectal que había acarreado también una gravísima extenuación, fue también curado. Aquí, en San Juan de Dios, se ha conseguido otro triunfo en una enferma baldada y ciega del ojo derecho, que a las pocas horas de habérsele inyectado el ‘606’ distinguía ya la luz de una vela y antes de las cuarenta y ocho horas veía las personas y los objetos.
Todos estos casos revelan la indiscutible intensidad y rapidez de acción del arsenobenzol; pero éste tiene también sus quiebras, imputables indudablemente a deficiencias de la aplicación, no al medicamento.
Ha habido enfermos cuyas manifestaciones no se han modificado por el empleo del ‘606’; por otra parte, las recidivas no dejan de ser frecuentes, y, en algunos casos, las inyecciones no han sido inocuas. El Sr. Azúa citó un caso de uremia consecutiva a una inyección de arsenobenzol.
Las inyecciones pueden ser intravenosas, intramusculares o o hipodérmicas. Por las primeras se consigue mayor rapidez en la acción y en la eliminación; pero la dosis no debe pasar nunca de 0,4; las intramusculares y las hipodérmicas tienen el inconveniente de que la eliminación es más lenta y el arsenicismo más fácil. El peso del paciente puede servir de tipo para la dosis; se inyectarán tantos centígramos de la solución como kilogramos pese el enfermo.
El doctor Azúa, piensa introducir una modificación de la técnica, mezclando el medicamento a la lanolina.
Como en toda cuestión médica puede buscarse siempre un aspecto social, el ‘606’ no se ha sustraído a la regla.
El preparado de Ehrlich combate eficaz y rápidamente las manifestaciones superficiales del segundo periodo, que son las más peligrosas para el contagio, producido muchas veces involuntaria e inocentemente.
Las profesionales del amor no rehuirán el tratamiento a que hayan de someterse, pues las estancias en los Hospitales serán más cortas y los quebrantos económicos menores.
En las mujeres embarazadas y en las nodrizas que sean específicas, los efectos del ‘606’ son valiosísimos, pues redundan en provecho de la raza, hoy tan depauperada por los estrahos de la avariosis, de la tuberculosis y del alcohol.
El distinguidísimo auditorio aplaudió con entusiasmo la hermosa conferencia de Azúa, que en su clínica de San Juan de Dios se apresta a colaborar dignamente en la genial obra de Pablo Ehrlich.
Manuel Ortíz de Pinero. El Liberal, Lunes, 24 de octubre de 1910, p. 2.
La Georg Speyer Haus en 1906. En este lugar algunos españoles aprendieron todo lo relativo al ‘606’ y la forma de administrarlo, en 1910. En pocas semanas se hacían las primeras pruebas en España.