La noticia del fallecimieto de R. Virchow en ‘Las Provincias’ (1902)

Revisando Las Provincias, de 1902, me he encontrado con la noticia del fallecimiento de Rudolf Virchow en la portada del día 8 de septiembre. Falleció tres días antes, el 5 de septiembre, en Berlín. Había nacido el 13 de octubre de 1821 en Schivelbein, Pomerania (Prusia). Me ha llamado la atención, aunque este diario veo que recogía muchas noticias relacionadas con la medicina:

«Con la muerte del Dr. Virchow desaparece el más ilustre cultivador de las ciencias biológicas y médicas de Alemania.

Era un hombre de baja estatura, delgado, de poca resistencia al parecer; pero enérgico, activo y de una claridad de entendimiento bien rara a la edad de ochenta y un años. Su larga vida ha sido un triunfo continuo, una marcha progresiva hacia la gloria y los honores. Sus obras sobre la flebitis, la tromosis y la embolia son clásicas en todo el mundo; la excelente policía sanitaria y la incomparable higiene pública de Berlín, son obras de Virchow en gran parte.

Fundó una ciencia: la patología celular y deja en todas las grandes ciudades del mundo discípulos de gran valor que siguen su escuela y método.

Fue catedrático de anatomía patológica, de patología general y de terapéutica en la Universidad de Berlín, y desempeñó en estos últimos años el cargo de director del Instituto anatomopatológico.

Era presidente de la Sociedad de Medicina de Berlín, fundador de la Sociedad de Antropología, individuo de la Academia de Ciencias, de la diputación de médicos en el ministerio de Instrucción pública y miembro del Landtag.

Durante su larga carrera de catedrático, Virchow fue suspendido una vez del cargo por un ministro reaccionario, a causa de sus ideas liberales».

El día siguiente, es decir, el 9 de septiembre, también en portada, se hace referencia a una visita que hizo Virchow a España, que se toma de un artículo publicado en el Heraldo. Proporciona interesantes datos. Veamos lo que dice:

«El Dr. Muñoz recuerda en un artículo del Heraldo una visita hecha a España por el ilustre sabio Rodolfo Virchow, en 1880, con objeto de ver los estudios sobre la lepra hechos por el entonces catedrático de Granada, actualmente en Madrid, D. Benito Hernando.

Virchow visitó varias poblaciones españolas, entre ellas Madrid. El Museo Nacional de Pintura le entusiasmó extraordinariamente.

El Dr. Hernando recuerda que Virchow conocía el Griego y el Latín a la perfección, y en este idioma entendíase con todos, prefiriéndole a las lenguas vivas, que también poseía.

Era hombre incansable. Sin apenas limpiarse el polvo del camino, salió por la noche a recorrer las calles de Granada, para admirar su aspecto nocturno.

En el Hospital de San Lázaro, de Granada, vio confirmadas las ideas que él había expuesto, deduciéndolas de la Anatomía patológica, y dio una magnífica lección acerca de ello, de la atrofia muscular y de la mano gafa.

“Al nacer este Hospital, los Reyes Católicos —dijo— resumieron en sus planos todas las ideas contagionistas de la Edad Media, a las que hoy se vuelven los ojos, considerándole como el modelo más acabado del mundo.

Dijo que lo que más había llamado su atención, era el Museo de pinturas de Madrid, el Hospital de leprosos de Granada, el panorama de la torre de la Vela y el palacio de la Alhambra, el palacio de Carlos V y la fachada de la puerta del Perdón, de la Catedral».

Tumba de Rudolf Virchow

Imagen de Andreas Steinhoff tomada el 24 de abril de 2006. Procede de Wikimedia commons.

Benito Hernando Espinosa (1846-1916) estudió ciencias físicas y químicas en la Universidad de Madrid. Después, medicina. En 1872 obtuvo la cátedra de terapéutica de la Universidad de Granada, donde permaneció hasta 1887. Ese año marchó a ocupar la misma cátedra en Madrid. Su relieve (lo que explica la vista de Virchow) se debe a su libro De la lepra en Granada (1881), excelente estudio de la patología, la clínica, la profilaxis y la terapéutica de la enfermedad. Fue fruto de diez largos años de trabajo en los que Hernando colaboró con otras figuras como Eduardo García Solá. Aparte de la colaboración de Virchow, también recibió la ayuda de Hansen, Neisser, y Cornil.  Costeó personalmente la edición de su libro, pero no le alcanzó para incluir las láminas y los cuadros estadísticos.