‘Cazadores de cuerpos’, libro para debatir

No sé en estos momentos lo que los estudiantes y futuros investigadores pensarán acerca de la ética en la ciencia y la investigación científica. ¿Será algo del pasado?, ¿es un tema demasiado filosófico?, ¿es superfluo hablar de ello en los nuevos estudios que sitúan a las competencias como eje central?

Hay una excesiva tendencia a presentar la ciencia como algo indiscutible, que está por encima de todas las cosas y se relaciona de forma unívoca con el progreso. Ni los propios científicos sitúan a la ciencia como una actividad social, y por tanto, sujeta a las mismas críticas a las que se somete cualquier otra actividad social.

El libro de la periodista Sonia Shah, traducido hace unos meses al castellano,  denuncia la inmoralidad de la industria farmacéutica. A través de diez capítulos relata cómo se realizan ensayos clínicos  con medicamentos en países pobres como algunos de Europa oriental, África, América Latina o Asia, lugares donde apenas existe infraestructura y atención sanitaria. Se trata de “llevar al extranjero” una serie de pruebas con medicamentos comerciales que en Los Estados Unidos y otros países no serían autorizados o se tacharían de poco éticos. El título original es The body hunters (2006), que aquí se ha traducido como Cazadores de cuerpos. La experimentación farmacéutica con los pobres del mundo. Está publicado por 451 Editores. Su ISBN es 978-84-96822-69-6.

Aunque falta algo de integración entre las distintas partes, el texto contiene referencias a las fuentes y muestra un punto de vista muy crítico con la industria farmacéutica. También proporciona información sobre las distintas fases de la investigación de medicamentos y las personas implicadas en las las mismas. En las primeras se trabaja con adultos sanos y después con enfermos. Hay que tener presente, no obstante, que no solo la industria farmacéutica utiliza humanos para investigar. Una de las críticas más fuertes es el uso de placebos en personas enfermas, por ejemplo afectados por el VIH, que podrían recibir tratamientos más eficaces. Otros muchos asuntos son planteados, frente a los cuales se suele apartar la mirada.

Los títulos de los capítulos son los siguientes:

—La globalización de los ensayos clínicos
—La comparación con el placebo
—Erigir el monolito de la gran industria farmacéutica
—Desenjaular al conejillo de indias
—El VIH y las solcuiones de segunda
—Sudáfrica: el ensayo de fármacos y el negacionismo del sida
—La deslocalización hacia la India: el organismo político de los mil millones
—Calibrar los códigos éticos
—El emperador está desnudo: las erráticas manifestaciones del consentimiento informado
—Inclinar la balanza

Se acompaña, además, de conclusión, notas bibliográficas así como de un índice de nombres y de materias.

El libro está prologado por John Le Carré quien hace referencia a uno de los negocios más lucrativos del mundo. Él escribió en 2001 The Constant Gardener, que cuenta la historia de una activista que vive en África y es asesinada al descubrir unos ensayos que lleva a cabo una farmacéutica. La novela fue llevada al cine con el mismo título (2005), dirigida por Fernando Meirelles y protagonizada por Ralph Fiennes y Rachel Weisz. Aquí se distribuyó con el título El jardinero fiel.

Es un libro adecuado para su discusión en centros de enseñanza. Hablar sobre la investigación científica, la búsqueda de nuevos medicamentos, hacer negocio, y los planteamientos éticos, son aspectos que pueden dar lugar a diferentes posturas. Al menos hace evidentes problemas que no aparecen en los libros de texto. Mi experiencia es que pocos estudiantes piensan que uno de los objetivos de las firmas farmacéuticas, como empresas, es el de hacer negocio y ganar dinero.