Historia del tratamiento de la sífilis

Como siempre, cuando subimos un nuevo vídeo al canal de Youtube «Medicina, historia y sociedad», proporcionamos en este blog la transcripción del vídeo anterior junto con una selección bibliográfica.

En esta ocasión se trata de la Historia del tratamiento de la sífilis. Se han añadido algunos fragmentos que fueron suprimidos del vídeo a última hora para ajustarse al tiempo.

La sífilis es conocida como una de las nuevas enfermedades que surge en el Renacimiento. Se presentó en Europa de forma epidémica a finales del siglo XV tras el descubrimiento de América. Durante siglos se ha debatido si su origen es americano o europeo.

Se alternan básicamente tres teorías: la llamada “precolombina”, que afirma que las enfermedades treponémicas, incluida la sífilis, se propagaron por el Viejo y el Nuevo mundo. En Europa se confundían con la lepra. En sucesivas mutaciones fueron apareciendo diferentes enfermedades. La sífilis de transmisión sexual surgió de la sífilis endémica en el sudoeste de Asia, debido a las temperaturas más bajas de la era postglacial y se extendió a Europa y al resto del mundo. Inicialmente se manifestó como una enfermedad leve, que eventualmente se agravó y creció en virulencia a fines del siglo XV.

La hipótesis “unitaria”, bastante parecida a la anterior, que defiende que las enfermedades treponémicas siempre han tenido una distribución global. Según esta teoría, tanto la sífilis como las enfermedades treponémicas no venéreas son variantes de las mismas infecciones y las diferencias clínicas se deben a las variaciones geográficas y climáticas y al grado de desarrollo cultural de las poblaciones dentro de áreas dispares. Así, la pinta, el pian, la sífilis endémica y la sífilis venérea se consideran respuestas adaptativas de T. Pallidum a los cambios en el medio ambiente, las diferencias culturales y el contacto entre varias poblaciones.

Por último la hipótesis conocida como “colombina”, que stablece que los navegantes de la flota de Colón habrían traído una nueva enfermedad a su regreso del Nuevo Mundo en 1493. Para los indígenas era una enfermedad conocida (bejel y pian). En Europa la bacteria pudo haber evolucionado a una nueva subespecie del Treponema pallidum.

Con la investigación de esqueletos europeos y americanos con nuevas técnicas, vuelve a cobrar fuerza esta teoría. Se ha descubierto que la sífilis venérea guarda estrecha relación con las cepas de pian de transmisión no sexual de América del Sur.

¿Cómo ha luchado la humanidad contra la sífilis?

Lo habitual para un médico del siglo XVI era acudir a los clásicos para ver qué es lo que estos recomendaban. Sin embargo, no encontraron nada porque para ellos era desconocida.

Esto supuso una ventaja pues los liberaba en buena medida de su autoridad. Podían buscar, probar, establecer diferentes puntos de vista… aunque en el fondo las ideas galénicas seguían estando ahí para justificar cualquier elección.

Guayaco
En la edición de la Materia médica de Dioscórides de Andrés Laguna se encuentran ya algunos medicamentos americanos. En el capítulo dedicado al Ébano Laguna dice:

“Hallándose muchas especies de Ebano, entre las cuales es una, y la más excelente aquel bendito y Santo madero llamado vulgarmente Guayaco, el cual por divina bondad, y misericordia, fue comunicado a los hombres. Porque dado que es Dios todo poderoso, por nuestras maldades y excesos nos castiga con infinitas enfermedades, todavía como padre piadoso, para que nos desesperemos, juntamente con cada una de ellas, nos da subido el congruente remedio…»

Se trataba de un medicamento diaforético. Claro, si se tomaba en infusión caliente se sudaba, lo que “cuadraba” bien con las teorías médicas entonces vigentes. Se reforzaba el efecto con baños de sudor, por donde se eliminaba el humor causante de la enfermedad.

El guayaco tuvo defensores como Ulrich von Hutten que en 1519 escribió: De guaiaci medicina et morbo galico. Los banqueros y comerciantes holandeses también lo apoyaron, como los Fugger. La corona española les concedió la exclusiva de su comercio con lo que obtuvieron grandes ganancias.

Junto con el guayaco se usaron otros sudoríficos como la zarzaparrilla.

Mercurio
Pero ya en el siglo XVI se dieron cuenta de que la eficacia de los sudoríficos no era la esperada. Se recuperó un medicamento que ya se había utilizado en la Edad Media para problemas de piel. Venía recomendado por el entonces prestigioso Guy de Chauliac en su Cirugía magna (1363).

Parece que fueron los cirujanos los que primero utilizaron el mercurio contra la sífilis. Hay que tener en cuenta que entonces la cirugía se consideraba como una ocupación socialmente inferior a la del médico, a excepción de los médico-cirujanos españoles e italianos.

Un ejemplo es Arias de Benavides que fue a Nueva España (México) y alabó el uso del metal contra las bubas. Dirigió durante unos años el Hospital del Amor de Dios de la capital mexicana donde se trataba esta enfermedad.

En Europa defendieron su uso Ruy Diaz de Isla, Paracelso y Fracastoro.

El mercurio tenía un problema. Era muy tóxico. Como muchos minerales y metales, se usaba por vía externa, sobre todo de dos formas. Se encerraba a los enfermos en una especie de estufas en cuya base se quemaba cinabrio (sulfuro de mercurio). Se liberaban vapores de mercurio que actuaban sobre la piel de los enfermos y también se podían respirar. A veces se producían accidentes graves.

Aquí tenemos dos muestras de cinabrio de las minas de Almadén.

Otra forma era aplicar el mercurio con fricciones sobre la piel, o en emplasto sobre las úlceras. Dependía de los productos con los que se mezclara, los compuestos a los que daba lugar y de las cantidades utilizadas que resultara más o menos tóxico o venenoso.

Lo único que podemos decir del mercurio es que resulta ser un ligero antiséptico o bacteriostático. Quizás por este motivo siguió siendo el tratamiento de elección hasta principios del siglo XX.

Las formas de administración cambiaron. Se prefería la vía oral. En el siglo XVIII –se confundía mucho con la gonorrea–, el cirujano van Swieten popularizó el uso del licor de Swieten (sublimado corrosivo o cloruro mercúrico). En forma de pastillas estuvieron de mnoda las “píldoras de Dupuytren”. Ricord creó las suyas (píldoras de Ricord) a base de yoduro mercurioso. También se usaron los calomelanos o cloruro de mercurio.

Algunos dermatólogos de la época prefirieron la inyección intramuscular y muy pocos la intravenosa de algunos de estos productos.

El Tratado de Terapéutica de finales del siglo XIX del químico y médico Vicente Peset, en el capítulo de los mercuriales, se refiere a varias docenas de preparados con este metal. Señala que en su época comenzaron a aclararse las acciones de algunos de estos fármacos. Poco a poco fueron desapareciendo de los manuales de farmacología.

Yoduros
El uso de yoduros –especialmente el youduro potásico– procede del irlandés William Wallace quien señala que los utilizó con éxito en los años treinta del siglo XIX. Posteriormente fue el francés Ricord quien difundió su uso en Europa para la sífilis terciaria. Algunas veces se asociaba con productos mercuriales, como el que mostramos.

Es una mezcla de bi-ioduro de mercurio y de ioduro potásico, elaborado por el Laboratorio de Esterilización B. Martín, de Madrid, premiado con la Medalla de oro en la Exposición de París de 1915 y registrado en la Dirección General de Sanidad en 1921.

Atoxyl
Aquí mostramos el Atoxil, uno de los arsenicales con los que comenzó Ehrlich a trabajar para obtener su bala mágica. Se usaba contra las tripanosomiasis. Era muy tóxico; podía producir ceguera. Este procede del Laboratorio de Hipodermia de París.

Salvarsán
Los cambios en la medicina durante el último tercio del siglo XIX y los primeros años del siglo XX fueron extraordinarios. Ya hemos dicho algo de ello en los vídeos anteriores. Nos centraremos en la síntesis del salvarsán por parte de Paul Ehrlich.

Para él la obtención del 606 supuso ‘siete años de desgracia con un éxito’. Para ello fueron necesarias, según él, las 4 Gs: Geld, Geduld, Geschick y Gluck ; ew decir, dinero, paciencia, habilidad y suerte.

Según Ehrlich obtuvo una sustancia de dos átomos de arsénico de doble enlace, cada uno unido a un grupo aminofenol. En 2004 se despejó la duda. En realidad se trataba de una mezcla o compuesto de especies de arsénico cíclico, de un trímero cíclico y un pentámero. Esto se pudo saber gracias al análisis espectroscópico ESI (espectrometría de masas que utiliza la ionización por electrospray.

El salvarsán y sus análogos fueron el tratamiento estándar de la sífilis hasta el final de la Segunda guerra mundial cuando fue posible fabricar penicilina en grandes cantidades.

Aquí tenemos un envase de madera de Salvarsán o arsfenamina fabricado ya en Nueva York. Como se traduce de los vídeos anteriores, la inyección de este producto era difícil. Se preparaba con una solución de sosa cáustica. Al tener mucha afinidad por el oxígeno del aire, se oxidaba rápidamente y se transformaba en sustancias tóxicas. El producto venía envasado en una ampolla seca y libre de aire. Tenía que prepararse bien y rápidamente.

A partir del mismo se obtuvieron otras fórmulas más estables y fáciles de administrar. Uno era éste que presentamos el “Salvarsán sódico”, que ya llevaba incorporado el sodio de forma estable. Sólo había que disolverlo en agua. Se usaba por vía intravenosa en el caso de que después de un tratamiento normal el paciente siguiera presentando un Wassermann positivo. También en casos de sífilis terciaria.

Uno de los preparados salvarsánicos más icónicos fue este: el Sulfoxil-Salvarsán. Difícilmente se oxidaba y ya venía listo para inyectar. Permanecía mucho tiempo en el organismo antes de eliminarse. Se usaba en los periodos terciarios y para los casos tratado habitualmente pero que seguían presentando Wassermann positivo.

Otro de los preparados fue el conocido como 914 o Neosalvarsán. Se trataba de una solución estable y dispuesta para su uso. Se administraba por vía intramuscular en el cuadrante superexterno del glúteo mayor.

También circuló el Solusalvarsán, dispuesto para inyección tanto intramuscular como intravenosa. De utilidad en todos los estadios de la enfermedad, especialmente en el periodo inicial.

Por último mostramos el Neo espirol, = al 914 fabricado por Laboratorios del Dr. Esteve, el primer salvarsán fabricado en España. Se administraba por vía intravenosa.

Bismuto
El origen del uso del bismuto está en los trabajos de Benjamin Sauton de 1914. No pudo proseguirlos porque murió en la primera gran guerra. En 1921 Robert Sazerac y Constantin Levaditi demostraron que el bismuto tenía eficacia contra las trepanomatosis. A ello se unía baja toxicidad. A pesar del éxito de los salvarsanes, acabó desplazando al mercurio.

Aquí vemos una caja de inyectables de un “poderoso antiluético a base de protóxido de bismuto en ampollas esterilizadas de 2 cc de suspensión oleosa”. De Laboratorios Pons, de Lérida.

Penicilina
La penicilina se creó en un momento social, político y económico difícil. Transcurría la Segunda guerra mundial. Se probó su eficacia en humanos en 1941. En 1943 ya se comercializaba.

En la sífilis la introdujeron John Mahoney, Richard Arnold y AD Harris ese mismo año. La administraron a un paciente cada cuatro horas durante ocho días. Dados los buenos resultados, en 1945 se generalizó su uso.

Se administraba Penicilina G benzatina o procaína por vía parenteral en cualquiera de los tres periodos de la sífilis. La benzatina o la procaína tenían la finalidad de alargar su vida en el organismo. Se administraba por vía intramuscular.

Mostramos este vial de Farmaproina, penicilina G Procaina de 600.000 UI. Fabricada por Compañía Española de Penicilina SA en 1966, con el permiso de Merck & Co.

Después se han ido creando nuevos antibióticos.

Bibliografía
–Calvo, A. (2006). Ehrlich y el concepto de “bala mágica”. Revista Española de Quimioterapia, vol. 19, pp. 90-92.

–Centurion-Lara A, Molini BJ, Godornes C, Sun E, Hevner K, Van Voorhis WC, et al. (2006). Molecular differentiation of Treponema pallidum subspecies. J Clin Microbiol vol. 44, pp. 3377-3380.

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–Fresquet Febrer, J.L. (1992). Terapéutica y materia médica americana en la obra de Andrés Laguna (1555). Asclepio, vol. 44, nº 2, pp. 53-82.

–Fresquet Febrer, J.L. (1993). La experiencia americana y la terapéutica en los ‘Secretos de chirurgia’ (1567) de Pedro Arias de Benavides. Valencia, Instituto de Estudios Documentales e Históricos sobre la Ciencia.

–Frith, J. (2012). Syphilis – Its early history and Treatment until Penicilin and the Debate on its Origins. Journal of Military and Veterans Health, vol. 20, nº 4, pp. 49-58. Disponible en https://jmvh.org/article/syphilis-its-early-history-and-treatment-until-penicillin-and-the-debate-on-its-origins/ Consultado el 20-6-2020.

–Jones, G.; Malcolm, E. (Eds.). (1999). Medicine, Disease and the State in Ireland, 1650-1940. Portland, Cork University Press.

–Parascandola, J. (2001). John Mahoney and the Introduction of Penicilin to treat Syphilis. Pharmacy in History, vol. 43, pp. 3-13-

–Peset Cervera, V. (1906). Terapéutica, materia médica y arte de recetar con hidrología médica. 2ª ed. 2 vols. Valencia, Imprenta de Francisco Vives Mora.

–Ros-Vivancos, C.; González-Hernández, M.; Navarro-Gracia, J. F:; Sánchez-Payá, J.; González Torga, A.; Portilla-Sogorb, J. (2018). Evolución del tratamiento de la sífilis a lo largo de la historia. Revista Española de Quimioterapia, vol. 31, nº 16, pp. 485-492.

–Tilles G.; Wallach, D. (1996). History of the treatment of syphilis with mercury: five centuries of uncertainty and toxicity. Rev Hist Pharm vol. 44, pp. 347-51.

–Sainz de Aja, E. (1929). Indicaciones de los bismúticos y mercuriales en el tratamiento de la sífilis. Madrid, Javier Morata ed.

–Tampa, M.; Sarbu, I.; Matei, C.; Benea, V. Georgescu, S.R. (2014). Brief History of Syphilis. J Med Life, vol. 7, nº 1, pp. 4-10.

–Vilanova X. (1955). El tratamiento penicilínico de la sífilis. Rev Clin Esp vol. 58, pp. 307-20.

 

 

 

La introducción del salvarsán en España

A continuación insertamos el guión y la bibliografía del vídeo del canal «Historia, medicina y sociedad», que se insertó hace tres semanas, Introducción del salvarsán en España.

Guión:

Como ya dijimos en el vídeo anterior, el caso del 606 o salvarsán es de los pocos en los que la información científica circuló al mismo tiempo por la prensa diaria y la científica, o lo que es lo mismo, entre la sociedad en general y los profesionales.

¿Los motivos?

–Se trataba de una enfermedad “secreta” que atacaba a un buen número de ciudadanos que se sometían a largos y desagradables tratamientos con mercurio.

–El hecho de que alguien hubiera encontrado un nuevo remedio que en una o unas pocas inyecciones curaba, era noticia de portada.

–Los periódicos más importantes contaban con redactores médicos que podían comprender bien los acontecimientos y divulgarlos adecuadamente entre la población.

¿Qué hitos podemos mencionar en este vídeo sobre la historia de la introducción del salvarsán en España?

[Gráfica]

En esta gráfica se aprecia el número de noticias, artículos e informaciones publicadas en los principales diarios de Madrid desde agosto de 1910 a diciembre del mismo año.:

La Correspondencia de España (39), El Imparcial (39), El Liberal (32) y el Heraldo de Madrid (23).

Por meses se aprecia el desarrollo del fenómeno: comienzo, explosión y normalización.

[Gráfica]

En cuanto a las revistas profesionales:

[Gráfica]

Actas dermosifilográficas publicó 66 artículos, reseñas o noticias sobre el tema; la Revista Clínica de Madrid le superó con 88 y El Siglo Médico 24.

Vemos, pues, que el tema atrajo la atención del público en general y también de los profesionales.

Para resumir cómo entró en España el salvarsán, nos centraremos en los siguientes grupos de personas:

1.Los Ayuntamientos y las diputaciones de gran parte del país nombraron representantes para que fueran a Frankfurt para hablar con Ehrlih, aprender a administrar el 606 y conseguir cierta cantidad de producto. Por ejemplo, en Valencia fueron comisionados los doctores Mauro Guillén y Ramón Alapont, que estuvieron en Alemania en noviembre; en Sevilla, el médico Juan Ruiz García y el farmacéutico Ramón Rodríguez de la Borbolla. Desde Madrid la Beneficiencia envió a su representante, Antonio Navarro Fernández y a Jacinto Navarro; El Cuerpo de Sanidad militar comisionó a Sixto Martín que estaba haciendo una estancia en Viena; la junta de Ampliación de Estudios mandó a los mejor preparados, el médico Juan de Azúa y el farmacéutico José Casares Gil; el ministerio de la Guerra a Ángel Morales.

2.Médicos que, por iniciativa propia, fueron a Frankfurt. Por ejemplo, los hermanos Donato (José y Vicente) de Valencia. De gran interés fueron las crónicas que enviaron al diario Las Provincias en las que informaron de todos los detalles de su viaje y experiencia. Otro ejemplo, de Barcelona fue un tal Dr. Gallego que recogió sus experiencias en este folleto. También lo hizo en las mismas circunstancias Fernando Castelo, de Madrid.

3.La intervención de los médicos publicistas fue también decisiva. Ángel Pulido trabajaba para El Liberal y colaboraba también en revistas profesionales como El Siglo Médico. José Verdés Montenegro lo hacía para El Imparcial. También teníamos médicos que ejercían de periodistas en el extranjero, como Eduardo G. Gereda. Todos hicieron un buen seguimiento de las novedades que se produjeron en torno al nuevo medicamento. Como decía Castelo, “Los médicos estamos obligados a satisfacer la curiosidad pública y a orientar a las gentes en temas transcendentales”.

La primera noticia que apareció en la prensa lo hizo en agosto en el Heraldo de Madrid. Se trataba de la polémica que había en Francia entre Doyen y Ehrlich. Lo publicó su corresponsal en París, el admirado y odiado por igual, Luis Bonafoux. Cuatro días después el médico José Verdés Montenegro, desde Alemania, publicó en El Imparcial información de primera mano del nuevo producto y de los ensayos clínicos que tenían lugar en Alemania.

En septiembre Gereda, Verdés Montenegro, Fernando Castelo, Sixto Martín, Francisco Huertas (en realidad escrito por Marañón) y Bandelac de Pariente mandaron sus artículos a distintos diarios. Como veremos fue el mes en el que se hicieron ya las primeras pruebas en España. La prensa siguió informando de los acontecimientos, algunos columnistas no médicos habían introducido en sus artículos de opinión el 606.

4.El núcleo de médicos en torno a la Revista Clínica de Madrid, fundada el año anterior, y entre los que figuraban médicos de la Facultad, del Hospital de la Princesa, del de San Juan de Dios, del Instituto Rubio o del Instituto Nacional de Higiene. Figuras como Marañón, Juan Madinaveitia, Jacobo López Elizagaray, José Ortiz de la Torre, León Cardenal y Pujals, José Goyanes Capdevila, Nicolás Achúcarro, Teófilo Hernando, Gustavo Pittaluga, y Miguel Gayarre Espinal. Fue en esta revista en la que Sáinz de Aja publicó las primeras reseñas sobre el nuevo medicamento en junio. En agosto apareció la reseña del libro de Ehrlich Beiträge zur experimentellen Pathologie und Chemotherapie por Madinaveitia. En el mismo número Gayarre hizo una reseña del artículo “El nuevo medicamento de Ehrlich”. El 15 de septiembre Marañón publicó una largo artículo titulado “La Quemoterapia de moderna. El nuevo remedio de Ehrlich-Hata contra la sífilis” que remitía desde Francfurt. En el mismo número Gayarre informa de los distintos modos de inyección que se utilizaban en Alemania. En octubre Teófilo Hernando escribe sobre la farmacología de los arsenicales. En los números siguientes se sigue la misma tónica: Teófilo Hernando publicó el folleto La Quimioterapia de Ehrlich: fundamentos y aplicaciones, la reseña de Marañón del libro de Ehrlich y Hata La Quimioterapia experimental de las espirilosis.

5.El grupo de dermatólogos en torno al Hospital San Juan de Dios, de la Academia Española de Dermatología y Venereología y de su órgano de expresión Actas dermo-sifilográficas. Ahí encontramos a Juan de Azúa, Sainz de Aja, Fernando Castelo, Manuel Sanz Bombín, Jaime Nonell, Antonio Pardo Regidor, José Quintana, José Sánchez Covisa, y Vicente Gimeno entre otros.

Médicos de ambos grupos mantenían amistades con destacados médicos franceses del Instituto Pasteur o de los Hospitales de París. Algunos, a su regreso de Frankfurt, pasaban unos días en la capital de Francia con el fin de recabar más opiniones y experiencias.

Entre finales de 1910 y principios de 1911 la revista recogió abundante información y artículos sobre el 606. Francisco Castelo, Sainz de Aja, y especialmente Juan de Azúa, escribieron mucho sobre distintos aspectos del salvarsán: efectos secundarios, su comportamiento en diferentes tipos de sífilis, su administración, etc. Entre ellos un trabajo de 197 páginas titulado “Ensayo clínico del 606”.

Fue este grupo, como es lógico, el que siguió publicando sobre el tema durante bastante tiempo y discutiendo en las reuniones de la Academia Española de Dermatología y Venereología.

6.Curiosamente ninguno de los anteriores puede atribuirse el mérito de ser los primeros españoles en probar el salvarsán en España. Alfonso XIII, conocedor de la novedad del 606 del que se hablaba insistentemente en Europa, cuando regresaba de uno de sus viajes a Inglaterra, se puso en contacto en París con el médico de la embajada española, Alberto Bandelac de Pariente. Le propuso que fuera a Frankfort para obtener información de primera mano.

Se trata de un personaje interesante. Era judío sefardita, nacido en Tánger y nacionalizado español. Viviendo en París estaba al tanto de todo lo que sucedía en Europa, contaba con grandes amistades y atendía a personajes importantes de las realezas y de la política europea. Estuvo dos veces con Ehrlich y publicó en la prensa diaria su experiencia. En la primera ocasión estuvo en la clínica de Herxheimer durante varios días comprobando el valor del ‘606’. Hace notar que la curación «causa verdadera estupefacción por la rapidez de sus resultados y por la igualdad de éstos en los más diversos casos».

Después de explicar al rey su primer encuentro con Ehrlich, se prepararon las primeras inoculaciones en Madrid en el Hospital militar de Carabanchel para el día 22 de septiembre. El primer inyectado fue un soldado del regimiento de María Cristina que se encontraba en el segundo periodo de la enfermedad. Había estado sometido a tratamiento de mercuriales. La cura le produjo menos dolor del esperado y apenas experimentó reacción febril. Un incidente obligó a interrumpir la prueba; había caído la jeringuilla al suelo y se rompió. Siguieron el día después.

Las inyecciones en civiles tuvo lugar en el Hospital San Juan de Dios el día 24. Allí se dieron cita el ministro de la gobernación, autoridades políticas y sanitarias, y personal facultativo.

Ayudado por Sainz de Aja Bandelac mezcló en un mortero el arsenobenzol con una disolución de sosa caústica al 20 por ciento. La mezcla adoptó un color no habitual; por si acaso, Bandelac hizo traer del Hospital de Carabanchel nuevas unidades. Mientras esperaban el producto se fotografiaron todos como si hubieran aplicado las inyecciones. En realidad esperaron al día siguiente. Los primeros inoculados fueron Mariano Blanco, Gregorio Torres, Ramón Martínez, Esteban Carratalá, y Luis París. La prensa siguió en los próximos días la recuperación de los pacientes.

Bandelac regresó a Frankfurt en noviembre para aprender una nueva técnica de inoculación intramuscular. Se inyectaba 1 gr a individuos fuertes y entre 60 y 70 cgrs al resto; se repetía la dosis a las cinco o seis semanas. Desde París mandó dosis del producto a varias diputaciones y también enseñaba la técnica a los españoles que decidieran ir a la capital de Francia.

Los colegas médicos españoles respetaron la decisión de Alfonso XIII. Sólo el republicano El País se mostró en contra. Opinaba que en España había suficientes especialistas preparados como para ocuparse del tema.

En definitiva:

El estudio de este hecho nos ha puesto de manifiesto varias cosas:

  • El alto nivel de muchos científicos españoles, su capacidad para viajar e intercambiar información con sus colegas europeos. Hemos visto que durante el periodo estudiado varios estaban realizando estancias en centros europeos. Otra cosa es que aquí las inversiones en recursos humanos e infraestructuras no estuviesen a la altura, como sigue ocurriendo.
  • La preocupación social por el tema impregnó a todas las capas de la población. Puede seguirse a través de la prensa diaria que se expresa en columnas de opinión, viñetas cómicas, pequeñas obras teatrales cómicas, etc.
  • El interés de la prensa en divulgar acontecimientos científicos con el mayor rigor y precisión apoyándose en crónicas de los propios médicos.
  • El interés de los ayuntamientos y diputaciones de toda España en conseguir el nuevo medicamento para sus ciudadanos.

La cuestión es que en diciembre el medicamento podía adquirirse en muchas farmacias y que se administraba ya tanto en instituciones públicas como en clínicas privadas.

En un último vídeo ofreceremos la historia del tratamiento de la sífilis con fuentes materiales de la época.

Bibliografía

–Fresquet Febrer, J.L. (2010). La Prensa diaria y la introducción en España del 606. Exposición dedicada a la introducción en España del Salvarsán. Disponible en: https://www.historiadelamedicina.org/606Expo/index.html Consultado el 12 de junio de 2020. El lector encontrará en la sección «Créditos» abundante bibliografía.

–Fresquet Febrer, J.L. (2019). Terapéutica etiológicamente orientada. Introducción de la salvarsanoterapia en España a través de la prensa diaria y del periodismo profesional. En: Carrascosa, A.V. y Báguena, M.J.. (coord.). El desarrollo de la Microbiología en España. Volumen I. Madrid, Fundación Ramón Areces, pp. 35-68.

 

 

 

Salvarsán. La bala mágica

Insertamos el guión del vídeo Salvarsán. La bala mágica que subimos al canal de Youtube «Medicina, historia y sociedad».

 

Intro

Durante el siglo XIX la medicina asistió a la conversión de la materia médica en farmacología experimental, es decir, del uso de productos procedentes de la naturaleza para curar, a la extracción de sus principios activos y a la síntesis de otros nuevos. Asimismo se avanzó mucho en el estudio de sus acciones y efectos.

A finales de siglo XIX ya se disponía de un buen número de productos útiles que actuaban sobre síntomas: antipiréticos, narcóticos, anestésicos, analgésicos… pero pocos que actuaran sobre la causa de las enfermedades.

El médico alemán Paul Ehrlich se empeñó en buscar lo que llamó “la bala mágica”, es decir, una sustancia que actuara sobre la causa de una enfermedad creando los mínimos efectos secundarios o tóxicos al enfermo que la padeciera. Y lo logró.

En 1910 se probó con extraordinario éxito el conocido como 606 o salvarsán (arsénico que salva) contra la sífilis.

¿Cuándo y cómo ese medicamento llegó a España?

Rótulo

Se trata de un tema largo y complejo pero que merece nuestra atención a pesar de que nos veamos obligados a exponerlo en dos vídeos.

Aun así, no podemos abarcarlo todo y sólo hablaremos de grandes hitos, así que a ellos nos ceñiremos.

El salvarsán fue diseñado para matar al Treponema pallidum, bacteria causante de la sífilis. La humanidad llevaba luchando contra esa enfermedad desde el siglo XVI –conocida entonces entre nosotros como Morbo Gálico, mal francés, o mal de Nápoles– sin haber logrado ningún avance significativo. Su tratamiento era a base de mercurio, elemento de uso peligroso, tóxico, pero que de alguna manera detenía la enfermedad o la alargaba en el tiempo. En ocasiones se administraba junto con otros medicamentos. Se empleaba ya en el Renacimiento.

La sífilis era una enfermedad venérea, una enfermedad infecciosa que estaba bastante extendida. Se la relacionaba entonces con la degradación de la persona, con el deterioro físico y moral. Recordemos la existencia de la sífilis congénita y de que entonces la evolución natural de la enfermedad recorría los tres periodos llegando al último o periodo en el que se afectaba el cerebro, los nervios, los ojos, el corazón, los vasos sanguíneos, el hígado, los huesos y las articulaciones. Esto podía ocurrir muchos años después de la infección original no tratada. Aparte estaba también la neurosífilis o la afectación del cerebro y del sistema nervioso (los enfermos acababan sus días en asilos de alienados) y la sífilis ocular.

Desconocemos la tasas de sífilis en España porque no era enfermedad de declaración obligatoria. Aquí unas estadísticas de la mortalidad en Madrid y de los casos atendidos en el Hospital San Juan de Dios que era el lugar específico para el tratamiento de enfermedades venéreas y dermatológicas [Se muestran las estadísticas]. Están extraídas el libro de Antono Navarro Fernández, La prostitución en Madrid (1909).

A finales del siglo XIX la mentalidad etiológica, el estudio de las causas, tomó una extraordinaria relevancia en medicina. La microbiología por si sola pudo explicar la causa de numerosas enfermedades. En el caso de la sífilis. Elie Metchnikoff y Émile Roux demostraron en el Instituto Pasteur que la sífilis se podía transmitir de forma experimental al mono y algunas de sus lesiones al ojo del conejo. En 1905 Richard Shaudin y Paul Erich Hoffman pudieron descubrir que el Treponema pallidum  era el causante de la sífilis o avariosis

Sólo un año después, Albert Neisser y August von Wassermann desarrollaron una prueba de detección de anticuerpos en sifilíticos proporcionando la base para el desarrollo del serodiagnóstico de la infección sifilítica.

Wasserman, basándose en hallazgos científicos de Ehrlich como su teoría de las cadenas laterales, había comenzado en 1900 a trabajar en las reacciones de fijación del complemento e investigó la reacción toxinas-antitoxinas en la sangre.

Pero volvamos a fijar nuestra atención en Paul Ehrlich. Estudió medicina en Breslau, Estrasburgo, Friburgo y Leipzig. Trabajó en la Charité como asistente de Friedrich von Frerichs que le dejó que se dedicara a la investigación. Trabajó especialmente con los colorantes de los tejidos animales (histoquimia). Cuando murió Frerichs su sustituto obligó a Ehrlich a realizar práctica clínica. Como no le gustaba abandonó la Charité. Contrajo la tuberculosis. Una vez recuperado trabajó en su casa, luego en el Instituto de Robert Koch donde comenzó a investigar la inmunidad y las leyes por la que ésta se regía. Estudió, por ejemplo, la toxina antidiftérica. Dirigió después el Institut für Serumforschung und Serumprüfung que adoptó el nombre de Institut für experimentelle Therapie cuando fue trasladado a Frankfurt. Después se hizo cargo de la Georg Speyer Haus für Chemotherapie fundada para él por la viuda del banquero Speyer. Esto marcó la tercera etapa en la vida científica de Paul Ehrlich. Retomó uno de los aspectos de su tesis de doctorado: la necesidad de estudiar la relación existente entre la composición química de los fármacos y su modo de acción sobre el organismo y sobre las células del cuerpo a las que iban dirigidos. Igual que sucedía en inmunología, uno de sus propósitos era encontrar los productos específicos que tuvieran afinidad por los organismos patógenos. Él habló de «balas mágicas»: que actuarían sobre la causa de enfermedad dejando indemne al huesped.

Ehrlich utilizó el término “quimioterapia” para referirse a una parte de la terapéutica experimental, diferenciándola del término “farmacología”.

La terapéutica experimental, para Ehrlich, debía reproducir las enfermedades en animales para, más tarde, estudiar científicamente la acción de los fármacos. Las enfermedades infecciosas eran un ejemplo.

Tres áreas formaban para el médico alemán la terapéutica experimental: la Organoterapia (que incluiría más tarde el estudio de las hormonas), la Bacterioterapia y la Quimioterapia.

Contra la sífilis ya se usaba el atoxil –sustancia sistetizada por Pierre Antoine Béchamp en 1869–, pero tenía una alta toxicidad que lo hacía inviable.

Ehrlich trabajó con Sahachiro Hata (1873-1938), que era especialista en infecciones experimentales por Treponema pallidum en conejos y también había estudiado la eficacia de los derivados del atoxil.

El ‘606’ fue dado a conocer por Ehrlich en abril de 1910, en Wiesbaden, en el 27 Congreso alemán de Medicina interna.

La andadura del nuevo medicamento no fue, al principio, un camino de rosas. Farbwerke-Hoechst no esperó más ensayos y distribuyó 65.000 unidades de forma gratuita entre los médicos. El producto, en ocasiones, presentaba efectos secundarios y algunos adversarios no tardaron en importunar y criticar a Ehrlich; el cabecilla acabó en prisión.

A pesar de que se trató de retener el producto hasta que se hubiera probado en centenares de pacientes, Ehrlich no pudo evitar la demanda creciente del nuevo fármaco. El salvarsán también tuvo otro tipo de enemigos: la iglesia ortodoxa rusa, por ejemplo, sostuvo la opinión de que las enfermedades venéreas eran el castigo de Dios a la inmoralidad y no debían tratarse. La policía alemana también estuvo contra el salvarsán debido a los problemas que planteaba la prostitución. Fueron cuatro años difíciles hasta que Ehrlich sustituyó el 606 por el 914 o neosalvarsán, más soluble, fácil de usar y no perdía eficacia.

Ehrlich logró eliminar de esta manera a los gérmenes causantes de enfermedad sin lesionar al organismo mediante la inyección de un producto en la sangre. Es lo que antes hemos llamado «balas mágicas». Este conjunto de trabajos significó su gloria y el comienzo de una fase revolucionaria para la farmacología y, por tanto, para la terapéutica. En poco tiempo siguieron las sulfamidas y después los antibióticos, y toda una serie de productos orgánicos con eficacia terapéutica.

El hallazgo de Ehrlich se difundió tanto en las revistas profesionales como en la prensa general de todo el mundo. España no fue una excepción y sucedió todo lo contrario que con el premio Nobel de Cajal. Numerosos artículos explicaron qué era el 606 o salvarsán, cuál era su acción, qué efectos tenía, cómo de importante podía ser su toxicidad y comentaban los ensayos clínicos que se llevaban a cabo.

La noticia se difundió por todo el mundo y Frankfurt se convirtió en el lugar donde llegaban por decenas los representantes de países, instituciones y sociedades para hablar con Ehrlich, conseguir unas dosis del nuevo medicamento y aprender a utilizarlo.

En resumen,

–Al principio el salvarsán no fue bien en todos los casos de sífilis. En algunos produjo efectos secundarios.

–En otros, en cambio, resultó ser una cura casi milagrosa.

–Algunos médicos se pasaron de entusiastas y otros de críticos.

–Su administración implicaba no pocos problemas técnicos.

–Se probaron la vía intradérmica, la intramuscular y la endovenosa.

–Significó un empuje para la medicina de laboratorio.

–Ambos sexos se beneficiaron del mismo.

–Contribuyó a que se hablara con menos prejuicios de las enfermedades venéreas desde el punto de vista de la salud pública.

¿Cómo conoció España el Salvarsán? La respuesta en el próximo vídeo.

Bibliografía

–Fresquet Febrer, J.L. (2004 y revisado en 2012). Paul Ehrlich (1845-1915). En: Epónimos y biografías médicas. Historiadelamedicina.org. Disponible en: https://www.historiadelamedicina.org/ehrlich.html , Consultado el 20 de marzo de 2020. Incluye amplia bibliografía:

—Ackerknecht, E.H. (1973), Therapeutics from the primitives to the 20th Century, New York, Hafner Press.

—Dolman, C. Paul Ehrlich, En: Charles Coulston Gillispie. Editor in chief: Dictionary of Scientific Biographies. Charles Scribner’s Sons, New York, 1971. Volume 4, pp. 295-305. American Council of Learned Societies.

—Ehrlich, Paul. Collected papers of Paul Ehrlich. compiled and edited by F. Himmelweit. EA. three volumes. London, Pergamon Press, 1956-60.

—García Sáncuez, J.E.; Lucila Merino, M. Cien años de la bala mágica del Dr. Ehrlich (1909–2009). Enfermedades infecciosas y Microbiología Clínica, 2010: 28(8): 521-533.

—Gesamtliste der Publikationen von Paul-Ehrlich, disponible en (http://www.pei.de/DE/institut/paul-ehrlich/publikationen/paul-ehrlich-publikationen.html?__nnn=true). Consultado en junio de 2012.

—Laín Entralgo, P. (1973), Farmacología, farmacoterapia y terapéutica general, En: Historia Universal de la Medicina (Dir.: Pedro Laín), Barcelona, Salvat, vol. 6, pp. 259-268.

—Lloyd, N.C.; Morgan, H.W.; Nicholson, B.K.; Ronimus, R.S. The composition of Ehrlich’s Salvarsan: Resolution of a Century-Old Debate. Angew. Chem. Int. Ed, 2005; 44: 941-944.

—Marquardt Martha. Paul Ehrlich als Mensch und Arbeiter. Erinnerungen aus dreizehn Jahren seines Lebens (1902-1915). Mit einer Einführung von Dr. Richard Koch. Stuttgart/Berlin/Leipzig, 1924. Versión en inglés: Paul Ehrlich. New York, Henry Schuman, 1951.

—Neosalvarsán, solu-salvarsán. Su descubrimiento, su obtención y comprobación, la técnica de su empleo y las indicaciones. Barcelona, Bayer-Meister Lucius, sa.

—Rubin LP. Styles in scientific explanation: Paul Ehrlich and Svante Arrhenius on Immunochemistry. J Hist Med Allied Sci. 35(4):397-25,1980

—Parascandola, Paul Ehrlich’s Chemoterapy, J Hist Med and All Scien, 36 (1), 19-43, 1981.

—Paul Ehrlich. Biography. Nobelprize.com. (http://nobelprize.org/medicine/laureates/1908/ehrlich-bio.html). Consultado en noviembre de 2004.

—Silverstein, A. The collected papers of Paul Ehrlich: why was volume 4 never published? Bull Hist Med, 76(2), 335-339, 2002.

—Witkop B.Paul Ehrlich and his Magic bullets–revisited. Proc Am Philos Soc. 143(4), 540-57, 1999.

Más bibliografía

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Buchwalow, I.; Boecker, W.; Tiemann, M. (2015). The contribution of Paul Ehrlich to histochemistry: a tribute on the occasion of the centenary of his death. Virchow Arch., vol. 466, nº 1, pp. 111-116.

Calvo, A. (2006). Ehrlich y el concepto de «bala mágica». Rev Esp Quimioterap, vol. 19, nº 1, pp. 90-92.

Drews, J. (2004). Paul Ehrlich: magister mundi. Nat Drug Discov, vol. 3, nº 9, pp. 797-801.

Kaufmann, S.H. (2008). Paul Ehrlich: founder of chemotherapy. Nat Rev Drug Discov, vol. 7, nº 5, p. 373.

Sepkowitz, K.A. (2011). One hundred years of Salvarsan. N England J Med, vol. 365, nº 4, pp. 291-293.

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Vernon, G. (2019). Syphilis and Salvarsan. Br J Gen Pract, vol. 69, nº 682, p. 246.

 

La prensa diaria española y la introducción en España del 606

En el sitio historiadelamedicina.org hemos incluido una nueva exposición interactiva dedicada a la introducción en España del Salvarsán. Su título es La prensa diaria  y la introducción en España del 606.

Se compone de varios módulos. En el que lleva el título “1910” se muestran algunos datos y tasas estadísticas relativos a España y a Madrid de 1910; imágenes y una película de la capital de España de esta época; publicidad; y espectáculos. Su objetivo es introducir al visitante en el contexto social y cultural.

El módulo “La sífilis” muestra imágenes macroscópicos y microscópicas de las lesiones características de la enfermedad. Se habla de la misma y se ofrecen algunos datos estadísticos.

“Paul Ehrlich” se compone de tres apartados. En el primero se ofrece una biografía de Ehrlich. En el segundo, se describe cómo se llegó al compuesto 606 o salvarsán. El tercero trata de que el visitante reviva los acontecimientos de las decenas de médicos españoles que se trasladaron a Frakfurt para aprender todo lo relativo al nuevo fármaco. Para ello se recurre a las crónicas que los hermanos José y Vicente García Donato, valencianos, mandaron al diario Las Provincias, desde Alemania y París.

En “Prensa diaria” se habla, de una parte, de los diarios y revistas que se han investigado. De otra, se resume lo que sucedió de agosto de 1910 a diciembre de ese mismo año. Se invita al visitante a que lea las noticias y artículos originales más significativos. Por último se muestra un resumen estadístico de lo que se publicó en la muestra de periódicos elegida por meses y por diarios o revistas.

En “Protagonistas” se han reunido de forma muy sintética las biografías de los principales protagonistas que intervinieron en la introducción en España del salvarsán.

Finalmente se ofrece también un mapa del sitio y la sección de créditos y bibliografía.

Para poder disfrutar de la exposición se recomienda el uso de navegadores actualizados.

Captura de pantalla

El ‘606’ en El Imparcial (1910) (3)

Seguimos adelante con el seguimiento que hizo El Imparcial del nuevo medicamento de Ehrlich, el ‘606’. Después de la temprana noticia que proporcionó Verdes Montenegro, se publicó un artículo de otro de los protagonistas de la introducción del salvarsán en España. Como ya vimos al abordar el tema en otros diarios, se trata del doctor Bandelac de Pariente, que era médico de la Embajada de España en París. Veamos el artículo:

El 606 del profesor Ehrlich, de Francfort

Nuestro eminente colaborador científico, el doctor Verdes Montenegro, escribió en El IMPARCIAL un artículo que produjo impresión profunda en todas partes. Exponía el descubrimiento admirable y transcendental de Ehrlich para la curación de la ‘avariosis’.

Ayer hemos recibido un nuevo artículo sobre tan interesante asunto, escrito por el doctor Bandelac de Pariente, médico de la Embajada española en París. Insertamos a seguida esta nota científica.

Francfort, Septiembre
Hace dos meses aparecieron en las revista médicas las primeras comunicaciones sobre los resultados verdaderamente extraordinarios obtenidos en la curación de la sífilis por un nuevo procedimiento descubierto por el profesor Ehrlich, de Francfort.

Este procedimiento, según aparecía en las tales comunicaciones, violentaba de tal manera todos nuestros conocimientos sobre la terapéutica específica hasta hoy empleada, que hemos de confesar nuestro escepticismo ante ellas.

‘Una sola inyección del nuevo específico, y no ya los casos incipientes, sino las afecciones más antiguas y rebeldes a todo tratamiento mercurial o arsenal (incluso el atoxil); las manifestaciones más terribles del periodo, no ya secundario, sino del terciario; las gomas ulceradas y aun los principios de parálisis; en una palabra, los casos más desesperados, y ante los que la terapéutica era impotente, curábanse con una rapidez rayana en el milagro, puesto que asignaban periodos de cuatro a diez días para la cicatrización de estas lesiones, hasta entonces rebeldes a todo tratamiento’.

Por la misma exageración de los resultados, estas comunicaciones hubiéramos parecido uno de tantos ‘bluffs’ de los que se dan, por desgracia, casos frecuentes en los medios científicos, a no haber mediado en todo ello el nombre de Ehrlich, cuya honradez científica es universalmente proclamada, así como su grandísima ciencia; cualidades que hace dos años se vieron recompensadas por la concesión del premio Nobel, de ciencias médicas, que le fue atribuido en unión del sabio Metchnikoff, director del Instituto Pasteur de París.

Ante la dificultad de comprobar por nosotros mismos estos inverosímiles resultados, puesto que los ensayos habían sido hechos tan solo en una Clínica particular de Alemania, y en un pequeño número, hubimos de resignarnos a esperar que el tiempo confirmara estos anuncios, firmemente decidos a estudiarlos por nosotros mismos en cuanto se nos presentase un momento propicio, convencidos de que, en caso de ser ciertos estos vaticinios, para pocos países era de tan capital importancia el descubrimiento en cuestión como para el nuestro, puesto que todos sabemos hasta qué punto la terrible enfermedad es una plaga nacional y el lugar preferente que ocupa en la estadística de nuestra patología.

Han pasado dos meses desde los primeros anuncios, y no ya la Prensa médica, sino todos los periódicos europeos se vienen ocupando diariamente del prodigioso descubrimiento de Ehrlich, comunicando resultados no menos sorprendentes que los primeros obtenidos, y no en una sola clínica, como al principio, sino en las principales de Viena, Moscou, Bruselas y en el mismo París en la dirigida por el doctor Salmon, del Instituto Pasteur.

Consecuentes, pues, con nuestro primitivo propósito, creímos llegado el momento oportuno y hemos venido, a la misma cuna del descubrimiento a estudiar y a ver por nuestros propios ojos estas curas milagrosas que hasta ahora consideramos increíbles.

Apenas llegados a esta población, nos apresuramos a presentarnos al profesor Ehrlich, quien nos recibió con la amabilidad más cordial, manifestándonos la gran satisfacción que le causaba ver, por fin, a un médico español que venía estudiar personalmente su nuevo procedimiento, pues hasta ahora nuestro país no había parecido darle crédito.

El profesor Ehrlich nos explicó personalmente en qué consistía su famoso 606, fórmula de nombre cabalístico, así llamada por el número ordinal de las preparaciones que hasta aquí había ensayado sin resultado satisfactorio: es un ‘diamedo-arseno-benzol’ de cuya preparación se guarda el más absoluto secreto; el producto en cuestión tardará aún algunos meses en entregarse al comercio, y hasta ahora Ehrlich no ha confiado su aplicación más que a muy contados médicos especialistas; por estas mismas dificultades, nuestra gratitud hacia el ilustre profesor es mucho mayor por su amabilidad al entregarnos una cantidad de tubitos para que pudiéramos ensayar su procedimiento por nosotros mismos.

El tratamiento consiste en una sola inyección intramuscular, en dosis que oscilan entre ‘dos centímetro cúbicos’ para los recién nacidos, hasta ‘sesenta centigramos’ del específico inicial, según la edad, la resistencia y el grado de infección del paciente.

Al terminar nuestra entrevista con el sabio profesor, éste nos presentó y recomendó personalmente al profesor Herxheimer, el gran dermatólogo, en cuya clínica principalmente hemos podido, durante nuestra larga estancia, comprobar día a día el verdadero valor de este nuevo tratamiento.

Hoy podemos afirmar que cuanto se ha dicho de este famoso 606 es cierto, y que las curaciones obtenidas causan verdadera estupefacción, por la rapidez de sus resultados y por la igualdad de éstos en los más diversos casos.

Hemos podido comprobar curaciones de la enfermedad adquirida por el propio paciente, de la hereditaria en los recién nacidos y de las de los adultos hijos de sifilíticos, haciendo en todos los casos previamente la reacción de Wassermann con resultado positivo, siendo este negativo al proceder a un ensayo de nueva reacción a los dos meses de aplicada la única inyección en que, como hemos dicho, consiste este tratamiento.

Reservamos para una revista profesional todos los detalles clínicos, descripción de la evolución de las lesiones y sujetos curados, pues no creemos que tal estudio correspondiera a la índole de EL IMPARCIAL:

Doctor Baudelac de Pariente. El Imparcial, lunes 12 de septiembre de 1910, p. 5

El Imparcial, lunes 12 de septiembre de 1910, p. 1.

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Extranjero. París 12.— El ilustre doctor español Bandelac de Pariente, médico de la Embajada de España en París, ha marchado hoy a Alemania para realizar nuevos estudios el ya famoso 606, remedio hallado por el sabio profesor Ehrlich.

El Imparcial, martes 13 de septiembre de 1910, p. 1.

[Proyecto HAR2008-04023]

El ‘606’ en El Imparcial (1910) (2)

A los pocos días de publicarse la primera noticia en El Imparcial sobre el ‘606’, uno de los periodistas y comentarista más reputado de la época, Mariano de Cavia (1855-1920), se hacía eco de la misma. Cavia nació en Zaragoza en 1855, donde estudió derecho y comenzó a destacar en la prensa local. Marchó luego a Madrid y trabajó en los diarios más prestigiosos de la época; primero en El Liberal, después durante una década en El Imparcial tras una breve estancia el Heraldo, y más tarde en El Sol. En 1916 fue elegido académico de la Real Academia de la Lengua, aunque no tomó posesión debido a su precario estado de salud. Como nota curiosa, vivió siempre en un hotel y tenía un piso en el que guardaba su biblioteca.

Reproducimos, a continuación el artículo publicado bajo el título de su columna Cháchara:

Lo que es por falta de motes no se quedará el año que corre sin ocupar un puesto de los más salientes en la historia del siglo actual.

Se le puede denominar el año del cometa engañoso, el año del cólera discretito (al menos hasta ahora), el año de la ‘huelguitis’ crónica, el año de la exaltación de Don Dalmacio, y ante todo y sobre todo, ‘el año del 606’.

Número bendito, número afortunado, número milagroso, número digno de toda admiración y reverencia… Cuando halléis el 606 en un coche de punto, apresuraros a subir en el simón, aunque sea sin rumbo fijo, porque no podrá menos de conduciros hacia la Fortuna, hacia la Felicidad.

Si encontráis el 606 bajo la prosaica figura de un guardia de Seguridad, saludad a éste con toda la devoción que merece un verdadero ángel custodio del género humano. Contemplad y venerad en él una auténtica, excelsa y portentosa representación de la Providencia divina o de la Ciencia humana, según seáis deístas o positivistas.

Y principalmente, oh jugadores de la Lotería Nacional, proceded sin tregua ni descanso a la busca y captura del billete que ostente el privilegiado, el mágico, el deslumbrador número 606. Imposible que ese billete deje de trocarse en un puñado de los otros que emite el Banco de España.

Por de pronto, un efectivo premio gordo ha tocado a la Humanidad  con el celebérrimo 606 del doctor Ehrlich, si es cierto, como parece serlo, que ese preparado —más valioso que la misma piedra filosofal— cura de un modo definitivo aquella terrible dolencia que, según dicen, se vengó de sus descubridores y conquistadores europeos la que llamó Quintana ‘virgen del mundo, América inocente’.

La sencilla y clara denominación de «606» quedará para siempre. Es el mejor y más legítimo alarde que el doctor Ehrlich tiene derecho a hacer de su tesón a toda prueba; porque antes de acertar con el remedio que hoy constituye la gran actualidad médica y humanitaria, el profesor alemán se había ensayado con la friolera de otros seiscientos cinco productos análogos y conducientes al mismo fin.

No; en verdad que ante ese éxito sensacional no se dirá que ‘la obra estrenada se resentía de falta de ensayos’. Y si el estruendoso triunfo del profesor Ehrlich queda asegurado con toda la solidez que es de desear, a pocos hombres como a ese Alcides de laboratorio, vencedor de una hidra mucho más temible y cruel que la de Lerma, se podrá aplicar la sabida definición: ‘El genio es la paciencia’.

¡Hurra, pues, por el 606 y por su descubridor! ¡Y viva (toma carrerilla, lector, para lanzar este vítor) viva el biclorhidrato de diamidoarsenobenzol!… Tal es el nombre técnico del prodigioso preparado. Se comprende que el bueno de Ehrlich no haya querido imponernos tan molesto trabalenguas a los que tenemos expedita la dicción; si bien, en opinión del profesor Humbugman, el constante y metódico nombrar al ‘bicloridrato de diamidoarsenobenzol’ sería un excelente remedio para la tartamudez.

No hay mal que por bien no venga, y viceversa.

La verdad de ese aforismo vulgar viene a comprobarla otro eficacísimo ‘medicamento’, digámoslo así, contra el cólera, que en competencia con el suero de Mechnikoff y Salumbeni, preconizan un virtuoso general y un bizarro sacerdote, sin apartarse (¡fuera las teorías razonadas!) de los modestos límites del empirismo casero.

El general Thory ha comunicado a un diario parisiense la gran receta del padre Janin, vicario apostólico en Cochinchina. No dicen si el tal padre Janin tiene algún parentesco con el humorístico autor de ‘El asno muerto y la mujer guillotinada’.

¿En qué consiste la receta de este señor vicario, no menos empírico que el de Zarauz pasado ya de moda?… Pues en administrarse copiosos tragos de aquel dañino brebaje que ciertos poetas melenudos bautizaron (poca agua y mucho ajenjo) con el nombre de ‘la Musa Verde’.

Según el susodicho padre de almas., y de licores fuertes, el ajenjo, ampliamente libado, sienta como ‘mano de santo’, no ya , a hombres en pleno vigor, pero a mujeres, viejos y niños, atacados del cólera.

—Yo mismo (declaró el vicario al general) he tenido el cólera tres veces. En la primera, la enfermedad se manifestó de súbito con vómitos y deposiciones que me dejaron absolutamente aniquilado. Bebí un tercio de litro de ajenjo; me quedé dormido, y a media noche desperté curado del todo. Del segundo y tercer ataque me curé, tomando dos vasitos de ajenjo, como vasos para el vino de Burdeos, en una taza de té bien caliente.

No sé por qué, se me figura que el empírico tratamiento del padre Janin contra ‘el cólera de origen asiático’ va a encontrar más creyentes que la sabia medicación del profesor Ehrlich contra el otro ‘morbo’ de procedencia americana. Y es probable que, así como en las cervecerías ocupa lugar preeminente la efigie del rey Gambrino, se ponga muy pronto en los despachos de bebidas alcohólicas el retrato del padre Janín, bienhechor de la humanidad… y de la ‘Maison Pernod’.

Peligrosillo remedio, a decir verdad, el del vicario apostólico en Cochinchina; porque muchos de los curados del cólera, contraerían el funesto vicio del ajenjo, siquiera por gratitud. Y sería como salir de Malaguita para entrar en Malagón.

Lo dicho. No hay mal que por bien no venga, ni bien que no ocasione algún mal. También esta es filosofía empíricamente pura. Se la brindo, a las comadres, al general Thory y al vicario apostólico… del ajenjo.

Mariano de Cavia. El Imparcial, miércoles 7 de septiembre de 1910, p. 1

Mariano de Cavia

[Proyecto HAR2008-04023]

El ‘606’ en el ‘Heraldo de Madrid’, 1910 (y 5)

Finaliza la serie de artículos y noticias sobre el ‘606’ publicadas en el Heraldo de Madrid en 1910. Se trata de la reseña de una conferencia que Juan de Azúa impartió en el Colegio de Médicos de Madrid. El objetivo era demostrar qué tipo de inyecciones de ‘606’ era mejor, si la intramuscular o la intravenosa:

El 606
La conferencia de Azúa

El sabio especialista llevó ayer noche a la tribuna del Colegio Médico el tema interesantísimo de la superioridad de las inyecciones intravenosas sobre las musculares en el tratamiento de la avariosis por el salvarsán (nombre definitivo con que ha quedado bautizado el 606.

Las inyecciones musculares son siempre dolorosas y predisponen además a la acumulación del medicamento, haciéndolo así inócuo; las intravenosas carecen de estos inconvenientes y además ofrecen las ventajas de su rapidez de acción y de la necesidad de una menor dosis. El obstáculo a las mismas está en la poca práctica que hay en su realización conceptuándolas difíciles, cuando en realidad tienen una ejecución sencilla.

Con toda claridad, y desde un punto de vista práctico, hizo el Dr. Azúa la descripción de esta técnica, para la que emplea una jeringuilla especial, según hemos expuesto en la conversación que respecto a este asunto tuvo la bondad de de sostener con nosotros el ilustre médico hace unos días.

La conferencia tuvo un aspecto práctico, de gran interés, que consistió en la presentación de varios enfermos, entre ellos uno de lesiones meningo-mialitis y otro, de siete años de antigëdad, y que, rebelde a todo tratamiento, mejoró de un modo manifiesto con la inyección del 606.

Un público numerosísimo y distinguido llenaba el salón de actos del Colegio y premiaron con un cariñosa ovación la conferencia del Dr. Azúa.

El Heraldo de Madrid, 31 de diciembre de 1913, p. 1

[Proyecto HAR2008-04023]

El ‘606’ en el ‘Heraldo de Madrid’ (4)

Seguimos con esta serie de breves y artículos sobre el ‘606’ publicados en el Heraldo de Madrid, para el trabajo que estamos preparando. Ya que andamos en la tarea, creo que es interesante compartir estos artículos dentro del espíritu de la Web 2.0 y porque es una forma de recuperarlos para quien esté interesado.

En noviembre se publicó una interesante entrevista a uno de los protagonistas, el Dr. Azúa, que apareció en portada, con fotografía. Se la hizo el Dr. José de Eleizegui. Aquí la transcribimos:

El 606
Hablando con el Doctor Azúa

La experiencia personal desde que regresó de Francfort el doctor Azúa.— Veintiséis casos tratados.— Modificaciones prácticas.— Su juicio comparativo con los demás tratamientos.— ¿Adónde llegará el 606?— ¿Qué porvenir aguarda a la quimioterapia?

Sigue siendo la novedad científica del día el preparado de Ehrlich. Se suceden las publicaciones, se repiten las casuisticas, se propaga el método, y ya no solo la clase médica, sino la Humanidad entera, está pendiente de que la Ciencia dé su definitiva sanción. Escuchar a Azúa resultaba, pues, de un interés extraordinario. Los juicios del primer especialista español tienen para nosotros toda la fuerza de una sentencia irrefutable… porque, al exponerlos ahora, habla por propia cuenta, por investigación personal, resultado de sus trabajos en la clínica de San Juan de Dios.

Decididos, pues, a interrogarle, contábamos desde luego con su amabilidad, nunca desmentida, o invocando la necesidad de exteriorizar la labor de nuestros maestros en crédito de la cultura patria, sabíamos que era hacedero el que nos dedicase unos minutos. Y así fue. Nuestro deseo se cumplió ampliamente, y nos honramos dando al mundo la opinión documentada y terminante de Azúa acerca del 606.

Hela aquí, fielmente reproducida:

—Mis observaciones propias confirman la eficacia grande e inmediata del 606 para hacer desaparecer las manifestaciones genuinamente sifilíticas, en un tiempo mucho más corto que con la medicación mercurial y potásica. Justifican esta opinión los siguientes hechos: ayudado por los Dres. Nonell, Covisa, Aja y Serrano hemos practicado hasta la fecha 26 inyecciones, de las que 16 han sido intravenosas, 7 intramusculares y 3 por un procedimiento con mezcla de lanolina, petrovaselina y 606.

Entre los casos hay uno de un niño de pocos meses, con graves lesiones en la boca y garganta, que desde una semana antes de la inyección le impedían tragar y mamar, y en estado tan agónico al ser inyectado que ni siquiera sintió el pinchazo de la aguja. Murió a las ocho o diez horas. Se empleó el método Ht. Evidente es, dado su estado de muerte inminente, a causa, principalmente, de la falta de alimento, que ninguna responsabilidad alcanza al 606.

En la clínica de Herxheimer he visto un caso parecido con igual resultado, y es que no hay medicina alguna capaz de salvar agónicos. En cambio, otros muy graves, pero aún con resortes vitales, han obedecido al 606 con gran premura.

Un enfermo tabético no avanzado ha tolerado, exceptuadas las molestias locales, la inyección intramuscular sin contratiempo alguno. Quince días después sólo acusa ligeras mejorías sintomáticas, que aún no es tiempo de decidir si son verdaderas o puramente sugestivas.

Otro inyectado intravenoso por neuritis óptica específica el día 19, no presenta aún modificaciones apreciables en los tres días transcurridos.

En los 23 restantes, el resultado inmediato ha sido una franca mejoría claramente apreciable, tanto que en 14 de los 16 enfermos tratados por inyección intravenosa se hizo ostensible antes de las 24 horas.

Uno que cito expresamente  ‘sin más propósito que establecer la mayor intensidad de acción de la inyección intravenosa’, tenía grandes y viejas lesiones gomosas. Fue tratado por el Dr. Bandelac con inyección intramuscular de cinco decígramos de 606 y no se notó mejoría alguna. Persistiendo este estado, 25 días después de la intramuscular, inyecto en las venas 4 decígramos. Pasan tres días sin modificación importante objetiva, aunque sí con sensación subjetiva de bienestar, y desde el cuarto día se inicia rápido alivio que lleva camino de curación.

Los enfermos inyectados intramuscularmente por mí, han mejorado todos también muy rápidamente, y lo mismo ha sucedido a uno inyectado por el Sr. Aja. El método con lanolina y petrovaselina, ha sido seguramente eficaz, pero comienza un poco más lentamente y acrecienta su acción del segundo al tercero día.

En resumen: ningún efecto perjudicial, y exceptuado el tabético, aun en tela de juicio, efectos favorabilísimos en casos graves, algunos de los cuales han curado antes de doce días.

En inyección intramuscular  hemos puesto cinco y seis decígramos y usado el método de H, eficaz sin duda, pero doloroso. Con la fórmula de la lanolina, cinco y seis decígramos.

En inyección intravenosa, de tres a cuatro decígramos. No hemos tenido ningún fenómeno de infección. La fiebre ha sido, a veces, alta, pero pasajera. Algunos han tenido náuseas o vómitos y diarrea, sin dolores.

Impertinente sería hacer constar aquí ‘detalles descriptivos’ que abrillantasen el valor del 606, y reservo para una publicación técnica; pero en conjunto, de mis observaciones se desprende que las sífilis graves y precoces, las lesiones tercianas, incluso las óseas y articulares, las manifestaciones en las mucosas, tan peligrosas por los contagios que ocasiona, y la lesión inicial de la enfermedad se curan facilísimamente con el 606. También hemos curado una albuminuria por sífilis y aliviado transtornos de la vista y del oído. También hemos hecho tratamiento abortivo mediante la destrucción de la lesión inicial con aire caliente e inyecciones múltiples periféricas de 606 e inyección intramuscular.

—Y dígame, don Juan, ¡qué modificaciones ha hecho usted al procedimiento?

—Ahora verá. Schreiber, de Magdeburgo, que ha estudiado y sistematizado de un modo admirable el método de las inyecciones intravenosas, emplea para hacerlas una jeringa de disposición funcional muy ingeniosa, puesto que evita que sin conocimiento del operador se pueda inyectar el 606 fuera de la vena; pero es de manejo algo engorroso. He sustituido la jeringa por un inyector por presión de altura, que permite también comprobar cuando está bien colocada la aguja y es de más fácil manejo que la jeringa de Schreiber.

El aparato resultará de precio muy económico, de desinfección muy sencilla y con ayuda de una persona cualquiera, aunque no sea médico, podrá ser seguramente manejado, contribuyendo de esta manera a la difusión de la práctica de las inyecciones intravenosas de 606, método que en los casos graves y para hacer el primer ataque a la enfermedad, tiene una supremacía evidente sobre todos los demás.

Otra pequeña modificación consiste en la adaptación al 606 de la fórmula misma que sirve para preparar el aceite gris, salicilato de mercurio y calomelanos, con lanolina y petrovaselina. He comunicado esta técnica de preparación desde Francfort a la Sociedad Dermatológica Española en la sesión del 6 de octubre de este año. Posteriormente, los doctores Levi-Bing y Lafay han publicado el día 20 de octubre en la ‘Gazette des Hopitaux’ este mismo procedimiento, disminuyendo la cantidad de lanolina e indicando sería ventajoso sustituir la petrovaselina por el aceite de clavel coagulable.

He practicado tres inyecciones con la mezcla propuesta por mí; en dos casos apenas han molestado después de hacerlas, y en los días siguientes no han sido apenas incómodas. Pero en una mujer, la inyección ha sido dolorosa inmediatamente después de hecha, y ha continuado molestando varios días.

Kromayer, de Berlín, hace las inyecciones en parafina líquida, resultando una emulsión que dicen que no es dolorosa al inyectarla; pero nosotros hemos comprobado en la misma clínica de Kromayer que días después es dolorosa. Si las preparaciones hechas con lanolina y petrovaselina u otra grasa aceitosa resultase que no alteran el 606, podría encontrarse con ellas un método que, aunque no de acción tan intensa y rápida como la inyección intravenosa y la de Ht, fuese utilizable cuando las circunstancias no exigiesen tanta prisa o intensidad. Una disposición de la masa o o inyectar en tubos a estilo de cómo están los calomelanos Zambelieri, sería muy aceptable.

—¿Por manera que no hay exageración en decir que el 606 es maravilloso y superior a los demás tratamientos?

El tratamiento por el 606 produce la impresión, por sus inmediatos y bruscos resultados en los ‘casos que está indicado’ de un medicamento altamente específico , que destruye el germen de la enfermedad y regenera los tejidos con rapidez sorprendente, sin originar en el organismo más que alteraciones leves y pasajeras. Médicamente se palpa que la medicación aniquila el agente causal de la avariosis ‘en las lesiones en actividad’.

No es posible afirmar actualmente que el 606 extinga la enfermedad con una sola inyección, y en cuanto a la acción  de varias consecutivas, a través de meses o de años, no han pasado los bastantes para que sobre este punto se puedan hacer afirmaciones definitivas.

El tratamiento abortivo por destrucción de la lesión inicial, inyecciones periféricas a ella  o inyección intramuscular soluble, representa el máximum de garantías terapéuticas; pero sólo cuando los enfermos así tratados pasen años sin manifestaciones y sin reacción de Wasserman, podrá estimarse se consiguió la curación definitiva.

Seguro es se trata de un medicamento perfectamente específico, cuyo uso repetido, ‘si se demuestra no tiene inconvenientes’, nos debe conducir, dada su superioridad específica sobre el mercurio, a resultados que superen a los conseguidos con este también excelso medicamento. Pero todo depende de que sea o no posible hacer tratamientos crónicos con el 606. Si no son posibles, el mercurio persistirá con su envidiable acción específica para ser empleado después de los ataques hechos con el 606 en los casos en que éste resulte ineficaz o cuando esté contraindicado por condiciones del enfermo. Es un propósito muy razonables el asociar en una misma fórmula química los elementos activos del 606 ey el mercurio, y quizás esto ya se persigue por los maestros inventores de esta medicación.

—¿Y la noticia que ahora circula por la Prensa de modificaciones que ha hecho Ehrlich a su preparado?

—La acción divulgadora de la Prensa, usted lo sabe, querido Eleizegui, se corre ‘algunas veces’, y esto ha sucedido con el notición referente a la vieja novedad de que Ehrlich recomendaba las preparaciones solubles; quien trajo la noticia llegó con retraso. Ehrlich ha recomendado siempre como mejor tratamiento la inyección intravenosa, a lo menos para la primera intervención terapéutica, y claro es que las inyecciones intravenosas han sido y son en disolución perfecta. Así las han ejecutado Iversen y Scheiber desde el principio de la experimentación, y así las hacemos nosotros. Por otra parte, los procedimientos de Ht, de Duhot, de Taiges y otros, ya dados a conocer algunos hace tiempo, son también disoluciones del 606.

En resumen: que la anunciada última novedad no lo es, porque desde hace tiempo ya se realiza.

—¿Tiene usted fe en la quimioterapia?

—Mi opinión respecto de la quimioterapia es la de una profunda admiración hacia unos estudios que llevan camino de hacer pasar el arte de curar, un tanto aventurero a veces, a la categoría de ciencia da curar, precisa y consciente en sus determinaciones, y realizadora de la máxima perfección terapéutica: curar sin producir perjuicio alguno. A los sabios nunca bastante venerados como Ehrlich que orientan la ciencia por esos derroteros llenos de esperanza, la humanidad actual nunca los recompensará bastante. Los hombres del porvenir los harán santos, si para entonces los santos están de moda.

Los enfermos esperaban. Los minutos que se distraiga a Azúa son otros tantos perjuicios para el paciente que aguarda. Era necesario poner punto final a una conversación tan interesante y definitiva, Interesante porque el 606 ha llegado a apasionarnos a los médicos; definitiva porque, al menos para mí, en estas cuestiones D. Juan es un oráculo,

Dr. José de Eleizegui

Heraldo de Madrid, 22 de Noviembre de 1910, p. 1

Reproducción parcial de la portada en la que aparece la entrevista

[Proyecto HAR2008-04023]

El ‘606’ en el ‘Heraldo de Madrid’ (3)

Sigo reuniendo información de la introducción del 606 en España a través de la prensa diaria. Continuamos con las notas, noticias, anuncios y artículos aparecidos en el Heraldo de Madrid relacionados con el tema. En esta ocasión se aprecia hasta qué punto se popularizó la nueva sustancia mientras transcurrían los primeros meses de su aplicación en humanos. Unos versos, una viñeta y un apropósito (breve pieza teatral de circunstancias), que se estrenó en el Royal-Kursaal, de Madrid.

Ha regresado de Francfort, donde fue comisionado por el Excmo. Ayuntamiento de Madrid para estudiar el ‘606’, el Dr. Jacinto Navarro y Samín

Heraldo de Madrid, 12 de octubre de 1910, p. 5

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Mañana a las diez de la noche dará una conferencia en el Ateneo de Madrid el señor D. Juan Azúa sobre ‘El estudio médico del 606’. Habrá tribuna pública y entrada libre para médicos.

Heraldo de Madrid, 19 de octuibre de 1910,  p. 5

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Cosquillas

Consejo que en Valdechufas
le ha dado de buena fe
ayer un pobre labriego
a su sobrino ezequiel:
-Vete a Madrid, hijo mío,
con don Pacomio Soler,
y que el doctor que a él le cura
te aplique el 606.
Pero dale solamente la mitad de lo que dé
por su inyección don Pancomio,
que está de fondos muy bien.
Sí; dale la mitad sólo,
al menos por esta vez;
todo será que el doctor
te aplique el 303.

Heraldo de Madrid, 19 de octubre de 1910, p.6

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Diario del teatro
Royal-Kursaal. Mañana sábado, en la sesión de las diez y media, se estrenará el apropósito de actualidad ‘¡Dale con el 606!
El debut de la bella Crisantema ha sido un acontecimiento; María Manzano interpreta el cuplé: La Pulga con tanto arte como picardía, y la bella cupletista Margot es cada día más aplaudida.

Heraldo de Madrid, 21 de octubre de 1910, p. 3

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Congreso
… Especifica el Sr. Burell, diciendo que el decreto sólo es aplicable para casos urgentes.

Cita el caso en que España era el único país no representado en las experiencias del ‘606’, y no podía ser legalmente representado por no funcionar la Junta correspondiente. Entonces, asumiendo yo toda responsabilidad, nombré y envié dos médicos.

Por tiquis miquis administrativos no podía arrostrarse tal responsabilidad.

Queda terminada la interpelación.

Heraldo de Madrid, 28 de octubre de 1910, p. 3

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—Eso del «606», créame usted a mí, es una solemne patraña…
—¿Es usted médico especialista?
—No, señor, soy dueño de una casa de huéspedes en Archena

Heraldo de Madrid, 25 de septiembre de 1910, p. 1

[Proyecto HAR2008-04023]

El ‘606’ en el ‘Heraldo de Madrid’ (2)

Seguimos con dos artículos largos sobre el ‘606’ redactados por médicos. Parece que es justo antes de que se realicen las primeras pruebas en España. Ambos autores, L. Álvarez Sáiz de Aja y Juan de Azúa, se refieren a varios aspectos del nuevo medicamento e insisten en que, a pesar de que ha demostrado su eficacia, es necesario no ser optimista en exceso.

Sobre el 606

Prematuramente lanzados a la publicidad los trabajos experimentales del tratamiento de la sífilis, fiebre recurrente, etc., por el dioxidiamidoarsenobenzol (606), han pasado a ser de público dominio cuantos detalles acerca de los mismos se consignan en los ya numerosos artículos consagrados a este asunto en la Prensa política. (llamémosla así).

Pero en todos aquellos la realidad de los hechos no aparece con toda la clarividencia necesaria, pues amplificadas las excelencias y callados los inconvenientes y parte de dificultades, se nos coloca a los especialistas españoles en una muy poco ventajosa posición.

Me explicaré; hoy día sabe la inmensa mayoría de gentes que saben leer y muchos que no saben, pero que lo han oído, que el 606 es un medicamento de efectos maravillosos en las enfermedades citadas; saben también que una sola inyección basta para obtener la curación; han podido leer que en unas horas se veía mejorar úlceras y otras lesiones sifilíticas, y que en pocos días la curación era radical. Por una parte, los médicos todos del hospital de San Juan de Dios y muchos más particulares (todos los especialistas) vamos a comenzar próximamente, en el próximo mes de Octubre, a usar inyecciones del 606.

Y, como es natural, los enfermos acudirán a nosotros creidos en que con una inyección que se les ponga van a curarse radical y rápidamente de su enfermedad. Pero cuando vean que las inyecciones son muy dolorosas y causan fiebre; cuando tarden dos, tres, cuatro semanas en curar de sus lesiones, y, sobre todo, cuando vean que a los cinco, seis o siete meses vuelven a tenerlas y a necesitar nueva inyección, por no verse libres de la sífilis, entonces tendrán derecho a pensar y a decir que se les ha engañado o que los médicos españoles no sabemos curar su enfermedad con dicho medicamento.

Y como todos los que de él han escrito están conformes en afirmar el pro y el contra, voy a hacerlo yo aquí brevemente para poner las cosas en su justo medio y para que enterado el público de las ventajas y molestias del nuevo tratamiento, sepa a qué atenerse y vaya a él con perfecto conocimiento de causa, para que de este modo nuestra labor sea útil y estimada en lo que valiere. De seguir las cosas como hasta aquí, las sorpresas desagradables para enfermos y médicos hubieran sido abundantísimas.

En primer lugar, hay muchos pacientes en quienes no debe usarse la inyección del 606: son los niños de corta edad, los enfermos de los riñones, aparato circulatorio, sistema nervioso, hígado y ojos. De cometer la imprudencia de inyectar el 606 a individuos incluidos en los grupos que he enumerado, hay peligro de muerte; varios niños de meses y gente adulta han muerto a los pocos días o pocas horas de la inyección.

Los entusiastas del procedimiento dicen que la muerte fue independiente de la acción del medicamento inyectado, y yo quiero creer que es así; pero es que hay casos (dos que yo sepa) en los cuales el paciente murió habiendo presentado todos los síntomas del envenenamiento por el arsénico. Además, Ehrlich ha publicado recientemente un extenso artículo en el que insiste acerca de las contraindicaciones de la inyección y añade un párrafo importantísimo, en el que dice que cuando en un enfermo sin otra lesión que su sífilis ha ocurrido la muerte es que en la preparación del fármaco para ser inyectado se habían usado productos (alcohol metílico, sobre todo) impuros.

Y por si todo esto no fuera suficiente, en algunas clínicas la inyección se pone subcutánea, con objeto de si se presentan síntomas de intoxicación poder extirpar el nódulo de la inyección, en el que está contenido el medicamento y del que se va absorbiendo poco a poco en el transcurso de muchos días.

En segundo término, hemos de advertir que es todavía muy pronto para hablar de curaciones radicales; pero desde luego puede afirmarse que en algunos casos las manifestaciones sifilíticas han reaparecido a los cuatro o cinco meses, y que en bastantes más antes de curarse las lesiones que tenían ha habido que poner una segunda inyección, por no bastar la primera para curar los síntomas existentes.

Las inyecciones puestas en la nalga, según la técnica primitiva, requieren que el enfermo guarde cama ocho días y reposo relativo cinco días más en su casa; duelen mucho, y a veces se ha tenido que calmar con repetidas inyecciones de morfina a los enfermos; producen fiebre (de 37,6 hasta 39, 5 grados), vómitos, mareos, fiebre, etc. La fiebre es el más seguro signo de la eficacia del 606 pues es debida a la destrucción del treponema (germen causante de la enfermedad); la prueba de esto es que inyectado a los que no son sifilíticos no les produce fiebre.

La preparación del líquido que ha de inyectarse debe ser inmediata al acto de la inyección, pues a los sesenta minutos la eficacia del remedio no es absoluta; sin embargo, se anuncia que prontamente una fábrica de productos químicos librará al comercio el producto ya preparado de modo que se evite al médico las manipulaciones de una preparación siempre delicada.

Fuera de los casos enunciados, y con las limitaciones y molestias expresadas anteriormente, los efectos del 606 son superiores a todo cuanto hasta aquí se ha conocido, y por ello en el Hospital de San Juan de Dios, de Madrid, comenzaremos a emplearle en cuanto recibamos las remesas que con fecha 15 de Agosto pedimos a Francfort del Mein y con las que los Dres. Castelo y Azúa traigan personalmente, pues ambos están comisionados para estudiar en las clínicas alemanas los resultados del nuevo medicamento.

Rechazaremos desde luego todo enfermo en quien la inyección puede determinar fenómenos tóxicos, y para ello sufrirán de antemano un escrupuloso reconocimiento. No pondremos las inyecciones en las nalgas, según la primitiva técnica, sino en la región escapular y subcutánea. Y los resultados que obtengamos serán publicados y discutidos en la Prensa y Sociedades profesionales.

La afirmación de que el serodiagnóstico, según el procedimiento de Wasermann, o alguno de sus derivados o simplificaciones, es la clave de la curación del proceso y dice si es cierta o no, si es absoluta o relativa, es completamente gratuita, pues de las serorreacciones hechas después de inyecciones de 606 con curación clínica se ha visto que unas veces la reacción se hace negativa, otras seguía lo mismo y otras se hacía más positiva todavía que en las pruebas hechas antes de inyectar el medicamento.

Creo haber cumplido un deber exponiendo al público que atentamente sigue este asunto, y sobre todo a los enfermos, las cosas que pueden ocurrirles, porque ocurren y han ocurrido a cuantos se ha inyectado el 606, y de este modo sepan lo que deben achacar a la inyección, sin culpar de ello a los médicos. (Cuanto aquí consta pueden comprobarlo los que tengan especial interés repasando la colección de este año de los siguientes periódicos profesionales: ‘Deutsche Med. Wochenschrift’, ‘Münchener Med. Wochenschrift’, ‘Semaine médicale’, ‘Revista clínica de Madrid’, y ‘Wiener Klinische Woch.’).

Sería de desear que el presidente del Colegio de Médicos convocase una sesión extraordinaria, en la que expusieran científicamente lo que de este asunto han visto cuantos compañeros han presenciado trabajos de esta índole en las clínicas extranjeras. Los médicos del hospital de San Juan de Dios oirían con sumo gusto a sus colegas e intervendrían en el debate, del que tantas enseñanzas obtendríamos todos.

L. Álvarez Sáinz de Aja. Heraldo de Madrid, viernes 23 de septiembre de 1910, p. 1.

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El 606 en San Juan de Dios
Preparativos.- Un caso a propósito.- La inyección por el Dr. Bandelac

Por activísimas gestiones del diputado visitador de San Juan de Dios se había adquirido material para poder realizar hoy hasta seis inyecciones en los enfermos específicos de este hospital, y a las nueve de la mañana ya se hallaban en el laboratorio los doctores Bombín, Polo, Serrano y Cuevas preparando todas las substancias antisépticas que pudiese necesitar el Dr. Bandelac.

Éste, acompañado de su ayudante, Sr. Bastas, llegó a San JUan de Dios a las nueve y media y marchó directamente al laboratorio.

Probetas, pipetas, morteros, estiletes y jeringas, todo lo necesario, en fin, para preparar y practicar la operación, se colocó cuidadosamente en la cesta del autoclave para someterlo a la presión de una atmósfera y esterilizarlo por completo.

Duró esta operación unos veinte minutos, y una vez terminada bajaron todos a la sala de operaciones, donde se habían colocado unas gradillas para que pudieran presenciar bien la operación todos los médicos que asistieron con tal objeto.

Allí estaba el secretario del Gobierno civil, Sr. Novella; en representación del gobernador; el Dr. Bejarano; Dres. Muñoz y Paraíso, comisionado por la Diputación de Zaragoza; Dres. Bombín, Hergueta, Mansilla, Pérez Obón, Lozano, Hernández Briz, Polo, Balsaín, Cuevas, Serrano y otros muchos.

Los médicos todos de San Juan de Dios rivalizaron en dar facilidades al Dr. Bandelac para cumplir su misión, y sus peticiones eran atendidas inmediatamente, como acatadas sus órdenes respecto a los auxiliares que necesitaba.

Comenzó el Dr. Bandelac su preparado con la misma escrupulosidad que ayer, dando por resultado un líquido amarillo, aunque no de tono tan intenso como el que había resultado con los preparados del hospital.

Debemos hacer constar que la sosa empleada ayer por el farmacéutico de San Juan de Dios era de la casa Merk y por lo tanto inmejorable, y, según hemos oído, el distinto tope que ofrecía con la disolución que trajo hecha el Dr. Bandelac obedece a que sea más o menos concentrada y no sepa exactamente el Dr. Bandelac el tanto por ciento de sosa.

Preparado ya el líquido, se hizo entrar el primer enfermo, llamado Mariano Blanco, caso magnífico para la experimentación, puesto que del reconocimiento practicado por los Dres Mansilla, Espina y Hergueta resulta de buena constitución y sin ninguna lesión en órganos importantes, teniendo, además de la lesión primitiva de la avariosis, una adenitis supurada y recién operada y una sifílide generalizada.

Colocado el enfermo en decúbito prono sobre una mesa de operaciones, se le puso al descubierto la región glútea, en cuyo lado izquierdo se había dado previamente una embrocación de tintura de iodo.

El Dr. Bandelac prácticó la punción intramuscular y aplicó la jeringa con el preparado, inyectando despacio, porque debe emplearse en esta operación minuto y medio por lo menos.

La cantidad inyectada es de 60 centígramos del preparado en ocho centímetros cúbicos de líquido.

Dos enfermos más, uno de ellos en periodo avanzadísimo de avariosis, puesto que tiene necrosis del maxilar y de las costillas, esperaban el turno para ser operados; pero el Dr. Bandelac manifestó algún cansancio por el tiempo empleado en los preparativos y la operación, y se acordó que mañana continúen las experiencias en otros enfermos.

El enfermo inyectado hoy pesa 61 kilos, y ha dado reacción positiva en el examen previo.

El Heraldo de Madrid, 25 de septiembre de 1910, p. 1

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Ecos de Palacio
También recibió el Rey al Dr. Bandelac, quien le dio cuenta del curso de las experiencias que se viene realizando con la fórmula ‘606’

El Heraldo de Madrid, 3 de octubre de 1910, p. 3

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El 606 en San Juan de Dios
Los tres enfermos a quienes se ha inyectado el 606 en el hospital de San Juan de Dios, Mariano Blanco, Gregorio Torres Soriano y Esteban Carratalá, continuaban en el mismo estado, sin que las manifestaciones de avariosis hayan sufrido transformación ninguna.

Las lesiones, tanto primitivas como derivadas, continúan en igual estado, y únicamente se ha podido obervar en los tres enfermos una intensa cefalalgia y un copioso sudor, más acentuado en la cara que en el cuerpo.

La temperatura de todos ellos es normal.

Los tres han sido visitados por el doctor Bandelac, que se ha limitado a ordenar que sigan el mismo plan curativo.

El Heraldo de Madrid, 27 de septiembre de 1910, p. 3

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El ‘606’. Ehrlich aburrido

El autor del  606 ha regresado de Konnigsberg hoy, y apenas entrado en su instituto ha sido visitado, como todos los días, por numerosa cohorte de médicos de todos los países que le piden el 606 para retornar en triunfo enseñando la mágica ampollita, parcialmente llena de polvo de color amarillo, verdadera piedra filosofal que en sus manos se transformará en oro y salud. Pero así como Estévanez, cuando fue gobernador de Madrid, llegó a poner en la puerta de su despacho aquel famoso cartel anunciando no tenía paciencia, ni empleos, ni dinero que dar, Ehrlich dice no tiene ‘606, ni ganas, con sobrada razón, de visitas que le apartan de sus admirables trabajos.

Hemos tenido el honor de no figurar entre [no se lee] hoy, como hace muchos días, deshauciados peticionarios, esperando, con el respeto que tan grandes hombres merecen, llegue el momento oportuno en el que serán, como hasta ahora han sido, las clínicas de los hospitales preferentemente atendidas. Arrancan, de la escasísima producción [no se lee] del ‘606’, y ésta de lo engorroso de su fabricación, que requiere ser hecha en atmósfera de nitrógeno probablemente, según opina mi competentísimo compañero de comisión, Casares, a causa de la posible combustión al contacto del aire de algunos de los cuerpos que van engendrando en las combinaciones químicas necesarias para la obtención del producto final, el ‘606’.

La grandiosa fábrica de Meister-Luclas (verdadero monumento de la industria química), estudia, según nos manifestó al visitarla uno de sus 216 químicos, la manera de llegar rápidamente a la producción  en grande. Fijan ahora para Noviembre la fecha de poder atender los pedidos. Antes fue el primero de Octubre el día anunciado para la expedición del Mesías contra la avariosis, como ahora se dice para excitar más la curiosidad de los que no saben lo que es.

En tanto llegan los deseados polvos, bueno es apaciguar la ansiedad pública, poniendo las cosas en su punto. Nadie en Alemania cree puede hoy afirmarse que el ‘606’ cura la sífilis definitivamente; esto es, extingue la enfermedad para siempre. Para alcanzar la certidumbre de la curación total es preciso esperar sentado, pues el tipo de evolución de la enfermedad permite obervar muy frecuentemente manifestaciones de la misma (cinco, diez, quince, treinta y más años después de su principio, y de pasar los enfermos [no se lee] todas las más perfectas manifestaciones de la salud.

Los médicos todos, que conocemos esto, tenemos que dejar transcurrir estos primeros  fantásticos tiempos, en los que el mundo [no se lee] ha creído podía ser lavado de sus [no se lee] con el elixir d’amore terapéutico descubierto por el gran Ehrlih.

No, a medida que pasan más semanas se afirman en todas las clínicas de seria experimentación varias cosas:

1º La curación intensa y rápida, sin llegar a lo sobrenatural, que la medicación nueva sirve en las manifestaciones ordinarias o graves de la avariosis.
2º Que a veces estos éxitos se dan en enfermos tratados y no curados con mercurio aunque sobre estos hechos innegables conviene proyectar, para precisarlos, los esclarecimientos resultantes del conocimiento de la forma y condiciones en que fueron hechos los tratamientos anteriores.
3º Que las recidivas, o sea la vuelta de las manifestaciones de la enfermedad, van comprobándose en mayor proporción a medida que el número de los casos tratados y el tiempo transcurrido van siendo mayores.
4º Que se habla de casos en los cuales, a pesar de estar indicada, no ha producido efectos curativos la medicación.
5º (No matar). Que prescindiendo de las molestias dolorosas consecutivas a la inyección del ‘606’, comienzan a sombrear el esplendor curativo de éste algunos casos desgraciados de accidentes graves o muertes, probablemente dependientes de manejos imprudentes del nuevo medicamento, que, como todos los de acción fuerte, puede ser ocasionalmente peligroso.
6º Y esto es importantísimo y debe ser tenido en cuenta por los interesados que en dolientes caravanas buscan el ‘606’ su curación. Las enfermedades paralíticas constituidas, y especialmente el grandídimo grupo de los más o menos perturbados mentales por la enfermedad llamada parálisis general, y los enfermos medulares denominados tabéticos, así como los enfermos de la vista por lesiones del fondo de ojo, no tan solo no se curan con el ‘606’, sino que ni siquiera se puede intentar hacerles medicación, por los perjuicios casi seguros de ella. Que no se van, pues, y quedan al calor del hogar familiar, con menos molestias que las naturales de los viajes. Seguir este consejo les conviene siempre, pues, aunque se descubra en lo porvenir su panacea, ésta, dada la lentitud de marcha de su enfermedad, les llegará siempre a tiempo por lejos que vivan del horno terapéutico donde se fabrique.

De esto, que es la realidad misma de hoy, al concepto arrullador fabricado por la gente hay un relleno de asperezas que a muchos lastimarán. Desquiciar e inflar los hechos científicos aminora después en el común de las gentes, que se llaman a engaño, el mérito inmenso de muchos descubrimientos que, cual el de Ehrlich, son desde luego de colosal trascendencia científica y de muy importantes aplicaciones en la práctica.

Téngase además en cuenta que la enfermedad de que se trata no es la difteria, ni el cólera, ni la pulmonía, ni la meningitis, ni la fiebre tifoidea, etc., que marchan en plazos breves a la curación o a la muerte, sino de una en la que los meses y las semanas son plazos corrientes, sin peligros inminentes fuera de casos excepcionales de aparato nervioso (que están reñidos con el ‘606’), y se comprenderá bien como, si ese número llega a ser el talismán deseado, pueden sin inquietud esperarse los próximos envíos de la fábrica de Meister-Luclas a todas las farmacias. Cuando eso suceda, comenzará su ensayo general, mediante su uso con una jeringuilla como las de morfina, pero bastante más grande, pues con este instrumento, aplicado a una u otra parte, estamos los médicos jeringando a la Humanidad desde remotos tiempos.

Otro día hablaré para los técnicos.

Dr. Juan de Azúa. El Heraldo de Madrid, Domingo 9 de octubre de 1910, p. 4

[Proyecto HAR2008-04023]